deber\u00eda <\/em>ser y simplemente aceptar c\u00f3mo son. S\u00ed, su hijo se volver\u00e1 loco con el az\u00facar; probablemente se volver\u00e1 adicto a los peores y m\u00e1s est\u00fapidos programas de televisi\u00f3n; y ocasionalmente har\u00e1 una rabieta en p\u00fablico tan fuerte que te har\u00e1 cuestionar toda tu vida y cada elecci\u00f3n que hayas tomado. Fantas\u00eda, conoce la realidad.<\/p>\nProbablemente sea una parte necesaria de la evoluci\u00f3n, enga\u00f1arnos a nosotros mismos de esta manera, permiti\u00e9ndonos pensar que seremos nosotros los que daremos con la f\u00f3rmula. De lo contrario, es posible que no estemos tan dispuestos a lanzarnos de cabeza a un juego tan hilarantemente perdedor. Pero antes uno pod\u00eda mantener estos pensamientos tontos confinados a su propio grupo: otros padres sin hijos que estaban haciendo un trabajo perfecto, aunque s\u00f3lo fuera en sus cabezas. Ahora las redes sociales toman esas fantas\u00edas y las amplifican y tal vez incluso convenzan a las personas que abrazan esta ficci\u00f3n de que tienen raz\u00f3n. Lo \u00faltimo es cortes\u00eda de la Generaci\u00f3n Z, que ha llenado a X y TikTok con peroratas sobre c\u00f3mo los ni\u00f1os deber\u00edan comportarse en p\u00fablico (\u00a1si es que pertenecen all\u00ed en primer lugar!) y de qui\u00e9n es la culpa si se les ve port\u00e1ndose mal, especialmente cuando se trata de tiempo frente a la pantalla.<\/p>\n
Como juran los j\u00f3venes de 20 a\u00f1os en un art\u00edculo del Daily Beast (\u201cPor qu\u00e9 la Generaci\u00f3n Z no criar\u00e1 ni\u00f1os con iPad\u201d, grita el titular), no criar\u00e1n a sus propios hijos con tecnolog\u00eda, y sus hijos nunca tocar\u00e1n un pantalla o ser molesto y ruidoso en un restaurante.<\/p>\n
Bien, buena suerte.<\/p>\n
Mientras tanto, en la realidad, recientemente algunos amigos y yo fuimos a un restaurante a almorzar tarde despu\u00e9s de una importante sesi\u00f3n de juegos con nuestros hijos peque\u00f1os. Los siete cogimos un gran banco en la parte de atr\u00e1s y nos permitimos extendernos. Al principio, los ni\u00f1os estaban demasiado preocupados como para darse cuenta de que estaban sentados quietos, garabateando con los crayones que afortunadamente les hab\u00eda proporcionado la camarera y charlando entre ellos. Entonces lleg\u00f3 el jugo y la energ\u00eda empez\u00f3 a cambiar; Casi pod\u00eda ver el az\u00facar ascendiendo a sus peque\u00f1os cerebros, listo para iniciar un disturbio. Los zapatos y los calcetines estaban a punto de quitarse y las acrobacias estaban peligrosamente cerca de comenzar. Como grupo, tuvimos que decidir si \u00edbamos a dejar que toda la mitad trasera de este restaurante cayera en la locura o, como dijo un TikToker, \u201cles pondr\u00edamos una pantalla en la cara\u201d ya que no podemos \u201chacer que su hijo comportarse durante m\u00e1s de cinco segundos\u201d. Como si, a las seis o siete, los TikTokers tambi\u00e9n no estuvieran corriendo por un Chili’s gritando como locos. La \u00fanica diferencia es que sus padres no tuvieron la feliz opci\u00f3n de darles a todos unos minutos libres del ruido.<\/p>\n
Elegimos sacrificar uno de nuestros tel\u00e9fonos para poner un par de episodios de Mumins<\/em> para que los ni\u00f1os vieran mientras com\u00edan sus quesos asados.<\/p>\nTambi\u00e9n era la \u00fanica manera en que nosotros, los adultos, podr\u00edamos comer nuestra propia comida y no pasar toda la comida haciendo malabarismos con un mont\u00f3n de cuerpos diminutos. Claro, supongo que podr\u00edamos haber hecho lo que sugieren todos esos comentaristas de la Generaci\u00f3n Z y pasar todo el tiempo ladr\u00e1ndoles a los ni\u00f1os que se quedaran quietos o rog\u00e1ndoles que simplemente colorearan en silencio, pero si alguna vez has estado a cargo de ni\u00f1os peque\u00f1os en un restaurante, entonces ya sabes que eso no funcionar\u00eda.<\/p>\n
Y por cierto, puedes pensar que la pantalla es estrictamente para que los padres puedan respirar tranquilos un minuto, pero en un restaurante esas pantallas son tanto para el resto de comensales como para nosotros. Siempre estoy tan estresado por asegurarme de no arruinar el ambiente para todos los dem\u00e1s que intentan disfrutar de su comida que darles a los ni\u00f1os diez o 15 minutos de alg\u00fan programa de Netflix en mi tel\u00e9fono es realmente una obviedad. lo estoy haciendo para ti<\/em>! Todo este estr\u00e9s sobre c\u00f3mo y d\u00f3nde mis hijos ocupan espacio es parte de una creciente sensaci\u00f3n entre muchos padres de que la gente ya no est\u00e1 dispuesta a tolerarlos a ellos ni a sus hijos en p\u00fablico: que las familias deber\u00edan simplemente quedarse en casa o ser relegadas a los patios de recreo. y que incluso esos parques infantiles deber\u00edan mantenerse alejados.<\/p>\n\u00bfQu\u00e9 te importa a ti, un perfecto extra\u00f1o sin hijos, c\u00f3mo un padre logra crear paz para su familia en los breves momentos en que compartes el mismo espacio? Cada familia, cada ni\u00f1o, tiene sus propias necesidades para sentirse c\u00f3modo y funcional, y yo, en su mayor parte, trato de no juzgar esas necesidades.<\/p>\n
No tengo ning\u00fan problema con que mis hijos vean pantallas en general; no tienen l\u00edmites estrictos en cuanto a su tiempo frente a la televisi\u00f3n y los llevamos al cine tan a menudo como el dinero y el tiempo lo permiten. Cualquiera que me conozca sabe cu\u00e1ntas veces mis hijos han visto y vuelto a mirar El Grinch<\/em> o la \u00faltima pel\u00edcula de las Tortugas Ninja y, en comparaci\u00f3n, su tiempo frente a la televisi\u00f3n no tiene nada que ver con el que yo ve\u00eda mirando una cuando era ni\u00f1o. Mis padres boomers no tuvieron ning\u00fan problema en usar la televisi\u00f3n como ni\u00f1era, y a m\u00ed me encant\u00f3. Me convirti\u00f3 en la mujer que soy hoy.<\/p>\nPero como tantos padres y expertos reales, tambi\u00e9n estoy de acuerdo en que los tel\u00e9fonos y iPads, y en particular el contenido espec\u00edfico de esos dispositivos, est\u00e1n causando estragos tanto en nuestros hijos como en nosotros. Las interminables listas de reproducci\u00f3n de YouTube configuradas con un algoritmo que promueve, si no el olvido absoluto, al menos el apaciguamiento, han diezmado toda nuestra capacidad de atenci\u00f3n y nos han hecho menos sociables, m\u00e1s ansiosos y m\u00e1s deprimidos. Ni siquiera necesito que un experto me diga la \u00faltima parte: puedo sentirlo cada minuto que elijo mirar mi tel\u00e9fono en lugar de hacer literalmente cualquier otra cosa. Tambi\u00e9n es la raz\u00f3n por la que algunos de mis amigos y yo, junto con nuestros hijos, hemos instituido una prohibici\u00f3n total de YouTube y por la que no tenemos un iPad ni ning\u00fan tipo de tableta para ellos en casa. Creemos que merecen una oportunidad de aburrirse y ver florecer esos per\u00edodos de atenci\u00f3n o, al menos, que esos per\u00edodos no se vean frustrados prematuramente.<\/p>\n
Pero si estuvieras en ese restaurante ese d\u00eda, viendo a mis hijos mirar el tel\u00e9fono, no tendr\u00edas idea de c\u00f3mo consumimos contenido y qu\u00e9 l\u00edmites de pantalla existen para mis hijos. Quiz\u00e1s lo mismo sea cierto para esos otros llamados \u201cni\u00f1os iPad\u201d que alguien en TikTok encontr\u00f3 por un breve momento. De cualquier manera, no es asunto tuyo ni m\u00edo. Como sol\u00eda decir la madre de un amigo: \u00abA qui\u00e9n le importa: consigue un problema real\u00bb.<\/p>\n\n\n
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