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La guerra de agresi\u00f3n de Putin y el terrorismo de Hamas han tomado a Occidente por sorpresa. Existe una tradici\u00f3n de subestimar a los agresores totalitarios, lo que plantea la cuesti\u00f3n de si existe una tendencia estructural de las democracias a apaciguar.<\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/div>\n\n <\/div>\n
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Si Ucrania, despu\u00e9s de m\u00e1s de dos a\u00f1os de resistencia heroica, ya no fuera capaz de resistir la creciente presi\u00f3n de agresi\u00f3n del agresor ruso, ser\u00eda el resultado catastr\u00f3fico de un nuevo fracaso hist\u00f3rico de las democracias occidentales, con consecuencias igualmente devastadoras para aquellas de la pol\u00edtica de apaciguamiento de los a\u00f1os treinta.<\/p>\n
Desde el comienzo de la guerra de agresi\u00f3n rusa contra toda Ucrania, Occidente ha hecho esfuerzos considerables para apoyar financieramente y con equipamiento militar al pa\u00eds invadido. Pero retuvo los sistemas de armas que Ucrania necesitaba con urgencia y entreg\u00f3 el equipo militar prometido demasiado tarde, en una cantidad demasiado peque\u00f1a o no lo entreg\u00f3 en absoluto. Esto permiti\u00f3 a los invasores regenerarse despu\u00e9s de severos reveses iniciales y formar nuevas oleadas de ataques.<\/p>\n
Detr\u00e1s de esta omisi\u00f3n occidental estaba el falso c\u00e1lculo de que la energ\u00eda agresiva de Rusia tarde o temprano se agotar\u00eda ante la resistencia ucraniana y que entonces el Kremlin tendr\u00eda que mostrarse dispuesto a llegar a un acuerdo. Esta falta de reconocimiento del verdadero alcance del deseo de destrucci\u00f3n de Rusia tiene una historia larga y fatal. A m\u00e1s tardar, con el comienzo de la agresi\u00f3n rusa contra Ucrania en 2014, Occidente deber\u00eda haberse dado cuenta de que el Estado criminal de Putin no es susceptible de racionalidad y, por tanto, no puede ser un \u00absocio\u00bb en pol\u00edtica econ\u00f3mica o de seguridad. Pero como esto no sucedi\u00f3, los l\u00edderes occidentales no estaban en gran medida preparados cuando el Kremlin realmente se puso serio con su campa\u00f1a genocida de aniquilaci\u00f3n contra Ucrania en 2022.<\/p>\n
Miedo y admiraci\u00f3n<\/span><\/h2>\nEl mundo democr\u00e1tico tambi\u00e9n fue tomado por sorpresa por la masacre de Ham\u00e1s el 7 de octubre, que cont\u00f3 con el respaldo de la Rep\u00fablica Isl\u00e1mica de Ir\u00e1n. As\u00ed como los planes imperiales de reorganizaci\u00f3n mundial de los gobernantes de Mosc\u00fa han sido descartados durante mucho tiempo como ret\u00f3rica propagand\u00edstica vac\u00eda, la gente en Europa en particular se neg\u00f3 a tomar la ideolog\u00eda extremista apocal\u00edptica y los anuncios de aniquilaci\u00f3n del r\u00e9gimen de Teher\u00e1n, aliado de Mosc\u00fa, y sus tropas terroristas subsidiarias contra Israel en su palabra.<\/p>\n
As\u00ed, las democracias occidentales volvieron a caer en los patrones de comportamiento de la pol\u00edtica de apaciguamiento de los a\u00f1os treinta. La historia del apaciguamiento y la congraciaci\u00f3n con reg\u00edmenes autoritarios agresivos no comenz\u00f3 simplemente con el ascenso de Hitler al poder. La dictadura de Benito Mussolini estuvo idealizada en las democracias occidentales durante mucho tiempo, incluso en la clase media burguesa, alimentada por el miedo a la revoluci\u00f3n comunista, pero tambi\u00e9n porque partes considerables de las propias elites occidentales coqueteaban con una soluci\u00f3n autoritaria a los conflictos internos de sus pa\u00edses. sociedades.<\/p>\n
La priorizaci\u00f3n de las ventajas econ\u00f3micas de corto plazo sobre la moralidad democr\u00e1tica supuestamente \u201cno mundana\u201d crea un relativismo de valores.<\/p><\/blockquote>\n
Pero la moderaci\u00f3n occidental no s\u00f3lo existi\u00f3 contra el fascismo y el nacionalsocialismo: tambi\u00e9n se practic\u00f3 desde el principio contra la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica. Despu\u00e9s de que Gran Breta\u00f1a ya hab\u00eda \u201cnormalizado\u201d sus relaciones con Mosc\u00fa, a principios de la d\u00e9cada de 1930 aument\u00f3 la presi\u00f3n de empresarios influyentes sobre el gobierno de Estados Unidos para allanar el camino para relaciones comerciales lucrativas con el Estado sovi\u00e9tico. La gente estaba muy feliz de creer las garant\u00edas de Stalin de que ya no persegu\u00eda intenciones revolucionarias mundiales y deseaba sinceramente el comercio pac\u00edfico con el mundo capitalista.<\/p>\n
Cuando el periodista brit\u00e1nico Gareth Jones revel\u00f3 la verdad sobre el Holodomor, la hambruna sovi\u00e9tica en Ucrania en 1932-33, los gobiernos de las principales democracias occidentales la descartaron como propaganda de atrocidades que podr\u00eda perturbar el proceso de acercamiento con Mosc\u00fa. El silencio occidental permiti\u00f3 a los dirigentes sovi\u00e9ticos negar y encubrir este crimen genocida durante muchas d\u00e9cadas.<\/p>\n
Dada esta larga tradici\u00f3n de subestimar y encubrir a los agresores totalitarios, surge la pregunta de si existe una tendencia estructural de las democracias a apaciguar. De hecho, hay una variedad de factores que hacen que las sociedades liberales sean vulnerables a retirarse de poderes autoritarios agresivos y a autoenga\u00f1arse sobre sus verdaderas intenciones.<\/p>\n
En primer lugar, est\u00e1n las premisas de una econom\u00eda libre, cuyo desarrollo requiere mercados abiertos y un comercio mundial lo m\u00e1s ilimitado posible. Sin embargo, para contener a los agresores autoritarios, se deben aceptar restricciones en las relaciones econ\u00f3micas, como sanciones. As\u00ed pues, parece que las necesidades del mercado y las m\u00e1ximas \u00e9ticas de la democracia entran en conflicto. Pero si se mira m\u00e1s de cerca, esta oposici\u00f3n resulta ser de corto plazo. Porque las inversiones en Estados con reg\u00edmenes arbitrarios pueden de repente convertirse en un desastre, como lo demuestra ahora el amplio colapso del \u00abnegocio ruso\u00bb como resultado de la guerra de agresi\u00f3n rusa.<\/p>\n