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Si ha visitado el verdadero lugar de descanso vien\u00e9s, el \u201cCementerio Central\u201d de Herbert Fritsch en el Burgtheater parece bastante p\u00e1lido a su lado. Un espect\u00e1culo al l\u00edmite que recuerda a la C\u00e1mara de los Horrores Prater. <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/div>\n\n <\/div>
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Ante la muerte, de pronto todo parece carecer de sentido. <\/h2>\n Mat\u00edas Cuerno<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\nLa vida, dijo una vez Sigmund Freud, es \u201cmuy dif\u00edcil y muy complicada\u201d, pero hay \u201cmuchos caminos hacia el cementerio central\u201d. \u00bfEl legendario Campo de Dios vien\u00e9s como \u00faltimo recurso despu\u00e9s de la extremaunci\u00f3n? Actualmente se representa en el Burgtheater una obra muda de Herbert Fritsch llamada \u201cZentralfriedhof\u201d.<\/p>\n
Es la \u00faltima producci\u00f3n bajo la direcci\u00f3n de Martin Kusej. Y cabe preguntarse si el desventurado jefe saliente escribi\u00f3 aqu\u00ed un obituario sobre su \u00e9poca: enterr\u00f3 sus elevadas visiones de un teatro diferente, animado y comprometido que Kusej realmente no quer\u00eda que triunfara. Los tiempos de juego fueron muy dif\u00edciles y muy complicados, \u00a1as\u00ed que guardad silencio!<\/p>\n
Un sacrilegio<\/span><\/h2>\nEsos eran los pensamientos en el patio de butacas cuando ve\u00edas a casi una docena de sepultureros realizando un divertido ballet en el escenario y luego los ve\u00edas rebotando en la tumba del trampol\u00edn como zombis. El p\u00fablico vien\u00e9s se dio cuenta de que ya hab\u00eda experimentado producciones m\u00e1s inteligentes. Y era mejor que aqu\u00ed se atacara un sacrilegio, \u00a1especialmente por parte de un alem\u00e1n! \u2013 deber\u00eda haber permanecido intacto: el cementerio central.<\/p>\n
Para los vieneses, este cementerio es un asunto serio y sagrado. Se puede burlarse de ello, pero s\u00f3lo a la par de los tres millones de muertos que yacen all\u00ed, incluidos Beethoven y Udo J\u00fcrgens. Hay que haber interiorizado la sensaci\u00f3n de que todo es \u201ceh scho wuascht\u201d, como dicen en el puesto de salchichas frente a la entrada, y hay que ser adicto a este \u201cafrodis\u00edaco para necr\u00f3filos\u201d (Andr\u00e9 Heller), que regularmente atrae los vieneses se adentraron en el distrito del siglo XI, donde se encuentra el segundo cementerio m\u00e1s grande de Europa.<\/p>\n
Por lo tanto, antes de visitar la obra de Herbert Fritsch se recomienda tomar la 71, coger el tranv\u00eda que para justo delante del Burgtheater y dirigirse a \u201cTor 2\u201d. En la antig\u00fcedad, en esta l\u00ednea se colocaban vagones con ata\u00fades en los vagones de pasajeros porque era pr\u00e1ctico y la zona del cementerio, construida hace 150 a\u00f1os, estaba muy alejada del centro de la ciudad.<\/p>\n
En aquella \u00e9poca tambi\u00e9n exist\u00edan ata\u00fades plegables y econ\u00f3micos que se abr\u00edan sobre la tumba y pod\u00edan reutilizarse. Se acab\u00f3. Pero por lo dem\u00e1s no ha cambiado mucho. Dos obeliscos saludan al visitante y uno de ellos se adentra en el exuberante reino de los muertos, como en una imaginaci\u00f3n real. Los actores del teatro pueden, por mucho que luchen, con las cabriolas y los n\u00fameros circenses que Fritsch les prescribi\u00f3: el verdadero sepulturero con traje gris, que encabeza el cortejo f\u00fanebre en bicicleta, simplemente conmueve m\u00e1s el alma que queda atr\u00e1s. .<\/p>\n\n <\/div>
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Los sepultureros se convierten en muertos vivientes. <\/h2>\n Mat\u00edas Cuerno<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\nUna congregaci\u00f3n de dolientes se acerca desde un camino lateral entre monumentos de piedra del difunto; debajo de ella un hombre con una tuba, otro con un tambor. La compa\u00f1\u00eda vestida de negro parece ordenada, la gente charla y recuerda. Inmediatamente despu\u00e9s viene un grupo de turistas que realmente quieren ver la tumba de Falco, pero primero tienen que pasar por delante de Hans Moser y Karl Kraus, Robert Stolz y Johann Strauss, Bruno Kreisky y las v\u00edctimas del incendio del Ringtheater.<\/p>\n
Impresionante reuni\u00f3n de innumerables grandes intelectuales austriacos: todos ellos tienen aqu\u00ed tumbas honor\u00edficas, creadas para que m\u00e1s visitantes pudieran realizar el largo viaje. Se pueden admirar tumbas curiosas, exageradas, vanidosas y tambi\u00e9n t\u00edmidas. Y probablemente puedas estar de acuerdo con Helmut Qualtinger, cuya enorme cabeza mira hacia el cielo en una estela: \u201cEn Viena tienes que morir antes de que puedan celebrarte. \u00a1Pero luego vive mucho tiempo!<\/p>\n
Se pueden pasar horas en el cementerio central, en la iglesia Lueger al m\u00e1s puro estilo Art Nouveau, entre las piedras ca\u00eddas del antiguo cementerio jud\u00edo, frente a los columbarios con su esplendor, en los bancos desde los que se escucha a las ardillas llamar , que aqu\u00ed aparentemente todos dicen que se llame \u00abHansi\u00bb.<\/p>\n
Los enterradores, los llamados Pompf\u00fcneberers, vuelven a subirse a sus bicicletas con la pala atada y encabezan un cortejo f\u00fanebre que recorre largos senderos hasta la tumba abierta, en alg\u00fan lugar de los dos kil\u00f3metros cuadrados de la muerto. Y en alg\u00fan momento pensar\u00e1s en Wolfgang Ambros con su canci\u00f3n \u00abZentralfriedhof\u00bb, en la que hace que la muerte sea divertida. Esto va bien con una l\u00e1pida en la que se puede leer: \u201c\u00a1Me encanta vivir! Creo que seguir\u00e9 disfrutando de la vida incluso despu\u00e9s de haber muerto\u00bb.<\/p>\n