{"id":1105612,"date":"2024-04-26T05:33:42","date_gmt":"2024-04-26T05:33:42","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/en-aguas-peligrosas\/"},"modified":"2024-04-26T05:33:44","modified_gmt":"2024-04-26T05:33:44","slug":"en-aguas-peligrosas","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/en-aguas-peligrosas\/","title":{"rendered":"En aguas peligrosas"},"content":{"rendered":"


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Los mapas est\u00e1n incompletos, faltan por completo las marcas de navegaci\u00f3n y el suministro es dif\u00edcil. Sin embargo, los marineros se aventuran en las extensas vetas del archipi\u00e9lago de Bijag\u00f3s frente a Guinea-Bissau. Un viaje como \u00e9ste tiene un impacto duradero en los navegantes.<\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/div>\n

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Pocos navegantes se atreven a acercarse al archipi\u00e9lago de Bijag\u00f3s, donde hay que entender las mareas y las corrientes porque no hay tablas.<\/h2>\n

Roland Schenkel<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n

El sol sale detr\u00e1s de un velo de bruma y revela mi anclaje. Una isla a media milla n\u00e1utica de distancia. Me acerqu\u00e9 a \u00e9l en la oscuridad de anoche, confiando \u00fanicamente en el GPS y la sonda. A cinco metros de profundidad dej\u00e9 que la cadena se detuviera y esper\u00e9 estar en el lugar correcto.<\/p>\n

A la p\u00e1lida luz de la ma\u00f1ana, la isla parece flotar sobre el agua turbia. Una estrecha franja de arena blanca forma la costa. Detr\u00e1s se encuentra la jungla oscura y densa. De \u00e9l ocasionalmente sobresalen coronas de palmeras. Su nombre es Orangosinho. Es la primera de 88 islas e islotes en Bijag\u00f3s que veo. El archipi\u00e9lago se encuentra frente a la costa de Guinea-Bissau en \u00c1frica occidental. Para m\u00ed y para los otros seis yates de mis compa\u00f1eros que est\u00e1n anclados aqu\u00ed, son aguas desconocidas.<\/p>\n

S\u00f3lo unos pocos se pierden aqu\u00ed.<\/span><\/h2>\n

Nosotros, que hemos decidido navegar desde Cabo Verde hasta Guinea-Bissau como una peque\u00f1a flota, llamamos a nuestro viaje una expedici\u00f3n. Los Bijag\u00f3s est\u00e1n alejados de las rutas habituales de turismo n\u00e1utico. La mayor\u00eda de los navegantes se dirigen al Caribe desde Cabo Verde. Navegan hacia \u00c1frica occidental, luego hacia Senegal o remontan el r\u00edo Gambia. S\u00f3lo unos pocos se pierden en las venas ramificadas de este archipi\u00e9lago.<\/p>\n

Las aguas situadas delante y entre las islas no est\u00e1n cartografiadas o no est\u00e1n cartografiadas en absoluto, y tampoco existen marcas mar\u00edtimas. La marea empuja enormes cantidades de agua hacia el delta, y cuando la marea alcanza su fuerza m\u00e1xima, es como navegar por un r\u00edo con una corriente furiosa. La marea baja succiona el agua con la misma fuerza hacia el mar. Aparecen bancos de arena, las olas rompen sobre ellos.<\/p>\n

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Archipi\u00e9lago de Bijagos: 88 islas frente a la costa de Guinea-Bissau<\/h3>\n<\/p><\/div>\n<\/div>\n<\/div>\n

El descuido es peligroso<\/span><\/h2>\n

En el camino hacia las profundidades del archipi\u00e9lago, tuve un descuido y baj\u00e9 bajo cubierta durante unos minutos. Vir\u00e9 al viento. El barco navegaba con la corriente y el viaje era apasionante. Cuando volv\u00ed a mirar a mi alrededor, el agua burbujeaba sobre un banco de arena a menos de cien metros de distancia. Gir\u00e9 el volante y gir\u00e9 lo m\u00e1s r\u00e1pido que pude. El mapa no mostraba el lugar poco profundo. Me molest\u00f3 mi descuido. Encallar en el Bijag\u00f3s puede significar algo m\u00e1s que un simple percance.<\/p>\n

He navegado en aguas dif\u00edciles. Las costas rocosas de Breta\u00f1a, por ejemplo, no perdonan errores. Y en la costa de Inglaterra y Normand\u00eda hay lugares donde las corrientes de marea convierten el mar en agua pura y blanca y uno aprende a rezar. El Golfo de Vizcaya es conocido por sus tormentas de viento del oeste. Pero el marinero nunca est\u00e1 all\u00ed completamente solo. Estoy solo aqui. Si enviaba una llamada de ayuda por radio, no habr\u00eda respuesta. Si necesitara hacer reparaciones, no podr\u00eda encontrar lo que necesitaba.<\/p>\n

Cualquiera que navegue por el Bijag\u00f3s debe ser autosuficiente. Como marinero, estoy acostumbrado a revisar el aparejo, el motor y las velas todos los d\u00edas. Pero aqu\u00ed es diferente. No s\u00f3lo tengo que sondear constantemente las profundidades, sino que sobre todo tengo que entender las mareas, para las que aqu\u00ed no existen tablas fiables. Tengo que aprender a leer la corriente, su fuerza y \u200b\u200bsu direcci\u00f3n.<\/p>\n

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Una estrecha franja de arena blanca forma la costa de la isla Soga. Detr\u00e1s se encuentra la jungla oscura y densa.<\/h2>\n

Getty<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n

Libertad m\u00e1s all\u00e1 de la electr\u00f3nica<\/span><\/h2>\n

Esto es m\u00e1s emocionante que seguir un GPS. Mi atenci\u00f3n tambi\u00e9n me da una sensaci\u00f3n de cierta independencia. Es como si existiera una libertad especial m\u00e1s all\u00e1 de la navegaci\u00f3n electr\u00f3nica. Experimento el paisaje m\u00e1s parecido a c\u00f3mo navegaban los primeros marineros. En cualquier caso, lo experimento con una intensidad inusitada. Este viaje es realmente una aventura.<\/p>\n

Los lugare\u00f1os me ayudan a conocer mejor las aguas del Bijag\u00f3s. En las playas, donde compro pl\u00e1tanos y me ofrecen mejillones, empezamos a hablar. Pregunto sobre v\u00edas navegables y fondeaderos adecuados y recibo f\u00e1cilmente informaci\u00f3n. Pescadores y marineros se entienden cuando hablan de viento y mareas. Aunque a veces falte el idioma.<\/p>\n

Los caminos conducen desde las playas hasta los pueblos del interior de las islas. Los pescadores env\u00edan conmigo a un ni\u00f1o o una ni\u00f1a para que no me pierda. Habr\u00eda encontrado los asentamientos incluso sin que alguien me acompa\u00f1ara. Una se\u00f1al segura de que te acercas a un pueblo son las conchas de mejill\u00f3n que pavimentan los caminos. Paso por los arrozales y delante de las primeras caba\u00f1as veo peque\u00f1os hornos en los que se ahuman las ostras. Los cuencos est\u00e1n amontonados en impresionantes mont\u00edculos.<\/p>\n

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Los lugare\u00f1os cosechan a mano las delicadas ostras en las aguas poco profundas del mar. Despu\u00e9s de la cosecha, llevan las ostras a sus pueblos, donde son procesadas.<\/h2>\n

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Las ostras se ah\u00faman cuidadosamente para realzar su sabor natural y preservarlas para disfrutarlas en el futuro.<\/h2>\n

Fotos Roland Schenkel<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Autosuficiencia con c\u00e9lulas solares para m\u00f3viles<\/span><\/h2>\n

La mayor\u00eda de los habitantes de Bijag\u00f3s viven de forma autosuficiente. Muchas islas tienen pozos. El aceite se obtiene de los frutos de las palmeras. Las verduras prosperan en peque\u00f1os jardines. Las ovejas y, sobre todo, las cabras deambulan con las patas r\u00edgidas entre las sencillas chozas de barro o duermen bajo las terrazas. En cada pueblo que visito, los tel\u00e9fonos m\u00f3viles cuelgan de cables de las vigas de una de las caba\u00f1as. Peque\u00f1as c\u00e9lulas solares proporcionan la electricidad necesaria para la carga. Aparte de eso, el tiempo parece haberse detenido.<\/p>\n

Cuando los exploradores portugueses avanzaron hacia Bijag\u00f3s, tuvieron que temer las flechas. Pero incluso durante el dominio colonial portugu\u00e9s, el pueblo del archipi\u00e9lago defendi\u00f3 su independencia. No siempre a trav\u00e9s de la guerra. Las reinas sabias confiaron en la negociaci\u00f3n y lograron la paz. Incluso en el moderno estado de Guinea-Bissau, los bijag\u00f3s viven seg\u00fan sus propias reglas. Los frecuentes disturbios pol\u00edticos y levantamientos en la capital tienen poco impacto en las islas. La gente prefiere dar la espalda a los turistas que pasan sus vacaciones en los pocos albergues ecol\u00f3gicos del archipi\u00e9lago.<\/p>\n

Recibimos nuestras visas en Bolama, el centro administrativo de los Bijag\u00f3s. Durante un tiempo, el lugar fue incluso la capital de la Guinea-Bissau colonial. Sin embargo, el fastuoso palacio del gobernador con su orgullosa c\u00fapula es ahora s\u00f3lo una ruina. Y estas son tambi\u00e9n las otras construcciones de la \u00e9poca colonial. Bolama est\u00e1 polvoriento, tiene sue\u00f1o y parece un poco desierto. Para que podamos reponer nuestros suministros, tenemos acceso al mercado abierto y a una peque\u00f1a tienda.<\/p>\n

La Loja Verde es una habitaci\u00f3n l\u00fagubre con un mostrador, estantes llenos de leche en polvo y latas de sardinas, dos refrigeradores y una rejilla para cebollas y papas. El mobiliario principal es una mesa grande y una hilera de sillas de pl\u00e1stico de colores. Aqu\u00ed es donde te sientas a intercambiar ideas. Aqu\u00ed me encuentro con Domingos.<\/p>\n

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Las calles de arena roja forman la columna vertebral de Bolama. Aqu\u00ed, las mujeres equilibran sus mercanc\u00edas sobre sus cabezas mientras el zumbido de los ciclomotores y el ruido r\u00edtmico de las carretillas combinan el sonido del progreso con la historia colonial de la isla.<\/h2>\n

Roland Schenkel<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n

La dicotom\u00eda entre tradici\u00f3n y modernidad<\/span><\/h2>\n

Domingos proviene de Orango, una de las islas m\u00e1s grandes del sur del archipi\u00e9lago. Tambi\u00e9n conoce la capital y parece dividido entre la vida tradicional isle\u00f1a y la vida moderna. Pero cuando habla de las antiguas tradiciones vivas, suena orgulloso y seguro de s\u00ed mismo. Habla de rituales que convierten a los ni\u00f1os en adolescentes y luego en adultos, y que a menudo implican peleas. O sobre hombres que abandonan a sus familias a la edad de cuarenta a\u00f1os para vivir entre los de su propia especie durante varios a\u00f1os, aislados y solos. Domingos tiene veintitantos a\u00f1os. \u00bfElegir\u00eda tal destino? \u00c9l inclina la cabeza y responde vacilante: \u00abQuiz\u00e1s\u00bb.<\/p>\n

Las mujeres protegen el patrimonio cultural<\/span><\/h2>\n

Las mujeres suelen estar a cargo de las islas y protegen los tesoros del pueblo: las semillas. Las reglas de sucesi\u00f3n para reyes y reinas son complicadas y tienen en cuenta que el poder no se puede simplemente heredar. Tambi\u00e9n hay iglesias y mezquitas en Bolama. Pero en las islas existe la creencia en una naturaleza animada, y cuanto m\u00e1s aprendo sobre ella, m\u00e1s cuidadoso soy en mis excursiones para no romper ning\u00fan tab\u00fa.<\/p>\n

No hay tiempo suficiente para comprender verdaderamente la vida en el archipi\u00e9lago. Pero cuando Adriano, de 56 a\u00f1os, me dice en la playa de la isla de Roxa que prefiere vivir aqu\u00ed a su vida anterior como vendedor en una tienda de deportes en Dakar, puedo entenderlo. Clavamos los dedos de los pies en la arena blanca. Los ni\u00f1os chapotean en el agua. Los cantos de los p\u00e1jaros provienen del bosque detr\u00e1s de nosotros. Un \u00e1guila marina pasa volando y tenemos tiempo para charlar sobre Dios y el mundo.<\/p>\n

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En la playa de Roxa, Adriano, de 56 a\u00f1os, prefiere la vida sencilla a su pasado como vendedor en una tienda de deportes en Dakar.<\/h2>\n

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Los ni\u00f1os que juegan rompen las olas o se sumergen en ellas, y cada salpicadura de agua expresa su desenfrenada alegr\u00eda de vivir.<\/h2>\n

Fotos Roland Schenkel<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n<\/div>\n

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De vuelta en otro mundo<\/span><\/h2>\n

A mi salida de los Bijag\u00f3s tambi\u00e9n me aventuro en las armas laterales. Sigo los canales entre las islas. A veces me llevan cerca de las playas de manglares. Luego los canales se abren y es como navegar en un lago. Pero no aparto los ojos del medidor de profundidad y sigo avanzando como un ciego con un bast\u00f3n.<\/p>\n

Por la tarde fondeo en un brazo del r\u00edo Geba, que conduce a la capital, Bissau. Aqu\u00ed, por primera vez, vuelven a pasar grandes barcos. Una flota de barcos pesqueros chinos da vueltas alrededor de un banco de peces en la desembocadura del r\u00edo como una manada de chacales alrededor de un animal moribundo. Tendr\u00e9 que vigilar a los pescadores porque se mueven de forma err\u00e1tica y tienen poca consideraci\u00f3n por los dem\u00e1s. Es como si me hubieran catapultado del para\u00edso y aterrizado de nuevo en el presente, que ahora me parece mucho m\u00e1s peligroso que los arenales del Bijag\u00f3s.<\/p>\n

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