Cada medio narrativo tiene sus fortalezas y debilidades. Los libros contienen ideas y di\u00e1logos internos que enriquecen una historia a trav\u00e9s de detalles y contexto adicionales. Las pel\u00edculas elevan las palabras de un gui\u00f3n y les dan una dimensi\u00f3n visual, pero se limitan a aproximadamente dos horas de presentaci\u00f3n. La televisi\u00f3n toma esas mismas fortalezas y extiende una historia a lo largo de varios episodios (y, en algunos casos, temporadas). De hecho, esta es la raz\u00f3n por la cual la miniserie es un formato popular para muchas historias de televisi\u00f3n.<\/p>\n
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En el mejor de los casos, un buen programa de televisi\u00f3n puede generar recompensas basadas en horas de profundidad emocional y dram\u00e1tica. Esos momentos de recompensa, bien hechos, pueden aumentar la resonancia de una historia con su audiencia de una manera incre\u00edble. Como tal, algunas historias que se han llevado a la pantalla grande podr\u00edan haber florecido a\u00fan m\u00e1s en un entorno televisivo. En estos casos, un pu\u00f1ado de episodios y una atenci\u00f3n m\u00e1s cuidadosa a los detalles de la trama pueden tener un efecto sorprendente en la calidad de la historia. Aqu\u00ed hay siete pel\u00edculas que deber\u00edan rehacerse para la televisi\u00f3n y por qu\u00e9.<\/p>\n