Foto: Oleksii Karamanov\/Getty Images\/Tetra Images RF<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n\u201cDisculpe\u201d, le dije a la azafata que saludaba a los pasajeros y les entregaba paquetes de toallitas desinfectantes y auriculares cuando llegaba a mi pasillo. Mi coraz\u00f3n lat\u00eda con fuerza a la velocidad de las alas de un colibr\u00ed en el aire y me sent\u00ed mareado. Respirar profundamente era como intentar levantar cemento con los pulmones. Llevaba s\u00f3lo cinco minutos en mi asiento mientras los pasajeros todav\u00eda entraban, metiendo equipaje de mano demasiado grande en compartimentos superiores demasiado peque\u00f1os; El jumbo Airbus parec\u00eda una lata de at\u00fan. A pesar de mis mejores esfuerzos, no hab\u00eda podido convencerme de sentarme y abrocharme el cintur\u00f3n. Cada vez que mi trasero aterrizaba en el asiento, saltaba hacia atr\u00e1s como si estuviera cubierto de chinchetas.<\/p>\n
\u00ab\u00bfAuriculares? \u00bfAlcohol en gel?\u00bb me pregunt\u00f3 la azafata con una sonrisa enlucida. \u201cTengo que bajarme de este avi\u00f3n\u201d, respond\u00ed. El interior de mi cr\u00e1neo alternaba entre im\u00e1genes del avi\u00f3n estrell\u00e1ndose en el Oc\u00e9ano Atl\u00e1ntico y un motor disloc\u00e1ndose, haci\u00e9ndonos caer en picada. \u00ab\u00bfPuedes decirme qu\u00e9 hacer?\u00bb Pregunt\u00e9 desesperadamente, d\u00e1ndome cuenta de que los pasajeros y la tripulaci\u00f3n que se aproximaban me estaban mirando de reojo. \u201c\u00bfQuieres bajarte del avi\u00f3n?\u201d pregunt\u00f3 en un tono ahora serio dos octavas m\u00e1s bajo que su voz de saludo. \u00abBueno, pens\u00e9 que quer\u00eda irme de vacaciones en solitario durante un fin de semana largo\u00bb, espet\u00e9, \u00abpero ahora s\u00f3lo quiero estar en casa con mi familia\u00bb. Mi cara estaba sonrojada de verg\u00fcenza. \u00abEst\u00e1 bien, bueno, debes recoger tus pertenencias e ir a hablar con el encargado de la puerta\u00bb. ella dijo. Sal\u00ed corriendo del avi\u00f3n, manteniendo los ojos en mis zapatos durante todo el camino por el largo puente del jet. Vi c\u00f3mo el agente de la puerta de embarque tecle\u00f3 durante aparentemente 20 minutos en una computadora para descartarme del registro de vuelo. Por suerte, s\u00f3lo llevaba equipaje de mano, por lo que huir fue relativamente f\u00e1cil. Mientras persist\u00eda la humillaci\u00f3n, mi garganta se abri\u00f3 para respirar profundamente y mi pulso se calm\u00f3 mientras sal\u00eda de JFK y tomaba un taxi amarillo en direcci\u00f3n a mi casa en Brooklyn. Eso fue hace dos veranos.<\/p>\n
Mi miedo a volar comenz\u00f3 cuando ten\u00eda veintitantos a\u00f1os cuando, durante un vuelo a Arizona, un t\u00edpico ataque de turbulencia hizo que mi est\u00f3mago se hundiera y mi mente se fuera directo a la muerte. La sensaci\u00f3n era nueva. Crecer en Virginia, con la mitad de mi familia viviendo en California, signific\u00f3 que hab\u00eda estado volando a trav\u00e9s del pa\u00eds desde la infancia. En todo caso, los vuelos largos eran aburridos pero nunca peligrosos. Esperaba que fuera un susto moment\u00e1neo, pero no lo fue. A partir de entonces, semanas antes de un vuelo, la ansiedad son\u00f3 como m\u00fasica de fondo de mi vida, sacudi\u00e9ndome e irradiando temor. Empec\u00e9 a tomar Xanax y a tomar unas copas a bordo, que fueron soluciones leves y moment\u00e1neas, pero despu\u00e9s de tener un beb\u00e9, no pod\u00eda dejarme llevar y ser cuidadora en el aire. No ayud\u00f3 que Xanax ya no fuera tan efectivo para m\u00ed. Mi dosis habitual podr\u00eda mantenerme tranquilo y como un zombi durante aproximadamente una hora antes de provocarme un p\u00e1nico exagerado debido al efecto rebote.<\/p>\n\n Mi coraz\u00f3n lat\u00eda con fuerza a la velocidad de las alas de un colibr\u00ed en el aire y me sent\u00ed mareado. Respirar profundamente era como intentar levantar cemento con los pulmones.<\/span><\/p>\n<\/aside>\nPero bajar de ese vuelo transcontinental fue lo peor que jam\u00e1s hab\u00eda sido. Lo atribu\u00ed a la matrescencia, un tipo de segunda adolescencia, un cambio psicol\u00f3gico y de identidad social, que ocurre durante el inicio de la maternidad, como lo acu\u00f1\u00f3 la antrop\u00f3loga Dana Raphael en 1973. <\/strong>Desde que tuve a mi hijo, mi necesidad de seguridad f\u00edsica, tanto para \u00e9l como para m\u00ed, hab\u00eda aumentado. La noci\u00f3n de que \u00a1No puedo morir! \u00a1Este ni\u00f1o me necesita!<\/em> se afianz\u00f3 desde el principio. Supuse que mi miedo a volar era el intento equivocado de mi cerebro de mantener a todos vivos y a salvo. Lo vi como un error de crianza excesivo. Probablemente no ayud\u00f3 que la pandemia hubiera detenido los viajes y esta era la primera vez que me enfrentaba a un vuelo de larga distancia en m\u00e1s de dos a\u00f1os.<\/p>\nEl oto\u00f1o siguiente, reserv\u00e9 unas vacaciones para mi esposa, mi hijo y para m\u00ed en Portugal para ese noviembre. Tal vez con mi familia a cuestas, pens\u00e9, podr\u00eda organizar el viaje. Adem\u00e1s, no iba a permitir que bajar de un vuelo internacional me impidiera volver a intentarlo. Luego, tres semanas antes del despegue, me despert\u00e9 por la noche sudando y con una familiar sensaci\u00f3n de fatalidad. No pod\u00eda soportar la idea de estar desatado al suelo. Pod\u00eda sentir mi garganta cerrarse. \u00bfQu\u00e9 clase de madre ser\u00eda yo si conscientemente pusiera a mi familia en un peligro as\u00ed? A la ma\u00f1ana siguiente cancel\u00e9 nuestro viaje. \u00abEst\u00e1 bien. Podemos intentar ir a alg\u00fan lugar m\u00e1s cercano este invierno\u201d, me asegur\u00f3 mi esposa. Ella me apoy\u00f3 pero amablemente me record\u00f3 que esta no era una manera de vivir a largo plazo para nosotros. Me las arregl\u00e9 para visitar a mis padres en Phoenix ese invierno, e incluso logr\u00e9 asistir al viaje anual de vacaciones de primavera de nuestra familia a Miami. En junio pasado, me obligu\u00e9 a volar siete horas a lo largo de 3.461 millas hasta Londres.<\/p>\n
La idea de que mi hijo tuviera historias infantiles de su madre loca cancelando planes de viaje en el \u00faltimo minuto porque ten\u00eda miedo era m\u00e1s de lo que pod\u00eda soportar. Pas\u00e9 los vuelos con los nudillos blancos, tratando de hacer ejercicios de respiraci\u00f3n profunda y distray\u00e9ndome con comedias durante el vuelo y muchos bocadillos crujientes. \u00abEsto est\u00e1 bien, \u00bfverdad?\u00bb Le dec\u00eda a mi esposa cada 20 minutos mientras camin\u00e1bamos por el cielo en busca de tranquilidad. Observ\u00e9 a las tranquilas azafatas moverse por el avi\u00f3n, tratando de obtener su sensaci\u00f3n de tranquilidad y seguridad a trav\u00e9s de la \u00f3smosis. Nada funcion\u00f3 y pas\u00e9 la mayor parte de cada vuelo en un estado f\u00edsico de hipervigilancia. En el mejor de los casos, manten\u00eda los latidos de un trote pausado cuando la se\u00f1al de abrocharse el cintur\u00f3n estaba apagada, pero tan pronto como cambi\u00f3 la luz, mis pulmones se comprimieron y mi coraz\u00f3n lati\u00f3 con fuerza. El sudor brot\u00f3. Me dol\u00edan los m\u00fasculos, como si hubiera tomado una clase de levantamiento de pesas de tres horas, las ma\u00f1anas despu\u00e9s de volar por estar en un estado de tensi\u00f3n constante el d\u00eda anterior.<\/p>\n
Cuando mi hijo cumpli\u00f3 4 a\u00f1os y con las restricciones de viaje pand\u00e9micas m\u00e1s o menos completamente atr\u00e1s, ya no quer\u00eda vivir nuestra vida, nuestras aventuras, limitadas por la menor cantidad de millas que pod\u00eda recorrer sufriendo. En un acto de desesperaci\u00f3n, le pregunt\u00e9 a mi terapeuta sobre la hipnosis.<\/p>\n
Hist\u00f3ricamente, soy esc\u00e9ptico respecto de los tratamientos alternativos y me preocupa alimentar a los estafadores. Pero dado que ya hab\u00edamos hablado de que la psicoterapia por s\u00ed sola no siempre era eficaz para los s\u00edntomas f\u00edsicos del trauma, razon\u00e9 que mi miedo a volar podr\u00eda requerir algo diferente. Ella me anim\u00f3 a intentarlo. Entonces encontr\u00e9 un consejero autorizado con sede en Nueva York que se especializaba en necesidades comunes de hipnosis (miedos, falta de control, problemas de ira) y trabajaba con personas creativas, particularmente aquellas que experimentaban bloqueo del escritor y miedo esc\u00e9nico. Extend\u00ed la mano. Al tel\u00e9fono, su marcado acento ruso era autoritario y tranquilizador. Ella comparti\u00f3 c\u00f3mo su experiencia de ser madre de dos ni\u00f1os peque\u00f1os la ayud\u00f3 a comprender los cambios psicol\u00f3gicos de la crianza de los hijos. Tal vez fue el acento, alg\u00fan v\u00ednculo de maternidad o el deseo de entregarle mi problema a otra persona, pero segu\u00ed adelante y reserv\u00e9 la sesi\u00f3n de Zoom de 60 minutos por $ 345.<\/p>\n
Antes de la sesi\u00f3n, me puse mi ropa de casa m\u00e1s c\u00f3moda y me envolv\u00ed en mi manta m\u00e1s pesada y esponjosa, ansiosa por entrar en un estado de hipnosis y reprogramar mi cerebro. Tanya apareci\u00f3 en la pantalla de mi computadora como una b\u00fasqueda de im\u00e1genes de archivo de \u201cprofesional de salud mental\u201d: su\u00e9ter de punto, cabello largo y liso, espacio de oficina anodino detr\u00e1s de ella, silla con ruedas negra. Me la hab\u00eda imaginado sentada en un campo de flores silvestres o al menos con un cartel psicod\u00e9lico colgado de fondo.<\/p>\n
De inmediato me sumerg\u00ed en mi teor\u00eda sobre la maternidad y la identidad: que mi miedo a volar surg\u00eda de la necesidad de mantenernos seguros a m\u00ed y a mi hijo, que hab\u00eda sido un reflejo hiperactivo desde que me convert\u00ed en madre. Antes de dejarme llevar, Tanya me pregunt\u00f3 si pod\u00eda recordar exactamente cu\u00e1ndo comenz\u00f3 mi miedo a volar y luego cort\u00e9smente se\u00f1al\u00f3 que mi miedo a volar en realidad hab\u00eda aumentado. antes<\/em> Me convert\u00ed en padre, de hecho, unos dos a\u00f1os antes. \u201c\u00bfOcurri\u00f3 algo inusual en el momento del repunte?\u201d ella pregunt\u00f3. Mi est\u00f3mago se retorci\u00f3 y mi garganta se puso arenosa. De la manera m\u00e1s concisa y sin emociones que pude, repas\u00e9 r\u00e1pidamente el asalto que experiment\u00e9 en mi vecindario una noche del verano de 2016. Pero mientras hablaba, me concentr\u00e9 principalmente en todo el trabajo que hab\u00eda hecho en terapia y en conectarme y ser abierto. con otros, y c\u00f3mo ahora no era un problema en mi vida. \u00abYa no me afecta\u00bb, le dije a Tanya. Esto no era lo que quer\u00eda discutir. \u201c\u00bfQu\u00e9 ha ayudado espec\u00edficamente?\u201d pregunt\u00f3, neg\u00e1ndose a dejar el tema. \u201c\u00bfAparte de la terapia cr\u00f3nica, reconfigurar mi relaci\u00f3n con el alcohol y la paciencia? Salir de lugares cuando me siento inc\u00f3modo ha sido de gran ayuda\u201d, dije. \u201cIncluso saber que puedo irme ha sido incre\u00edblemente poderoso para m\u00ed. Necesito sentirme a cargo de d\u00f3nde est\u00e1 mi cuerpo\u201d.<\/p>\nElla esper\u00f3 y mir\u00f3 fijamente. Parpade\u00e9 hacia atr\u00e1s, incapaz de entender qu\u00e9 quer\u00eda que concluyera. \u201c\u00bfY qu\u00e9 tal cuando est\u00e1s en un avi\u00f3n?\u201d ella empuj\u00f3. \u00abBueno, no puedo bajar de un avi\u00f3n\u00bb. Ella asinti\u00f3. Mi estrategia de afrontamiento m\u00e1s importante, huir, mover mi cuerpo a cualquier otro lugar, no estaba disponible a 26.000 pies de altura. Mis ojos se llenaron de l\u00e1grimas y se abri\u00f3 una profunda tristeza que viv\u00eda justo debajo de la superficie de mi miedo y frustraci\u00f3n. Si bien hab\u00eda aprendido a afrontar la situaci\u00f3n de muchas maneras, me di cuenta de que todav\u00eda no hab\u00eda descubierto c\u00f3mo quedarme quieto cuando me sent\u00eda inc\u00f3modo. Es m\u00e1s, todav\u00eda equiparaba la incomodidad con el peligro inmediato. \u00abNo es necesario que te vayas cuando est\u00e1s en un avi\u00f3n\u00bb, dijo rotundamente. \u201cHoy en d\u00eda no existe una forma m\u00e1s segura de viajar. Usted y su familia est\u00e1n a salvo\u201d.<\/p>\n\n Mi estrategia de afrontamiento m\u00e1s importante, huir, mover mi cuerpo a cualquier otro lugar, no estaba disponible a 26.000 pies de altura.<\/span><\/p>\n<\/aside>\nFinalmente, comenzamos la hipnosis. Ella me gui\u00f3 en lo que parec\u00eda una meditaci\u00f3n guiada individual, comenzando con una cuenta regresiva desde 200 e indicaciones para visualizar n\u00fameros y un entorno sereno. Una vez que llegu\u00e9 a un estado de relajaci\u00f3n, sintiendo literalmente que no pod\u00eda abrir los ojos ni mover las extremidades, ella habl\u00f3 en frases concisas y repetidas, dici\u00e9ndome que no ten\u00eda que abandonar el avi\u00f3n, que estaba a salvo, que estaba calma, y \u200b\u200bque volar ahora ser\u00eda una experiencia que le traer\u00eda tranquilidad. Durante ese tiempo, ella me gui\u00f3 a trav\u00e9s de un ejercicio visual, comenzando en mi apartamento y llegando hasta el aterrizaje del avi\u00f3n.<\/p>\n
Cuando termin\u00f3 nuestra sesi\u00f3n, ten\u00eda tarea. Tanya me indic\u00f3 que hiciera tapping facial (EFT) una vez al d\u00eda mientras repet\u00eda un mantra (Siempre me siento seguro cuando vuelo. Estoy completamente a gusto y relajado)<\/em> y escuchar mi sesi\u00f3n de hipnosis, que hab\u00eda grabado dos veces por semana antes de mi pr\u00f3ximo vuelo de seis horas a Los \u00c1ngeles. Sal\u00ed de la sesi\u00f3n relajado pero dudoso de que cambiara mucho. Si bien todo lo que Tanya dijo sobre mi necesidad de huir ten\u00eda sentido, me sent\u00eda frustrada por seguir lidiando con m\u00e1s efectos postraum\u00e1ticos. M\u00e1s que nada, quer\u00eda que la curaci\u00f3n fuera finita, pero hab\u00eda asistido a suficientes terapias para saber que no es lineal. Durante las siguientes dos semanas, complet\u00e9 diligentemente mis meditaciones y mantras diarios. A los pocos d\u00edas, not\u00e9 que el ruido de fondo de mi t\u00edpica ansiedad por volar estaba en silencio. Ni una sola vez consider\u00e9 cancelar mi viaje y todav\u00eda no me hab\u00eda despertado ni una sola vez en medio de la noche sudando antes del viaje. Tentativamente, lo atribu\u00ed a un efecto placebo.<\/p>\nLa ma\u00f1ana de mi vuelo sent\u00ed completamente a gusto y relajado<\/em>. No sent\u00ed ni una punzada de nervios mientras pasaba por el control de seguridad. Cuando sub\u00ed, no sent\u00ed nada m\u00e1s que curiosidad por saber qu\u00e9 pel\u00edculas se proyectar\u00edan y si realmente har\u00eda algo del trabajo que hab\u00eda planeado. Not\u00e9 los latidos de mi coraz\u00f3n, lentos y constantes, y escane\u00e9 mi cerebro en busca de pensamientos de desastre, pero no encontr\u00e9 ninguno. Fue como si me hubieran lobotomizado.<\/p>\nA medida que nos acerc\u00e1bamos a Los \u00c1ngeles, el avi\u00f3n comenz\u00f3 su descenso saltando sobre picos nevados. No se produjo ni un destello de imagen de explosi\u00f3n de fuego ni una ca\u00edda en mi est\u00f3mago. No estoy seguro de si fue un efecto placebo, o una reconfiguraci\u00f3n del cerebro, o la comprensi\u00f3n de que no siempre necesito escapar, lo que aparentemente erradic\u00f3 mi miedo. Mir\u00e9 por la ventana para contemplar la serena escena de abajo, apreciando el \u00e1ngulo novedoso y la sensaci\u00f3n de calma, feliz por el momento incluso si result\u00f3 ser temporal.<\/p>\n\n\n
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