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De Munich Medea: familia feliz,<\/em> en el Teatro WP.
\n Foto: Julieta Cervantes<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\nLa capital de Baviera y la tragedia del infanticidio de Eur\u00edpides tienen mucho y muy poco que ver con los acontecimientos de Munich Medea: familia feliz<\/em>, la inquietante obra de Corinne Jaber sobre el abuso infantil, contada con todo detalle. Y los detalles son lo que Munich y medea<\/em> son: Los acontecimientos principales de la obra tienen lugar en el sur de Alemania y giran en torno a un actor de teatro cuyos papeles aclamados incluyen a Jason en medea<\/em>. Interpretado por Kurt Rhoads y acreditado simplemente como \u00abPadre\u00bb, el personaje acecha el nivel superior del set como un gran felino enjaulado, interrumpiendo ocasionalmente a las dos mujeres, Alice (Heather Raffo) y Caroline (Crystal Finn), mientras cuentan mon\u00f3logos trenzados. sobre sus relaciones adolescentes con \u00e9l en el nivel inferior.<\/p>\nLa palabra que segu\u00eda viniendo a mi mente mientras miraba Medea de M\u00fanich<\/em> es \u201ccristalino\u201d: claro, agudo y susceptible de hacerte sangrar. Nada en la escritura de Jaber, ni la direcci\u00f3n n\u00edtida y siniestra de Lee Sunday Evans, suaviza la incomodidad de lo que Alice y Caroline tienen para compartir. Las dos mujeres est\u00e1n volviendo a contar sus historias desde la mediana edad, mientras r\u00e1pidamente nos enteramos de alguna ruptura que ocurri\u00f3 entre ellas en su adolescencia y de las distintas formas en que el padre se aprovech\u00f3 de ellas. Alice es hija de refugiados sirios y de Alemania del Este, una outsider en la escuela que, siendo adolescente, ve la actuaci\u00f3n del actor y entabla una relaci\u00f3n sexual con \u00e9l. Carolina es su hija. El suyo puede ser el Familia feliz <\/em>lado del t\u00edtulo de la obra, pero claramente hay una oscuridad enterrada en su descripci\u00f3n de los intentos de su familia de lograr una fachada alegre. Su padre, dice desde el principio, trabaja hasta tarde en la habitaci\u00f3n contigua a su dormitorio y le teme el sonido de su televisi\u00f3n deportiva. \u201cTodav\u00eda no s\u00e9 qu\u00e9 es eso\/Familia feliz\u201d, dice, \u201cpero s\u00ed existe\/lo s\u00e9\u201d.<\/p>\nCaroline y Alice nos presentan sus historias en lados opuestos del suelo casi desnudo del escenario, que se asemeja al s\u00f3tano de una casa con una l\u00e1mpara a un lado y un lavabo al otro. No hay ninguna divisi\u00f3n f\u00edsica entre ellos, aparte de una escalera que conduce siniestramente a un piso encima de ellos, que est\u00e1 dividido en dos. Por un lado, encima de Alice, la escen\u00f3grafa Kristen Robinson ha creado una interpretaci\u00f3n m\u00e1s realista del camerino del padre de Caroline. Por el otro, encima de Caroline, hay un espacio separado del p\u00fablico con una ventana, aparentemente una vista exterior de su casa. Pero cuando comienza la obra, es como si Caroline y Alice estuvieran en confesionarios separados, sin darse cuenta la una de la otra, cada una compartiendo un lado de una historia que la otra no conoce del todo.<\/p>\n
Ah\u00ed es donde entra en juego el compromiso de Jaber con los detalles. El abuso que el padre de Caroline promulg\u00f3 contra Alice y Caroline no se representa en el escenario (eso ser\u00eda demasiado insoportable), pero se describe expl\u00edcitamente, al igual que todo tipo de otros fragmentos de contexto: la forma en que Los alemanes no conf\u00edan en la capacidad de Alice para hablar su idioma, en la apat\u00eda de la madre de Caroline, en las formas en que la hora de comer era diferente en cada una de sus casas. Esos detalles, el Munich y medea<\/em> de todo, suman un nivel de realidad convincente, perturbadora y confusa. Jaber, un escritor y actor sirio alem\u00e1n nacido en Munich, presenta los t\u00e9rminos en los que estos acontecimientos pueden haberse desarrollado con un nivel de plausibilidad que los hace a\u00fan m\u00e1s dif\u00edciles de descartar. Los personajes y sus acciones no son par\u00e1bolas f\u00e1ciles. Mientras Alice describe su atracci\u00f3n por su padre (\u201cno amor\u201d, dice, \u201ceso es justo lo que me gustar\u00eda imaginar\/contribuye a una mejor obra\u201d), desaf\u00eda al p\u00fablico a comprender c\u00f3mo sucedi\u00f3:<\/p>\n\nNo me digas \u00bfC\u00d3MO PUDISTE?<\/p>\n
Y POR QU\u00c9 \u00c9L<\/p>\n
Y toda la otra mierda que recibo de ti<\/p>\n
Solo intenta seguir ese camino por un rato.<\/p>\n<\/blockquote>\n
Tambi\u00e9n es mucho pedir a los actores que sigan ese camino, pero Raffo y Finn logran mantener el rumbo. La Alice de Raffo, con botas, jeans y una camisa arremangada, es m\u00e1s abiertamente conflictiva, acostumbrada a toda una vida como una outsider, mientras que Caroline de Finn es recatada y retra\u00edda, luciendo como Shelley Duvall con un traje pantal\u00f3n de tres piezas. Sus dos energ\u00edas se complementan e incluso cuando hablan por separado, fluye entre ellos un sentimiento de apoyo. Debido a que est\u00e1n tan separados durante la mayor parte de la actuaci\u00f3n, hay una carga cada vez que Raffo y Finn se acercan, incluso antes de que sus personajes hayan comenzado a tomar conciencia de las experiencias del otro con el padre de Caroline. Algunos destellos de calidez comienzan a entrar en escena.<\/p>\n
Hay una sensaci\u00f3n crucial de que, al describir este horror, algo bueno aparecer\u00e1, asumiendo la carga colectivamente. De lo contrario, la obra podr\u00eda llevarnos simplemente a la desesperaci\u00f3n. Evans, que ha dirigido tanto la man\u00eda adolescente de Naci\u00f3n de la danza<\/em> y la grandeza de Oratorio de los seres vivos<\/em>marcas Medea de M\u00fanich<\/em>, por todo el malestar que provoca, se siente como un rito sagrado. A medida que avanza la obra, Alice y Caroline comienzan a verse con la misma plenitud con la que nosotros, el p\u00fablico, hemos llegado a comprenderlas. Al igual que los personajes, estamos aqu\u00ed en la oscuridad para recibir estas historias y tal vez, al compartirlas, para sanar.<\/p>\nSi Medea de M\u00fanich<\/em> ataca un tipo de trauma a trav\u00e9s de una especificidad extrema, Phillip Howze Autorretratos (DE LUJO) <\/em>toma un rumbo opuesto, m\u00e1s opaco, aunque Howze revela mucho al dejar que su trabajo se desvincule de la interpretaci\u00f3n literal. Su obra se desarrolla a trav\u00e9s de una serie de autorretratos representados; seg\u00fan su gui\u00f3n, los primeros se hacen antes de que el p\u00fablico entre en escena, incluida la instrucci\u00f3n a los artistas de escribir una carta a su yo futuro y luego convertirla en un papel mach\u00e9. objeto, muchos de ellos enmarcados en referencia al sentimiento de esguince y expansi\u00f3n de ser negro en Estados Unidos. Los primeros segmentos que presencias como miembro de la audiencia involucran a Howze, con un mono blanco pintado con una figura negra y sombr\u00eda, trabajando en la sala como un t\u00edmido stand-up en un micr\u00f3fono abierto. \u00c9l y el director Dominique Rider intensifican la energ\u00eda nerviosa de los extra\u00f1os que lo miran, solicitan los nombres de las personas con su micr\u00f3fono y luego cuentan una historia sobre una mujer que dice la palabra N en una fiesta profundamente inc\u00f3moda en Connecticut para una eminencia art\u00edstica sudafricana blanca. cuyo chiste bien podr\u00eda ser: \u00abPor supuesto que no tenemos apartheid aqu\u00ed en Estados Unidos\u00bb.<\/p>\n