{"id":1139521,"date":"2024-05-22T22:33:38","date_gmt":"2024-05-22T22:33:38","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/el-partenope-de-paolo-sorrentino-es-tan-seductor-como-alienante\/"},"modified":"2024-05-22T22:33:41","modified_gmt":"2024-05-22T22:33:41","slug":"el-partenope-de-paolo-sorrentino-es-tan-seductor-como-alienante","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/el-partenope-de-paolo-sorrentino-es-tan-seductor-como-alienante\/","title":{"rendered":"El Partenope de Paolo Sorrentino es tan seductor como alienante"},"content":{"rendered":"


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Paolo Sorrentino ha visto todas vuestras opiniones sobre la mirada masculina y ha decidido contrarrestarlas con una pel\u00edcula sobre la vida de una mujer trascendentalmente hermosa. Ese es el lema provocativo, supongo. Y tiene sentido que, con su primera protagonista femenina, uno de los grandes estilistas de nuestro tiempo aborde un tema como este. Pero en verdad, partenope<\/em> Se trata menos de una persona hermosa que de nuestra idea de la belleza misma tal como se refleja, proyecta, encarna y percibe. S\u00f3lo Sorrentino podr\u00eda lograr algo as\u00ed porque sus personajes existen tanto como s\u00edmbolos como como personas. Hace pel\u00edculas resplandecientes que se sienten compuestas (visual y estructuralmente) a una pulgada de sus vidas, pero deja entrar suficiente misterio como para que las personas en pantalla nos cautiven de maneras inesperadas.<\/p>\n

Partenope (interpretada durante la mayor parte de la pel\u00edcula por Celeste Dalla Porta, una reci\u00e9n llegada), cuya vida seguimos desde su adolescencia hasta los 70 (cuando es interpretada, brevemente, por la legendaria actriz italiana Stefania Sandrelli), lleva el nombre de un personaje m\u00edtico. sirena que una vez prest\u00f3 su nombre a la ciudad de N\u00e1poles, la ciudad natal de Sorrentino y el v\u00edvido escenario de su pel\u00edcula anterior, la autobiogr\u00e1fica Mano de Dios<\/em>. Su llegada al mundo est\u00e1 precedida por la entrega de un ornamentado carruaje dorado por parte de su rico padrino, quien lo envi\u00f3 (dice) desde Versalles. Antes de que nazca Parthenope, su hermano menor, Raimondo, sopla en el vientre embarazado de su madre. Veremos a Raimondo volver a hacer este gesto m\u00e1s adelante, de manera tanto amorosa como tr\u00e1gica. En el mundo de este director, lo que algo como esto realmente pueda sugerir est\u00e1 en juego. A Sorrentino le encantan los rituales, los encantamientos y los gestos evocadores, no porque signifiquen cosas espec\u00edficas sino porque hacen que el mundo sea m\u00e1s encantador.<\/p>\n

Desde el principio, vemos a mujeres j\u00f3venes caminar por las soleadas calles de N\u00e1poles en c\u00e1mara lenta, sosteniendo sus coloridos pa\u00f1uelos que luego ondean al viento como pancartas, una indicaci\u00f3n de que el invierno ha terminado y ha llegado la primavera. Es una secuencia cl\u00e1sica de Sorrentino, un movimiento breve y mundano que, cuando se ralentiza y se extiende, se convierte en algo m\u00e1s grandioso, una exuberante evocaci\u00f3n del abandono juvenil. Este es otro gesto que se repetir\u00e1 y transformar\u00e1 a lo largo de la pel\u00edcula a medida que estos estandartes de libertad se transformen lentamente en cubiertas en forma de sudarios.<\/p>\n

A medida que Parthenope crece, somos testigos del v\u00ednculo cada vez mayor entre ella y el fr\u00e1gil Raimondo, as\u00ed como su amistad cada vez m\u00e1s complicada con Sandrino (Dario Aita), su novio ocasional. Ambos chicos est\u00e1n algo enamorados de ella. Todos los hombres parecen congelados por la belleza de Partenope, con la que Sorrentino se divierte. Al principio, mientras un camarero intenta echar a Partenope y sus amigos de un restaurante, un marido de mediana edad se levanta y declara: \u00abSi ella se va, entonces nos iremos todos\u00bb, para disgusto de su esposa.<\/p>\n

Partenope no s\u00f3lo es hermosa; ella tambi\u00e9n es brillante. Estudiante de antropolog\u00eda, parece ser la \u00fanica chica de su universidad capaz de dominar todas sus clases y ensayos. Un profesor mayor y malhumorado en particular, Devoto (Silvio Orlando), ignora su apariencia pero se deja llevar por sus ideas. Devoto le pregunta a Partenope qu\u00e9 es la antropolog\u00eda y ella admite que no lo sabe; De alguna manera extra\u00f1a, esta parece ser la respuesta correcta. Las pel\u00edculas de Sorrentino tratan sobre el no saber. Es el tipo de director que alegremente eliminar\u00e1 todo el tejido conectivo de una escena o secuencia, hechiz\u00e1ndonos con la sensaci\u00f3n de lo que nos podemos estar perdiendo. \u00c9l hace lo mismo con la gente. Sus personajes hacen cosas locas pero deliberadamente carecen de motivaciones claras. Esto parecer\u00eda un error y probablemente estar\u00eda en manos de la mayor\u00eda de los directores. (Me imagino que los profesores de guiones nunca dejan de vomitar cuando ven fotograf\u00edas de Sorrentino). Pero aqu\u00ed, la ausencia estimula un mayor compromiso. Nos obsesionamos con estos personajes. Al menos yo lo hago.<\/p>\n

A lo largo de esta pel\u00edcula epis\u00f3dica, Parthenope entra en contacto con numerosas figuras: j\u00f3venes amantes, un playboy que sobrevuela ella en su helic\u00f3ptero, una actriz anciana, un g\u00e1ngster, un sacerdote s\u00f3rdido y (en un extra\u00f1o y encantador interludio ) un John Cheever muy borracho interpretado por Gary Oldman. Algunos la codiciar\u00e1n, una pareja no se atrever\u00e1 a hacerlo, pero todos la adorar\u00e1n en alg\u00fan nivel. Y nadie ser\u00e1 completamente sincero ni honesto con ella porque hay algo fundamentalmente fulminante y alienante en estar en su presencia: es esa cortina emocional que, a lo largo de su vida, Partenope lucha por separar, como si nunca hubiera abandonado el carruaje dorado que la transportaba. que le fue dada antes de que ella naciera. Sorrentino la enmarca en marcos elegantes, casi posados, como en una pintura cl\u00e1sica o (como estoy seguro de que algunos se quejar\u00e1n) en un anuncio de perfume. No hay nada particularmente lujurioso en las im\u00e1genes de esta pel\u00edcula. En todo caso, todo se siente extra\u00f1amente opaco. La frialdad, la ligera artificialidad de tales escenas, es intencionada. Esta mujer vive su vida profundamente sola, siempre en un campo de distorsi\u00f3n de la realidad creado por la forma en que todos la perciben.<\/p>\n

Cuando se convirti\u00f3 en una figura m\u00e1s conocida en el escenario internacional, Sorrentino se sali\u00f3 con la suya con esta manera el\u00edptica de contar historias porque llen\u00f3 la pantalla con un hedonismo maravilloso y desenfrenado. Piense en las org\u00edas de los ganadores del Oscar La gran belleza<\/em> o las fiestas \u201cbunga-bunga\u201d de su famosa pel\u00edcula biogr\u00e1fica de Silvio Berlusconi, loro<\/em>. Sin esas distracciones, es poco probable que atraiga la misma atenci\u00f3n o elogios. Pero ahora est\u00e1 haciendo un trabajo m\u00e1s personal. Y partenope<\/em> gradualmente se convierte en algo m\u00e1s que la belleza de una persona. Si La mano de Dios<\/em> trata sobre la infancia del director, este trata sobre algo m\u00e1s abstracto pero no menos identificable. Nuestra protagonista llega a sentirse como un avatar de las ideas mismas de juventud y posibilidad, lo que tambi\u00e9n la convierte en un avatar de lo opuesto a esas cosas: la idea de que la vida eventualmente pasa por alto. Al crear una pel\u00edcula sobre una persona hermosa, Sorrentino nos recuerda que, en nuestros recuerdos, todos fuimos hermosos alguna vez.<\/p>\n