{"id":1028036,"date":"2024-02-27T20:40:01","date_gmt":"2024-02-27T20:40:01","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/en-el-met-grandes-voces-y-elecciones-exageradas-en-la-forza-del-destino\/"},"modified":"2024-02-27T20:40:03","modified_gmt":"2024-02-27T20:40:03","slug":"en-el-met-grandes-voces-y-elecciones-exageradas-en-la-forza-del-destino","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/en-el-met-grandes-voces-y-elecciones-exageradas-en-la-forza-del-destino\/","title":{"rendered":"En el Met, grandes voces y elecciones exageradas en La Forza del Destino"},"content":{"rendered":"


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\n Foto de : Karen Almond\/Met Opera<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n

La \u00f3pera tiene el poder de hacernos deleitarnos con el sufrimiento de otras personas. Todas las artes trafican con dolor, por supuesto, pero no todas ofrecen el surgimiento de satisfacci\u00f3n sensual en la desesperaci\u00f3n que llega cerca del final de la obra de Verdi. La Fuerza del Destino. <\/em>En el cuarto acto de la nueva producci\u00f3n del Met, Lise Davidsen, como Leonora, sale tambale\u00e1ndose de la guarida de un ermita\u00f1o hacia las ruinas de su mundo, acompa\u00f1ada por un urgente deslizamiento de cuerdas. La orquesta se detiene abruptamente y, en ese silencio, ella hace flotar una tranquila fa que desciende una octava para enmarcar la palabra. paso.<\/em> Sabemos que no hay esperanza de paz, y ahora, cuando horas de tumulto se destilan en esa simple fusi\u00f3n de voz y arpa, Verdi nos mantiene contentos de que nunca llegue, porque entonces este momento de deslumbrante miseria tendr\u00e1 que terminar.<\/p>\n

El director Mariusz Treli\u0144ski, visto por \u00faltima vez en el Met flagelando Trist\u00e1n e Isolda<\/em> y ahora el autor del primer libro de la compa\u00f1\u00eda fuerza<\/em> Durante d\u00e9cadas, parece no confiar en la m\u00fasica ni en los m\u00fasicos para gestionar la tensi\u00f3n entre el placer del p\u00fablico y el dolor del personaje. Davidsen, una soprano que emite suficiente energ\u00eda para reemplazar un peque\u00f1o reactor nuclear, podr\u00eda cantar esa aria en total oscuridad y a\u00fan as\u00ed emitir un brillo exquisito. En cambio, el dise\u00f1ador de vestuario Moritz Junge la viste con un estilo informal apocal\u00edptico (una gabardina manchada de pervertido y una peluca rubia cortada), y se abre camino a trav\u00e9s de una estaci\u00f3n de metro bombardeada, compitiendo por la atenci\u00f3n con un coro de tubos fluorescentes parpadeantes y un escenario giratorio. que muestra diferentes segmentos de un mismo escombros. Con todas esas distracciones visuales, es un milagro que podamos escuchar algo.<\/p>\n

El Met sigue haciendo esto: obligando a espl\u00e9ndidos elencos a los brazos de directores decididos a extraer comentarios sociales escasos y obvios de partituras antiguas pero opulentas. Verdi tuvo mucho que decir sobre el poder, los prejuicios, el atractivo de la venganza, el calor competitivo de la amistad masculina y las terribles consecuencias del orgullo. Pint\u00f3 retratos con m\u00fasica de cada una de estas debilidades humanas eternas. No te puedes perder la emoci\u00f3n de un personaje que se precipita hacia un nuevo y desastroso error de juicio. La historia de fuerza<\/em> comienza con un amor interracial condenado al fracaso y un asesinato accidental y avanza a trav\u00e9s de tiernas lamentaciones, entretenimientos chispeantes, oraciones devocionales, duelos melodiosos: toda la rica panoplia de las t\u00e9cnicas dram\u00e1ticas de Verdi. Nada de esto adquiere mayor intensidad con unas cuantas manchas de graffiti en los azulejos del metro.<\/p>\n

El director Yannick N\u00e9z\u00e9t-Seguin lo entiende, guiando h\u00e1bilmente al elenco, el coro y la orquesta de una calamidad a otra, equilibrando la propulsi\u00f3n r\u00edtmica con el tiempo libre para saborear todos esos acordes aterciopelados y melod\u00edas turbulentas. El tenor Brian Jagde lo entiende, fortaleciendo el papel de Don \u00c1lvaro con una intensidad insaciable y una voz que salta hasta un sonido de trompeta. Puede que no tenga todos los matices de sentimiento y matices vocales del personaje, pero domina los extremos y es convincente en el acto final, luchando entre la mansedumbre monacal y la ira asesina y de grandes pulmones. Lo mismo hace Patrick Carfizzi, que inicia el cuarto acto con un malhumor afinado como Fra Melitone, repartiendo comida a los pobres con resentimiento.<\/p>\n

Y, sobre todo, Davidsen lo entiende. Ha migrado a la \u00f3pera italiana desde Wagner y Strauss, donde su inmenso sonido y su enf\u00e1tico fraseo hacen que algunos papeles parezcan hechos para ella. En un concierto reciente con la Orquesta de Filadelfia en el Carnegie Hall, ofreci\u00f3 una interpretaci\u00f3n fenomenal de la obra de Wagner. Lieder de Wesendonck<\/em>lleno de medias luces ahumadas, y lo sigui\u00f3 con un bis de \u201cDich, Teure Halle\u201d, de Tannhauser,<\/em> que rebosaba de alegr\u00eda sincera. All\u00ed, gradualmente subi\u00f3 su voz desde un brillo silencioso hasta una explosi\u00f3n deslumbrante y probablemente f\u00e1cilmente podr\u00eda haberle dado al dial un par de vueltas m\u00e1s. No toda esa maravilla se traduce al italiano. Davidsen no tiene un sentimiento natural por la vivacidad de Verdi, aunque claramente se ha esforzado por adquirirlo. Lo que s\u00ed tiene, sin embargo, es m\u00e1s importante: un sentido seguro de c\u00f3mo envolver un aria alrededor de un estado mental, c\u00f3mo pintar emociones parpadeantes con su voz, c\u00f3mo atraer y mantener la atenci\u00f3n del p\u00fablico para que cuando cante, nada lo dem\u00e1s realmente importa. En otras palabras, c\u00f3mo salvar una \u00f3pera de los golpes del director.<\/p>\n

Treli\u0144ski deja su huella incluso antes de que comience la obertura. Leonora, ya miserable y enojada con un vestido magenta anterior al cataclismo, sale furiosa de una recepci\u00f3n en un hotel generalmente elegante y se queda en la acera, fumando furiosamente un cigarrillo. Luego regresa furiosa al sal\u00f3n de baile, donde su caudillo padre est\u00e1 dando un discurso, a una oficina, rodea el escritorio, cruza las puertas, cruza el sal\u00f3n de baile y sale de nuevo a la calle. Vemos todos estos lugares gracias al tocadiscos gigante del Met, que gira e invierte direcciones sin cesar, como un carrusel de borrachos. Una vez que te acostumbras al movimiento, es un equivalente oper\u00edstico eficaz de un plano de seguimiento largo; La frustraci\u00f3n de Leonora permanece constante mientras camina de una habitaci\u00f3n a otra y la obertura avanza a trav\u00e9s de sus muchos estados de \u00e1nimo.<\/p>\n

Despu\u00e9s de eso, sin embargo, Treli\u0144ski intenta hacer coherente la trama disjunta del libretista Francesco Maria Piave pegando sus diversas piezas en un contexto de guerra total. Vemos pel\u00edculas de helic\u00f3pteros en c\u00e1mara lenta y de un soldado de barba incipiente avanzando por bosques invernales. El escen\u00f3grafo Boris Kudli\u010dka mantiene el ambiente agradable y sombr\u00edo con abundante alambre de p\u00faas y camas de hospital. Leonora sobrevive a un accidente automovil\u00edstico bajo la lluvia, lo que supone una excelente oportunidad para adornar el escenario con un chasis arrugado a un lado. Una vez que se ha quitado ese vestido llamativo en el primer acto, la combinaci\u00f3n de colores gira en torno al barro, el hormig\u00f3n y la ceniza. El problema con todo esto ni siquiera es la insistencia en la oscuridad o los clich\u00e9s sartoriales: \u00a1ni otro abrigo largo de cuero negro! \u2013 o el complicado negocio del escenario. Es la creencia de que la gama de pasiones humanas, desde las mezquinas hasta las trascendentes, que Verdi traz\u00f3 tan perspicazmente en la m\u00fasica debe reinventarse como una historia de guerra total. Es como si el director creyera que un p\u00fablico exigente encontrar\u00eda todas las relaciones y acontecimientos de la \u00f3pera demasiado fr\u00edvolos para aceptarlos a menos que estuvieran legitimados por una dosis de salvajismo y aniquilaci\u00f3n.<\/p>\n

La Fuerza del Destino Est\u00e1 en el Metropolitan Opera hasta el 29 de marzo.<\/em><\/p>\n