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Critica la nostalgia de los conciertos y las burbujas acad\u00e9micas de la m\u00fasica contempor\u00e1nea. Lo importante no es lo que hay en las partituras, sino que la m\u00fasica llegue directamente a sus oyentes, afirma Moritz Eggert. Encontrarse con un provocador involuntario.<\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/div>\n\n <\/div>
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El compositor, pianista e int\u00e9rprete Moritz Eggert.<\/h2>\n F\u00e9lix Poehland<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\nHay que tener cuidado con los clich\u00e9s. El artista loco, por ejemplo, que rompe las convenciones con abandono y declara que la provocaci\u00f3n es el prop\u00f3sito de su vida. Alguien que supuestamente cumple suficientemente con esta imagen es Moritz Eggert: compositor, pianista y a menudo referido como el \u201cchico malo de la m\u00fasica\u201d. A principios de marzo, este chico malo se sienta en un hotel de L\u00f6rrach y suspira profundamente. Se ha enfrentado a este clich\u00e9 innumerables veces y se ha sentido incomprendido innumerables veces. \u201cUn poco de locura es parte de esto\u201d, dice Eggert, pero nunca le interes\u00f3 la provocaci\u00f3n como un fin en s\u00ed misma. En cambio, quiere ser sincero en su arte, tanto consigo mismo como con sus oyentes.<\/p>\n
En la conversaci\u00f3n, este hombre de 58 a\u00f1os es un contempor\u00e1neo reflexivo y sensible que defiende apasionadamente la libertad del arte, en particular contra las prohibiciones de pensar. Tampoco le impresionan los dogmas est\u00e9ticos. Con su ciclo \u201cHammerklavier\u201d ampl\u00eda la interpretaci\u00f3n del piano a lo performativo, a veces con el uso de todo el cuerpo. Para el Mundial de 2006 cre\u00f3 un oratorio de f\u00fatbol (\u201cLa profundidad del espacio\u201d) que ironizaba el culto religioso en el deporte. Y en el ciclo de canciones \u201cEl amor de los nuevos poetas\u201d musicaliza poemas de autores contempor\u00e1neos como reflejo y refracci\u00f3n del amor rom\u00e1ntico.<\/p>\n
Los oyentes a menudo estaban entusiasmados, a veces hubo cr\u00edticas e incluso habl\u00f3 de discusiones violentas entre el p\u00fablico. \u00abNo soy de los que se alborotan\u00bb, explica Eggert. Sin embargo, tambi\u00e9n cree: \u201cCuando haces arte, no debes tener miedo de que la gente se enoje\u201d.<\/p>\n
Tras los pasos de Hitchcock<\/span><\/h2>\nMientras tanto, en la tranquila L\u00f6rrach reina la tranquilidad. Aqu\u00ed Eggert tambi\u00e9n aparece por primera vez como compositor de m\u00fasica de cine con su adaptaci\u00f3n del psicodrama de Hitchcock \u201cChantaje\u201d. La colaboraci\u00f3n se presentar\u00e1 en oto\u00f1o en Arte y a principios de marzo celebr\u00f3 su estreno en el Burghof L\u00f6rrach bajo la direcci\u00f3n de Titus Engel, interpretado por la Sinfonietta de Basilea. En el centro de la pel\u00edcula, para hablar en t\u00e9rminos modernos, hay uno #<\/strong>Historia de MeToo sobre Alice, una mujer que, en defensa propia, apu\u00f1ala a su amante que intent\u00f3 violarla. Se supone que su marido, un polic\u00eda, debe resolver el asesinato. A medida que avanza la historia, Alice es chantajeada por un c\u00f3mplice, al final su marido la protege y ella queda libre; Pero la culpa se convierte en su prisi\u00f3n interior.<\/p>\nPara crear su composici\u00f3n, Eggert penetr\u00f3 en la pel\u00edcula escena por escena. Su respeto por la maestr\u00eda de Hitchcock no ha hecho m\u00e1s que crecer. \u00abTe das cuenta de cu\u00e1nto amor y arte hay en cada detalle. Todo es intencional, nada accidental. \u00abEso es simplemente brillante\u00bb, dice Eggert. Durante su trabajo se comunicaba mentalmente con el director y, hasta cierto punto, se sent\u00eda parte del equipo. Vinculado en detalle con los respectivos \u00e1ngulos y cortes de la c\u00e1mara, se cre\u00f3 un paisaje sonoro psicol\u00f3gico que traduce de manera apasionante las emocionantes im\u00e1genes de Hitchcock en sonidos.<\/p>\n
\u201cM\u00fasica libre\u201d: as\u00ed llama Eggert a su forma de componer. Para \u00e9l, ser libre significa tambi\u00e9n ser independiente de ciertas expectativas. Est\u00e1 particularmente alienado por aquellos que, seg\u00fan su experiencia, predominan entre los defensores de la nueva m\u00fasica en un contexto acad\u00e9mico.<\/p>\n
Eggert ha formado parte del jurado de concursos de composici\u00f3n en varias ocasiones y ha experimentado las reglas no escritas que determinan la selecci\u00f3n de una pieza: \u201cLa imagen de la partitura debe parecer complicada. Las cuerdas siempre deben estar divididas. Debe haber tantos cambios de horario como sea posible. Cada pieza deber\u00e1 ir acompa\u00f1ada de una leyenda de al menos diez p\u00e1ginas con instrucciones de juego y efectos t\u00e9cnicos especiales. Nadie dice todas estas cosas, pero determinan el reconocimiento en los c\u00edrculos acad\u00e9micos\u201d, afirma Eggert.<\/p>\n
Desde su punto de vista, esto no tiene sentido: \u00abSi est\u00e1s sentado entre el p\u00fablico, no te interesa lo que hay en la partitura\u00bb, dice Eggert. La \u00fanica cuesti\u00f3n decisiva es si los oyentes se sienten conmovidos por la m\u00fasica y comprenden su intenci\u00f3n. \u00abComo compositores, tenemos que estar m\u00e1s en contacto con el p\u00fablico para poder darnos cuenta de si lo que estamos haciendo es recibido\u00bb, dice Eggert.<\/p>\n
Seg\u00fan Eggert, que tambi\u00e9n trabaja a tiempo parcial como profesor en la Universidad de M\u00fasica de Munich, esto no tiene nada que ver con complacer gustos simples de escucha o con una devaluaci\u00f3n de las universidades como instituciones educativas. En cambio, siente que es su responsabilidad como artista: \u201cNo se trata de que todos amen mi m\u00fasica. Pero quiero que todos puedan acceder a mi m\u00fasica, incluso si no tienen una formaci\u00f3n acad\u00e9mica y nunca antes han escuchado m\u00fasica cl\u00e1sica\u00bb, dice Eggert.<\/p>\n