En la rampa con los grandes mares<\/span><\/h2>\nAhora queda claro a qu\u00e9 se debe el fracaso de Kim de l’Horizon. La carta fue un intento de ofrecer el espacio de resonancia de una comunidad ling\u00fc\u00edstica. En cambio, trajo soledad. Es a\u00fan m\u00e1s agradable estar en una rampa y disfrutar del p\u00fablico y del gran mar. Estos ahora salen de entre bastidores y traen consigo no s\u00f3lo una canci\u00f3n, sino tambi\u00e9n m\u00e1s luz.<\/p>\n
Sobre la rampa se extienden mantas de colores (escenograf\u00eda: Zahava Rodrigo), as\u00ed como enormes losas de piedra, algunas de las cuales sobresalen hasta los asientos del p\u00fablico. Lo blando y lo duro: es sintom\u00e1tico de lo que se habla del Gran Oc\u00e9ano, que siempre girar\u00e1 en torno al cuerpo: sus oportunidades y riesgos, sus limitaciones y sufrimiento.<\/p>\n
El texto no es directamente una versi\u00f3n teatral de la novela. Kim de l’Horizon explica al p\u00fablico que simplemente se inspiraron en sus materiales. \u201cBlood Piece\u201d en realidad parece un pastiche suelto y algo err\u00e1tico del \u201cBlood Book\u201d. Pero, por un lado, consta de muchos pasajes nuevos. Por otro lado, hay margen para la improvisaci\u00f3n.<\/p>\n
Un primer Grossmeer (Sasha Melroch) da una lecci\u00f3n de anatom\u00eda. Nuestros cuerpos se componen de un sesenta por ciento; no, no de agua, sino de miedo. Es un legado y un destino social que nos afecta a todos.<\/p>\n
El Grossmeer, que no se anda con rodeos, tambi\u00e9n sabe c\u00f3mo liberarnos del conflicto y del miedo: basta con sacar \u201cel dedo del culo\u201d para que salga \u201ctoda la mierda\u201d. Esta terapia se mencionar\u00e1 m\u00e1s a menudo en las declaraciones de la abuela, que ya est\u00e1n sorprendentemente fijadas analmente.<\/p>\n
\u201cS\u00ed, maldita sea, ir por la vida con el culo libre\u201d, eso es lo que tambi\u00e9n quiere un segundo Grossmeer (Lukas V\u00f6gler). Pero ella se siente d\u00e9bil e insegura. Le falta orgullo, actitud y car\u00e1cter. Justo cuando descubre unos bonitos zapatos de cuero en un espectador, Hanna en la primera fila, sue\u00f1a con resistencia y resistencia. Y el hombre Grossmeer comienza a practicar el juego de roles: entrena su andar seguro y su autoridad machista.<\/p>\n
Los actores y actrices se dirigen varias veces al p\u00fablico; si no le gusta, probablemente sea mejor comprar entradas baratas para las \u00faltimas filas. Lukas V\u00f6gler, sin embargo, mezcla mucho humor y encanto en su ataque a Hanna. Sobre todo, pone el punto culminante art\u00edstico de la velada al traducir de manera convincente el lenguaje en lenguaje corporal. Sus gestos dejan claro c\u00f3mo los miembros se rigen por una sintaxis de la vestimenta y una gram\u00e1tica de los roles de g\u00e9nero.<\/p>\n\n <\/div>
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Kim de l’Horizon y cuatro abuelas: Gro Swantje Kohlhof, Vincent Basse, Sasha Melroch, Lukas V\u00f6gler (de izquierda a derecha).<\/h2>\n <\/p>\n<\/figcaption><\/figure>\n
La pr\u00f3xima Grossmeer (Gro Swantje Kohlhof) tambi\u00e9n est\u00e1 jugando a lo grande. En diez minutos explica toda la historia del mundo como una sucesi\u00f3n generacional de los grandes oc\u00e9anos. La ca\u00edda del hombre no ocurre en el para\u00edso, sino en una sopa primordial: el d\u00eda en que los grandes mares emergieron del agua y recibieron un cuerpo. Pronto descubrieron la sexualidad cuando se toparon con un caballero desnudo. Sin embargo, el apuesto guerrero pronto demostr\u00f3 ser un aguafiestas: declar\u00f3 que los grandes mares eran brujas que deb\u00edan ser torturadas y quemadas en la hoguera. No es de extra\u00f1ar que el cuarto Grossmeer (Vincent Basse) tambi\u00e9n recuerde por primera vez al Grosspeeren. Estos son los culpables de que sienta tanto odio y violencia dentro de s\u00ed mismo.<\/p>\n
Kim de l’Horizon debe mucho a los cuatro grandes mares. Aportan vida y humor a la pieza, en la que la originalidad ling\u00fc\u00edstica se agota aqu\u00ed y all\u00e1 en los gestos: demasiados peces gordos, camioneros y gilipollas. La obra esc\u00e9nica tambi\u00e9n fracas\u00f3 de la misma manera que la novela, lo que afortunadamente no tiene por qu\u00e9 obstaculizar el \u00e9xito. Sin embargo, el \u201ctrozo de sangre\u201d no crea un cuerpo ling\u00fc\u00edstico solidario porque carece en gran medida de la qu\u00edmica de un intercambio dial\u00f3gico. M\u00e1s bien, se pierde en mon\u00f3logos individuales con un gran protagonista marino que reduce a los otros cuatro personajes a espectadores.<\/p>\n