{"id":1026828,"date":"2024-02-27T01:31:02","date_gmt":"2024-02-27T01:31:02","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/cynthia-nixon-hace-cualquier-cosa-menos-desaparecer-en-the-seven-year-disappear\/"},"modified":"2024-02-27T01:31:05","modified_gmt":"2024-02-27T01:31:05","slug":"cynthia-nixon-hace-cualquier-cosa-menos-desaparecer-en-the-seven-year-disappear","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/cynthia-nixon-hace-cualquier-cosa-menos-desaparecer-en-the-seven-year-disappear\/","title":{"rendered":"Cynthia Nixon hace cualquier cosa menos desaparecer en The Seven Year Disappear"},"content":{"rendered":"


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Nixon y Trensch en Los siete a\u00f1os desaparecen.<\/em>
\n Foto de : Monique Carboni<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n

La din\u00e1mica entre una madre autoritaria y un hijo gay es un \u00e1rea siempre productiva para la exploraci\u00f3n art\u00edstica. Puedes abordarlo de manera aleg\u00f3rica y abstracta (basta con examinar la carrera de Stephen Sondheim) o poniendo a las dos generaciones en el escenario, sentadas en sillas mir\u00e1ndose fijamente, como hacen Cynthia Nixon y Taylor Trensch al comienzo de Los siete a\u00f1os desaparecen<\/em>. Los dos, ambos con monos negros, se enfrentan en una versi\u00f3n simulada de El artista est\u00e1 presente <\/em>Hasta el momento en que comienza la obra, el artificio desaparece y se sientan uno al lado del otro como verdaderas madre e hijo. \u201cSoy Marina ABRRRAAAMOVI\u0106\u2026\u201d ronronea Miriam de Nixon, burl\u00e1ndose de la mujer que, seg\u00fan nos enteramos, es su artista de performance rival. \u201cMam\u00e1\u2026\u201d interrumpe Naphtali de Trensch, \u201cpor favor\u2026\u201d<\/p>\n

La tensi\u00f3n entre la actuaci\u00f3n del artista y la relaci\u00f3n humana real est\u00e1 en el centro de Los siete a\u00f1os desaparecen<\/em>. Miriam es una madre quisquillosa y microadministradora (le compra a Naphtali una jarra Brita y no deja de decirle que use condones) que tambi\u00e9n quiere ser intransigente en su arte. Su hijo comete peque\u00f1os actos de rebeli\u00f3n contra ella, pero tambi\u00e9n depende de ella para vivir ya que es su administrador comercial. Cuando los conocemos por primera vez, en 2009, Naphtali est\u00e1 ayudando a Miriam a planificar una gran comisi\u00f3n del MoMA y mucho depende de la capacidad de Nixon y Trensch para venderle una din\u00e1mica familiar cre\u00edble. (Su padre est\u00e1, de manera crucial, fuera de escena.) Ella es imperiosa, \u00e9l es travieso: discuten y se r\u00eden entre s\u00ed. Establecer un nivel de calidez entre ellos es un trabajo preliminar crucial, porque casi de inmediato desaparece: unos minutos despu\u00e9s de esa escena, Miriam desaparece de la faz de la Tierra, dejando a Nephtali en la oscuridad sobre si es o no parte de un proyecto de arte.<\/p>\n

A partir de ese momento, la obra de Jordan Seavey avanza hasta el regreso de Miriam (como era de esperar por el t\u00edtulo, sucede siete a\u00f1os despu\u00e9s), momento en el cual Naphtali, tal vez, se haya convertido en una persona diferente. Aunque el truco es que Miriam nunca desaparece del todo: en escenas posteriores, Seavey trabaja hacia atr\u00e1s, cubriendo eventos entre 2016 y 2009, pero indica que el actor que interpreta a Miriam siempre debe interpretar el personaje opuesto a Nephtali. Entonces, incluso en ausencia de Miriam, Nixon est\u00e1 all\u00ed con gafas de bloque y acento alem\u00e1n para interpretar al ex amante y ex gerente masculino mayor de Miriam. Y ella est\u00e1 all\u00ed como un poderoso gay obsesionado con SoulCycle llamado Brayden con quien Naphtali tiene una cita desastrosa. Y ella est\u00e1 all\u00ed como una amiga actriz flibbertigibbet con un Hydro Flask que organiz\u00f3 a Naphtali en esa cita. Etc\u00e9tera. Naphtali puede insistir (por ejemplo, ante un t\u00e9cnico de u\u00f1as de 17 a\u00f1os (tambi\u00e9n Nixon) que intenta hablar con \u00e9l sobre las teor\u00edas de conspiraci\u00f3n de Reddit sobre Miriam) en que ha superado la desaparici\u00f3n de su madre, pero el casting en s\u00ed deja claro que ella nunca lo har\u00e1. desaparecer de su vida.<\/p>\n

La obra, obviamente, est\u00e1 estructurada como un escaparate para Nixon. Lejos de sus obligaciones televisivas para jugar mansamente La edad dorada<\/em> o hacer cualquier tonter\u00eda nueva que se les ocurra a Miranda en Y as\u00ed de simple…<\/em>, Nixon realmente se compromete tanto con su interpretaci\u00f3n de Miriam al estilo Lydia T\u00e1r como con los otros siete personajes que interpreta. El entusiasmo de Nixon puede rayar en lo par\u00f3dico (no estoy seguro de qu\u00e9 hacer con el acento que intenta mientras interpreta a un beneficiario de DACA llamado Tom\u00e1s), pero su \u201c\u00a1m\u00edrame divirti\u00e9ndome!\u201d El entusiasmo tiende a calentar los rincones m\u00e1s puntiagudos de la obra. Hay un inquietante t\u00eate-\u00e0-t\u00eate, m\u00e1s adelante, en el que Nixon es un padre dominante de alguna aplicaci\u00f3n que ofrece drogas a Naphtali, que debido a la presencia de ella como actriz es a\u00fan m\u00e1s complicado por esos sentimientos de abandono parental (y Nixon llega a pronunciar la frase \u00abbebe tu G, Shelby\u00bb). El montaje tambi\u00e9n exige mucho de Trensch, a quien he visto sobre todo en musicales como Estimado Evan Hansen<\/em> y camello<\/em>. Es capaz de unir el sarcasmo t\u00edmido, hiperalfabetizado y defensivo del di\u00e1logo de Seavey (hay tantos chistes sobre la ubicaci\u00f3n de las galer\u00edas de David Zwirner como sobre el fisting) en torno a un n\u00facleo de abandono de ni\u00f1o perdido herido.<\/p>\n

Es una l\u00e1stima, sin embargo, cada vez que Seavey nos traslada al regreso de Miriam en 2016, que el director Scott Elliott tenga a Nixon y Trensch amplificados hasta 11, en peleas prolongadas de gritos que opacan el efecto del drama. Elliot ha adoptado un enfoque m\u00e1ximo en la puesta en escena que, sumado al ya m\u00e1ximo gui\u00f3n de Seavey, hace menos de m\u00e1s. Trensch y Nixon interpretan algunas escenas mientras son grabados para las pantallas de v\u00eddeo que llenan el austero y elegante set de Derek McLane. Ese gesto, al menos, crea algo de intimidad en esa escena con Nixon como pap\u00e1, mientras los actores se acuestan en una cama en la esquina del escenario mientras sus rostros est\u00e1n presentes justo frente a nosotros. Pero m\u00e1s a menudo, las campanas y silbatos parecen un pastiche gui\u00f1o de arte esc\u00e9nico serio. Las pantallas tienden a competir por la atenci\u00f3n con los actores, y aqu\u00ed me distra\u00eda constantemente con las lindas e inteligentes maquetas de obras de arte (especialmente una imagen compuesta de los rostros de Nixon y Trensch que permanece detr\u00e1s de ellos dos) cuando quer\u00eda prestar m\u00e1s atenci\u00f3n a a ellos<\/em>.<\/p>\n

Esos efectos a\u00f1aden mucha filigrana adicional al ya de por s\u00ed extravagante gui\u00f3n de Seavey. La gran jugada de Seavey Homos, o todos en Estados Unidos<\/em>, en LAByrinth en 2016, fue otro v\u00eddeo de dos manos que rebot\u00f3 en el tiempo, capturando el efecto de una relaci\u00f3n gay fracturada por un acto de violencia. En Los siete a\u00f1os desaparecen<\/em>, parece querer volver a cubrir todo en Estados Unidos, solo a trav\u00e9s de una lente de madre e hijo, por lo que abarca m\u00e1s de lo que la obra puede abarcar y luego abarca un poco m\u00e1s. La desaparici\u00f3n de Miriam cubre casi toda la era Obama, as\u00ed como la noche de la elecci\u00f3n de Trump, ya que regresa convenientemente a finales de noviembre de 2016. As\u00ed que Seavey consigue que Naphtali consiga un trabajo en la campa\u00f1a de Hillary, lo que le permite explorar c\u00f3mo cierto tipo de establishment cis gay El chico de esa \u00e9poca tend\u00eda a tratar a Clinton como una especie de mam\u00e1 sustituta (y luego se desilusionaba a\u00fan m\u00e1s cuando mam\u00e1 no gan\u00f3). Es una toma interesante, pero no tiene espacio para madurar hacia una investigaci\u00f3n m\u00e1s profunda, porque la obra, que tiene s\u00f3lo un acto de 90 minutos, est\u00e1 abarrotada. Tiene la adicci\u00f3n en la mente, as\u00ed como la s\u00e1tira del mundo del arte, as\u00ed como el largo brazo del trauma del SIDA, as\u00ed como el eterno debate queer sobre la asimilaci\u00f3n, as\u00ed como las cuestiones de la guerra intergeneracional y la codependencia. Los esp\u00edritus de Kushner y Kramer son fuertes en \u00e9l (\u00a1dejemos que Seavey se suelte a una epopeya!), y es energizante ver una obra que se lanza tan libremente a una o dos jeremiadas, pero la direcci\u00f3n tambi\u00e9n es amplificada y Los siete a\u00f1os desaparecen<\/em> sigue desbordando su recipiente, como una olla llena de estofado a punto de hervir demasiado.<\/p>\n

Lo mejor es cuando Nixon y Trensch bajan la temperatura y regresan a ese esencial ajuste de cuentas entre madre e hijo. Cerca del final, cuando tienen la oportunidad de interpretar los aspectos m\u00e1s suaves de esa din\u00e1mica, se percibe toda la sensaci\u00f3n de viejas heridas, as\u00ed como admiraci\u00f3n y resentimiento mutuos y un intento vacilante de seguir adelante. Se pueden aplicar todo tipo de interpretaciones al respecto: una generaci\u00f3n que hace las paces con el da\u00f1o causado por la anterior, un nuevo tipo de familia queer, tal vez incluso otro tipo de actuaci\u00f3n. Pero tambi\u00e9n es simplemente una hermosa escena de dos individuos particulares y da\u00f1ados que hacen las paces al verse como tales.<\/p>\n

Los siete a\u00f1os desaparecen est\u00e1 en el Pershing Square Signature Center hasta el 31 de marzo<\/em>.<\/p>\n