{"id":1105739,"date":"2024-04-26T08:06:19","date_gmt":"2024-04-26T08:06:19","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/las-tumbas-de-beethoven-y-udo-jurgens-se-encuentran-en-el-cementerio-central-de-viena-ahora-el-esta-desempenando-el-papel-principal-en-una-obra-de-teatro\/"},"modified":"2024-04-26T08:06:22","modified_gmt":"2024-04-26T08:06:22","slug":"las-tumbas-de-beethoven-y-udo-jurgens-se-encuentran-en-el-cementerio-central-de-viena-ahora-el-esta-desempenando-el-papel-principal-en-una-obra-de-teatro","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/las-tumbas-de-beethoven-y-udo-jurgens-se-encuentran-en-el-cementerio-central-de-viena-ahora-el-esta-desempenando-el-papel-principal-en-una-obra-de-teatro\/","title":{"rendered":"Las tumbas de Beethoven y Udo J\u00fcrgens se encuentran en el Cementerio Central de Viena. Ahora \u00e9l est\u00e1 desempe\u00f1ando el papel principal en una obra de teatro."},"content":{"rendered":"


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Si ha visitado el verdadero lugar de descanso vien\u00e9s, el \u201cCementerio Central\u201d de Herbert Fritsch en el Burgtheater parece bastante p\u00e1lido a su lado. Un espect\u00e1culo al l\u00edmite que recuerda a la C\u00e1mara de los Horrores Prater. <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/div>\n

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Ante la muerte, de pronto todo parece carecer de sentido. <\/h2>\n

Mat\u00edas Cuerno<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n

La vida, dijo una vez Sigmund Freud, es \u201cmuy dif\u00edcil y muy complicada\u201d, pero hay \u201cmuchos caminos hacia el cementerio central\u201d. \u00bfEl legendario Campo de Dios vien\u00e9s como \u00faltimo recurso despu\u00e9s de la extremaunci\u00f3n? Actualmente se representa en el Burgtheater una obra muda de Herbert Fritsch llamada \u201cZentralfriedhof\u201d.<\/p>\n

Es la \u00faltima producci\u00f3n bajo la direcci\u00f3n de Martin Kusej. Y cabe preguntarse si el desventurado jefe saliente escribi\u00f3 aqu\u00ed un obituario sobre su \u00e9poca: enterr\u00f3 sus elevadas visiones de un teatro diferente, animado y comprometido que Kusej realmente no quer\u00eda que triunfara. Los tiempos de juego fueron muy dif\u00edciles y muy complicados, \u00a1as\u00ed que guardad silencio!<\/p>\n

Un sacrilegio<\/span><\/h2>\n

Esos eran los pensamientos en el patio de butacas cuando ve\u00edas a casi una docena de sepultureros realizando un divertido ballet en el escenario y luego los ve\u00edas rebotando en la tumba del trampol\u00edn como zombis. El p\u00fablico vien\u00e9s se dio cuenta de que ya hab\u00eda experimentado producciones m\u00e1s inteligentes. Y era mejor que aqu\u00ed se atacara un sacrilegio, \u00a1especialmente por parte de un alem\u00e1n! \u2013 deber\u00eda haber permanecido intacto: el cementerio central.<\/p>\n

Para los vieneses, este cementerio es un asunto serio y sagrado. Se puede burlarse de ello, pero s\u00f3lo a la par de los tres millones de muertos que yacen all\u00ed, incluidos Beethoven y Udo J\u00fcrgens. Hay que haber interiorizado la sensaci\u00f3n de que todo es \u201ceh scho wuascht\u201d, como dicen en el puesto de salchichas frente a la entrada, y hay que ser adicto a este \u201cafrodis\u00edaco para necr\u00f3filos\u201d (Andr\u00e9 Heller), que regularmente atrae los vieneses se adentraron en el distrito del siglo XI, donde se encuentra el segundo cementerio m\u00e1s grande de Europa.<\/p>\n

Por lo tanto, antes de visitar la obra de Herbert Fritsch se recomienda tomar la 71, coger el tranv\u00eda que para justo delante del Burgtheater y dirigirse a \u201cTor 2\u201d. En la antig\u00fcedad, en esta l\u00ednea se colocaban vagones con ata\u00fades en los vagones de pasajeros porque era pr\u00e1ctico y la zona del cementerio, construida hace 150 a\u00f1os, estaba muy alejada del centro de la ciudad.<\/p>\n

En aquella \u00e9poca tambi\u00e9n exist\u00edan ata\u00fades plegables y econ\u00f3micos que se abr\u00edan sobre la tumba y pod\u00edan reutilizarse. Se acab\u00f3. Pero por lo dem\u00e1s no ha cambiado mucho. Dos obeliscos saludan al visitante y uno de ellos se adentra en el exuberante reino de los muertos, como en una imaginaci\u00f3n real. Los actores del teatro pueden, por mucho que luchen, con las cabriolas y los n\u00fameros circenses que Fritsch les prescribi\u00f3: el verdadero sepulturero con traje gris, que encabeza el cortejo f\u00fanebre en bicicleta, simplemente conmueve m\u00e1s el alma que queda atr\u00e1s. .<\/p>\n

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Los sepultureros se convierten en muertos vivientes. <\/h2>\n

Mat\u00edas Cuerno<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n

Una congregaci\u00f3n de dolientes se acerca desde un camino lateral entre monumentos de piedra del difunto; debajo de ella un hombre con una tuba, otro con un tambor. La compa\u00f1\u00eda vestida de negro parece ordenada, la gente charla y recuerda. Inmediatamente despu\u00e9s viene un grupo de turistas que realmente quieren ver la tumba de Falco, pero primero tienen que pasar por delante de Hans Moser y Karl Kraus, Robert Stolz y Johann Strauss, Bruno Kreisky y las v\u00edctimas del incendio del Ringtheater.<\/p>\n

Impresionante reuni\u00f3n de innumerables grandes intelectuales austriacos: todos ellos tienen aqu\u00ed tumbas honor\u00edficas, creadas para que m\u00e1s visitantes pudieran realizar el largo viaje. Se pueden admirar tumbas curiosas, exageradas, vanidosas y tambi\u00e9n t\u00edmidas. Y probablemente puedas estar de acuerdo con Helmut Qualtinger, cuya enorme cabeza mira hacia el cielo en una estela: \u201cEn Viena tienes que morir antes de que puedan celebrarte. \u00a1Pero luego vive mucho tiempo!<\/p>\n

Se pueden pasar horas en el cementerio central, en la iglesia Lueger al m\u00e1s puro estilo Art Nouveau, entre las piedras ca\u00eddas del antiguo cementerio jud\u00edo, frente a los columbarios con su esplendor, en los bancos desde los que se escucha a las ardillas llamar , que aqu\u00ed aparentemente todos dicen que se llame \u00abHansi\u00bb.<\/p>\n

Los enterradores, los llamados Pompf\u00fcneberers, vuelven a subirse a sus bicicletas con la pala atada y encabezan un cortejo f\u00fanebre que recorre largos senderos hasta la tumba abierta, en alg\u00fan lugar de los dos kil\u00f3metros cuadrados de la muerto. Y en alg\u00fan momento pensar\u00e1s en Wolfgang Ambros con su canci\u00f3n \u00abZentralfriedhof\u00bb, en la que hace que la muerte sea divertida. Esto va bien con una l\u00e1pida en la que se puede leer: \u201c\u00a1Me encanta vivir! Creo que seguir\u00e9 disfrutando de la vida incluso despu\u00e9s de haber muerto\u00bb.<\/p>\n

Danza de la Muerte con m\u00e1scaras<\/span><\/h2>\n

Llega la 71 y emprendemos el regreso a la ciudad. Es un viaje largo y desolado pasando por edificios municipales y de concreto, alquileres de autos, vendedores de l\u00e1pidas, centros de taekwondo, hoteles de mala calidad, tiendas de kebab y casas grises con fachadas rayadas. La animada y hermosa Viena comienza poco a poco en el Alto Belvedere, luego el tren gira hacia la Ringstrasse y se baja en el Burgtheater. Y se dirige al \u201cCementerio Central\u201d.<\/p>\n

Fritsch lo intent\u00f3, pero tal vez no pudo captar la atm\u00f3sfera real. Organiz\u00f3 un espect\u00e1culo c\u00f3mico al borde del abismo, pero envi\u00f3 a sus actores a la c\u00e1mara de los horrores de Prater en lugar de al cementerio. Convierte el cementerio de Viena en un Halloween con efectos de luz y sonido, una danza de la muerte con m\u00e1scaras y oropel.<\/p>\n

Frente al puesto de salchichas en el escenario giratorio, los sepultureros grises, que realizan una coreograf\u00eda en bicicleta muy divertida, se transforman r\u00e1pidamente en muertos vivientes vestidos de negro que carecen de texto, por lo que cantan y gritan a trav\u00e9s del alfabeto. Un enorme esqueleto flota desde arriba y hace un ruido extra\u00f1o. El n\u00famero con los diablitos saltando de la tumba cansa r\u00e1pidamente.<\/p>\n

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\"\u201cCementerio <\/div>
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\u201cCementerio Central\u201d resulta ser una danza de la muerte con m\u00e1scaras y oropel. <\/h2>\n

Mat\u00edas Cuerno<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n

Perplejo y fr\u00edo<\/span><\/h2>\n

Uno de los enterradores empuja repetidamente al suelo las cabezas que emergen de las tumbas y est\u00e1 decidido a sobrevivir. El Vals del Danubio, que la compa\u00f1\u00eda canta laboriosamente, termina con un grito de horror: tan poca Viena ha estado alguna vez en el verdadero cementerio central.<\/p>\n

Luego podr\u00e1s comprar un peque\u00f1o merchandising como souvenir: una taza de caf\u00e9 o una bolsa, por ejemplo, con la inscripci\u00f3n \u201cTodos somos iguales como un cad\u00e1ver\u201d. La muerte puede ser, como dice Georg Kreisler, un vien\u00e9s. Pero aqu\u00ed no es m\u00e1s que un saltador al que nadie tiene que temer.<\/p>\n

Despu\u00e9s de la actuaci\u00f3n, que deja al p\u00fablico vien\u00e9s bastante perplejo y fr\u00edo, uno se queda de nuevo frente al Burgtheater, en la parada, hasta que llega el 71er. Conduce con seguridad hasta la puerta 2. All\u00ed esperas hasta que llegue tu turno. Eso tiene m\u00e1s sentido.<\/p>\n

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