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Lo que pasa con las historias es que sin importar el tema, pueden crear emociones para todos los que las escuchan. No importa si il\u00edcitan el consuelo o la incomodidad, el deseo o el asco, o cualquier otro tipo de sentimiento que el ser humano pueda conjurar. En la era de los servicios de transmisi\u00f3n y las redes sociales, plataformas que exigen toda la atenci\u00f3n y demanda de sus usuarios, la necesidad de buenas historias es m\u00e1s importante que nunca. Este tipo de historias no se pueden etiquetar como \u00abcontenido\u00bb o producidas en masa, y no importa cu\u00e1n desordenadas puedan ser, son fundamentales si queremos asegurarnos de que la humanidad en su conjunto pueda permanecer unida incluso en los peores momentos.<\/p>\n
Con \u00abThree Thousand Years of Longing\u00bb, George Miller hace una audaz proclamaci\u00f3n por la supervivencia de estas historias. La pel\u00edcula los posiciona como algo que unifica y enriquece a la sociedad incluso en nuestros tiempos m\u00e1s oscuros (sorprendentemente, reconoce la pandemia de COVID-19), lo cual tiene toda la raz\u00f3n en ese sentido. Pueden hacer que las personas se enamoren no solo entre s\u00ed, sino tambi\u00e9n del mundo y de las diversas culturas que lo habitan. Despu\u00e9s de todo, sin historias, \u00bfcu\u00e1l es el sentido de nuestra existencia?<\/p>\n<\/p><\/div>\n