\n<\/aside>\n<\/p>\n
Esta es una historia que espor\u00e1dicamente me hab\u00eda preguntado si alguna vez tendr\u00eda la oportunidad de escribir. Hace m\u00e1s de una d\u00e9cada, cubr\u00ed una demanda presentada por el cient\u00edfico clim\u00e1tico Michael Mann, quien finalmente se cans\u00f3 de ser arrastrado por el barro en l\u00ednea. Cuando dos autores lo acusaron de fraude y compararon su posici\u00f3n acad\u00e9mica con la de un abusador de menores convicto, present\u00f3 una demanda por difamaci\u00f3n.<\/p>\n
Mann era considerado una figura p\u00fablica, lo que hace que ganar casos de difamaci\u00f3n sea un gran desaf\u00edo. Pero su caso se bas\u00f3 en el hecho de que m\u00faltiples instituciones en dos continentes diferentes hab\u00edan examinado su trabajo y no encontraron ning\u00fan indicio de negligencia cient\u00edfica; por lo tanto, argument\u00f3, cualquiera que lo acusara de fraude estaba actuando con imprudente desprecio por la verdad.<\/p>\n
Durante la d\u00e9cada siguiente, el caso se redujo, se apelaron decisiones y transcurrieron largos per\u00edodos sin ning\u00fan movimiento aparente. Pero recientemente, sorprendentemente, el caso finalmente lleg\u00f3 a juicio, y ayer un jurado emiti\u00f3 un veredicto: Mann tiene derecho a una indemnizaci\u00f3n por parte de los escritores. Incluso si no le importa el caso, vale la pena reflexionar sobre cu\u00e1nto ha cambiado desde que se present\u00f3 por primera vez.<\/p>\n
El traje<\/h2>\n El art\u00edculo que inici\u00f3 todo el l\u00edo fue publicado en el blog de un grupo de expertos en libre mercado llamado Competitive Enterprise Institute. En \u00e9l, Rand Simberg acus\u00f3 a Mann de manipular datos y compar\u00f3 las investigaciones en Penn State (donde era profesor en ese momento) con la falta de inter\u00e9s de la universidad en continuar las investigaciones de uno de sus entrenadores de f\u00fatbol que fue condenado por abusar sexualmente de ni\u00f1os. Unos d\u00edas m\u00e1s tarde, un segundo autor, Mark Steyn, se hizo eco de esas acusaciones en la publicaci\u00f3n National Review.<\/p>\n
El caso de Mann se bas\u00f3 en las acusaciones de fraude contenidas en esas piezas. Hab\u00eda sido un objetivo durante a\u00f1os despu\u00e9s de que public\u00f3 un trabajo que demostraba que el reciente calentamiento no ten\u00eda precedentes en los \u00faltimos miles de a\u00f1os. Este gr\u00e1fico, conocido como el \u00abpalo de hockey\u00bb debido a su repentino giro hacia arriba, apareci\u00f3 m\u00e1s tarde en la portada de un informe clim\u00e1tico del IPCC. Los art\u00edculos tambi\u00e9n se publicaron apenas unos a\u00f1os despu\u00e9s de que una gran cantidad de correos electr\u00f3nicos de cient\u00edficos del clima se obtuvieran il\u00edcitamente de los servidores de una instituci\u00f3n de investigaci\u00f3n, lo que dio lugar a acusaciones generalizadas de mala conducta contra los cient\u00edficos del clima.<\/p>\n\n Anuncio <\/span> <\/p>\n<\/aside>\nFuera del ojo p\u00fablico hubo una gran cantidad de investigaciones, tanto por parte de las escuelas involucradas como de los gobiernos que financiaron a los investigadores, todas las cuales exculparon a los involucrados, incluido Mann. Pero Simberg y Steyn formaban parte de un gran grupo de escritores y blogueros que estaban convencidos de que Mann (y, por extensi\u00f3n, toda la ciencia clim\u00e1tica moderna) ten\u00eda<\/em> estar equivocado. As\u00ed que asumieron (y en el caso de Simberg y Steyn, escribieron) que las investigaciones eran simplemente encubrimientos.<\/p>\nLa demanda de Mann alegaba exactamente lo contrario: que, al acusarlo de fraude a pesar de estas investigaciones, los dos autores mostraron un desprecio imprudente por la verdad. Eso ser\u00eda suficiente para responsabilizarlos por difamaci\u00f3n a pesar de que Mann era una figura p\u00fablica. La defensa de los autores se centr\u00f3 en gran medida en el hecho de que cre\u00edan genuinamente en sus propias opiniones y, por lo tanto, deber\u00edan ser libres de expresarlas seg\u00fan la Primera Enmienda.<\/p>\n
En esencia, el caso se redujo a si las personas que parecen incapaces de incorporar evidencia en sus opiniones deber\u00edan poder expresar esas opiniones sin consecuencias, incluso si hacerlo tiene consecuencias para los dem\u00e1s.<\/p>\n
Victoria al fin<\/h2>\n Al final, el jurado decidi\u00f3 que no. Y sus indemnizaciones por da\u00f1os sugieren que entendieron bastante bien las circunstancias actuales. Para empezar, la indemnizaci\u00f3n compensatoria concedida a Mann por la difamaci\u00f3n en s\u00ed fue m\u00ednima: un d\u00f3lar cada uno de Simberg y Steyn. Si bien Mann aleg\u00f3 que perdi\u00f3 subvenciones y sufri\u00f3 el desprecio p\u00fablico debido a las columnas, desde entonces se convirti\u00f3 en un autor de libros exitoso y recibi\u00f3 una c\u00e1tedra titular en la Universidad de Pensilvania, donde ahora dirige su Centro de Ciencia, Sostenibilidad y Medios de Comunicaci\u00f3n.<\/p>\n
Pero la demanda tambi\u00e9n buscaba da\u00f1os punitivos para desalentar comportamientos futuros de este tipo. Aqu\u00ed hubo una divisi\u00f3n dram\u00e1tica. Simberg, que ahora tiende a escribir sobre pol\u00edtica m\u00e1s que sobre ciencia y se presenta como un experto en pol\u00edtica espacial, se vio obligado a pagar s\u00f3lo 1.000 d\u00f3lares. A Steyn, que todav\u00eda lucha activamente en las guerras clim\u00e1ticas y presenta un ataque continuo contra Mann en su sitio web, se le dijo que le pagara a Mann un mill\u00f3n de d\u00f3lares.<\/p>\n
Dicho esto, la demanda a\u00fan no ha terminado. Steyn ha sugerido que hay motivos para apelar la indemnizaci\u00f3n monetaria, mientras que Mann ha indicado que apelar\u00e1 la decisi\u00f3n que hab\u00eda puesto fin a su caso contra el Competitive Enterprise Institute y National Review. Entonces, volvamos a consultar dentro de otra d\u00e9cada y es posible que tomemos otra decisi\u00f3n.<\/p>\n<\/p><\/div>\n
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