\n<\/aside>\n<\/p>\n
Desde 1938, uno de los art\u00edculos m\u00e1s preciados de la colecci\u00f3n de la biblioteca de la Universidad de Michigan ha sido una rara p\u00e1gina manuscrita supuestamente escrita por Galileo. Pero despu\u00e9s de una investigaci\u00f3n interna, los curadores de la biblioteca han concluido que el manuscrito es de hecho falso, y lo m\u00e1s probable es que haya sido ejecutado por un conocido falsificador del siglo XX. Los curadores fueron informados sobre la falsificaci\u00f3n por el historiador del estado de Georgia, Nick Wilding, quien comenz\u00f3 a sospechar de la autenticidad del manuscrito mientras trabajaba en una biograf\u00eda de Galileo.<\/p>\n
\u201cFue bastante desgarrador cuando supimos por primera vez que nuestro Galileo no era realmente un Galileo\u201d, dijo a The New York Times Donna L. Hayward, decana interina de las bibliotecas de la Universidad de Michigan. No obstante, la biblioteca opt\u00f3 por la transparencia y anunci\u00f3 p\u00fablicamente la falsificaci\u00f3n. \u201cBarrer todo debajo de la alfombra va en contra de lo que representamos\u201d, dijo Hayward.<\/p>\n
El manuscrito de una sola hoja en cuesti\u00f3n pretend\u00eda ser un borrador de una carta del 24 de agosto de 1609 que Galileo escribi\u00f3 al dux de Venecia describiendo sus observaciones con un telescopio (occhiale<\/em>) que hab\u00eda construido. (La carta final se encuentra en los Archivos Estatales de Venecia). Galileo oy\u00f3 hablar por primera vez de un nuevo y maravilloso instrumento para \u201cver cosas lejanas como si estuvieran cerca\u201d en una carta de un colega llamado Paolo Sarpi, que hab\u00eda presenciado una manifestaci\u00f3n en Venecia. Insatisfecho con el rendimiento de los instrumentos disponibles, Galileo construy\u00f3 el suyo propio, incluso aprendiendo a moler sus propias lentes para mejorar la \u00f3ptica.<\/p>\n\nAgrandar
\/<\/span> Retrato de Galileo Galilei por Justus Sustermans, 1636. Museo Uffizi, Florencia.<\/div>\nDominio publico<\/p>\n<\/figcaption><\/figure>\n
El primer objeto que estudi\u00f3 Galileo fue la Luna, hacia fines de 1609, y luego J\u00fapiter cuando estaba m\u00e1s cerca de la Tierra y, por lo tanto, el objeto m\u00e1s brillante en el cielo nocturno (aparte de la propia Luna, por supuesto). Observ\u00f3 el 7 de enero de 1610 que J\u00fapiter parec\u00eda tener tres estrellas fijas cerca. Intrigado, volvi\u00f3 a mirar el planeta la noche siguiente, esperando que el entonces cuerpo retr\u00f3grado se hubiera movido de este a oeste, dejando atr\u00e1s a las tres peque\u00f1as estrellas. En cambio, J\u00fapiter parec\u00eda haberse movido hacia el este.<\/p>\n\n Anuncio publicitario <\/span> <\/p>\n<\/aside>\nDesconcertado por el comportamiento del planeta, Galileo volvi\u00f3 a la formaci\u00f3n repetidamente, observando varios detalles clave. Primero, las peque\u00f1as estrellas nunca abandonaron J\u00fapiter sino que parec\u00edan ser transportadas junto con el planeta. En segundo lugar, a medida que fueron transportados, cambiaron de posici\u00f3n entre s\u00ed y con J\u00fapiter. Finalmente, descubri\u00f3 una cuarta estrellita.<\/p>\n
Galileo concluy\u00f3 que los objetos no eran estrellas fijas sino peque\u00f1as lunas que giraban alrededor del planeta. Y si J\u00fapiter tuviera cuatro lunas en \u00f3rbita, entonces la Tierra no podr\u00eda ser el centro fijo del universo, como cre\u00edan la mayor\u00eda de los eruditos en ese momento. Esta observaci\u00f3n proporcion\u00f3 el primer apoyo emp\u00edrico a la teor\u00eda de Cop\u00e9rnico de que el Sol, y no la Tierra, estaba en el centro del Sistema Solar. Galileo public\u00f3 esta innovadora observaci\u00f3n en su libro Sidereus Nuncius (Mensajero estrellado)<\/em> en marzo de 1610.<\/p>\n\nAgrandar
\/<\/span> Los telescopios \u00abcannocchiali\u00bb de Galileo en el Museo Galileo de Florencia.<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\nLa mitad superior del manuscrito de la biblioteca es el supuesto borrador de la carta de Galileo al dux de Venecia, fechada alrededor del 9 de agosto de 1609. La mitad inferior, supuestamente escrita meses despu\u00e9s, contiene una serie de \u00abgarabatos\u00bb que representan las lunas de J\u00fapiter, que alguna vez se pens\u00f3 ser notas originales de las observaciones de Galileo en enero de 1610.<\/p>\n
Ingrese a Nick Wilding, quien ha expuesto falsificaciones relacionadas con Galileo en el pasado, sobre todo una copia de Sidereus Nuncius<\/em> en posesi\u00f3n de un distribuidor de libros raros de la ciudad de Nueva York. Esta copia supuestamente inclu\u00eda una inscripci\u00f3n de Galileo, as\u00ed como cinco de sus acuarelas de la Luna. Aunque el papel y la encuadernaci\u00f3n de Sidereo <\/em>parec\u00eda ser genuino, Wilding finalmente descubri\u00f3 que, junto con otra copia incluida en el cat\u00e1logo de Sotheby’s de 2005, ambos ten\u00edan una mancha id\u00e9ntica en la portada que se remontaba a una edici\u00f3n facs\u00edmil de 1964. \u00abSi [the forger] Si no hubiera sido lo suficientemente codicioso como para hacer dos copias, no habr\u00eda podido probar la falsificaci\u00f3n\u00bb, dijo Wilding a The New York Times en 2012.<\/p>\n\n Anuncio publicitario <\/span> <\/p>\n<\/aside>\nCuando dirigi\u00f3 su atenci\u00f3n al manuscrito de Michigan, Wilding pens\u00f3 que algunas de las formas de las letras y la selecci\u00f3n de palabras parec\u00edan extra\u00f1as, y la tinta en las mitades superior e inferior parec\u00eda muy similar, a pesar de que esas secciones se hab\u00edan escrito (supuestamente) con meses de diferencia. As\u00ed que envi\u00f3 un correo electr\u00f3nico a la biblioteca solicitando informaci\u00f3n sobre la procedencia del documento, as\u00ed como una imagen de su marca de agua.<\/p>\n
La biblioteca de la Universidad de Michigan adquiri\u00f3 el manuscrito en 1938 como legado de un empresario de Detroit llamado Tracy McGregor. McGregor hab\u00eda comprado el manuscrito en una subasta cuatro a\u00f1os antes; anteriormente hab\u00eda pertenecido a un rico coleccionista llamado Roderick Terry. Seg\u00fan el cat\u00e1logo de la subasta, el manuscrito hab\u00eda sido autenticado por un arzobispo de Pisa llamado cardenal Pietro Maffi. El cardenal ten\u00eda otros dos documentos en su colecci\u00f3n supuestamente firmados por Galileo, y Maffi us\u00f3 esos documentos como comparaciones.<\/p>\n
Pero Wilding descubri\u00f3 que no hay ning\u00fan registro del manuscrito de Michigan en los archivos italianos. Adem\u00e1s, Maffi hab\u00eda adquirido los dos documentos que us\u00f3 para la comparaci\u00f3n del famoso falsificador de principios del siglo XX, Tobia Nicotra, lo que puso en duda la autenticaci\u00f3n del cardenal.<\/p>\n<\/p><\/div>\n
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