{"id":144407,"date":"2022-09-05T08:32:32","date_gmt":"2022-09-05T08:32:32","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/resena-de-venecia-el-fantasma-de-richard-harris-de-adrian-sibley\/"},"modified":"2022-09-05T08:32:33","modified_gmt":"2022-09-05T08:32:33","slug":"resena-de-venecia-el-fantasma-de-richard-harris-de-adrian-sibley","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/resena-de-venecia-el-fantasma-de-richard-harris-de-adrian-sibley\/","title":{"rendered":"Rese\u00f1a de Venecia: ‘El fantasma de Richard Harris’ de Adrian Sibley"},"content":{"rendered":"


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Aunque se embarca en una cacer\u00eda de fantasmas, el fascinante documental de Adrian Sibley funciona mejor como una exploraci\u00f3n de las personalidades p\u00fablicas y privadas de su sujeto, trazando el ascenso de Richard Harris de estrella del deporte local a leyenda de la pantalla a trav\u00e9s de un apogeo inesperado como una estrella del pop que encabeza las listas de \u00e9xitos. en 1968. <\/p>\n

Sin embargo, en lugar de comenzar con una sesi\u00f3n de espiritismo, El fantasma de Richard Harris<\/em>que se proyecta en la secci\u00f3n de Cl\u00e1sicos del Festival de Cine de Venecia, abre con la visi\u00f3n m\u00e1s prosaica de los tres hijos del actor, Damien, Jared y Jamie, que atraviesan el calabozo de su difunta madre, donde encuentran diarios llenos de poes\u00eda, la corona del Rey Arturo (un accesorio de 1967 Camelot<\/em>) y baratijas de la harry potter<\/em> franquicia, en la que su padre interpret\u00f3 a Dumbledore hasta su muerte en 2002, a los 72 a\u00f1os. <\/p>\n

Esta configuraci\u00f3n resulta ser un tanto contraproducente, ya que los tres hombres de mediana edad, mientras recuerdan, luego admiten que estuvieron encerrados en un internado durante aproximadamente dos tercios de su infancia, pr\u00e1cticamente los per\u00edodos exactos en que Harris era en la c\u00faspide de su arte y en el apogeo de su alboroto (un t\u00e9rmino acu\u00f1ado por los tabloides brit\u00e1nicos casi exclusivamente para Harris y sus compa\u00f1eros de copas Peter O’Toole y Oliver Reed). <\/p>\n

Afortunadamente, sin embargo, esto no es un encubrimiento familiar, y la pel\u00edcula de Sibley es refrescantemente entusiasta sobre las juergas de Harris: en las entrevistas, se escucha que el actor no se disculpa por su forma de beber, tomar drogas y ser mujeriego (con la ahora familiar advertencia que este era \u201cun tiempo diferente\u201d), e incluso afirma que, para un artista, los demonios personales son en realidad un regalo para ser abrazado como inspiraci\u00f3n en lugar de pecados para ser limpiados.<\/p>\n

Este, para que quede claro, es del p\u00fablico que habla Richard Harris, el hombre que salt\u00f3 a la fama tras protagonizar la pel\u00edcula de Lindsay Anderson. Esta vida deportiva<\/em> (1963), parte de una nueva ola de cine realista que dio voz a actores de clase trabajadora del Reino Unido (y, en el caso de Harris, de Irlanda). El soldado raso Richard Harris, conocido como Dickie en casa, era una bestia menos art\u00edstica, un \u00e1vido nadador y entusiasta de los deportes cuyo \u00fanico arrepentimiento real era no haber podido jugar al rugby en su tierra natal. La pel\u00edcula de Sibley profundiza en este lado supuestamente oculto de la vida de Harris, pero incluso las pepitas m\u00e1s coloridas no son tan reveladoras y, por alguna extra\u00f1a raz\u00f3n, una de las ideas m\u00e1s importantes de la pel\u00edcula se deja para el final, explicando que una pelea de la infancia de tuberculosis fue lo que acab\u00f3 con esas ambiciones deportivas para siempre. <\/p>\n

Igualmente curioso es que las salidas de Harris a la pantalla grande son un poco menos celebradas que su trabajo en el escenario inicial, que, sin duda, fue m\u00e1s impactante y mucho m\u00e1s centrado de lo que sugerir\u00eda su comportamiento informal. El musical que cambia el juego Camelot<\/em>por supuesto, recibe mucha atenci\u00f3n, pero los completistas de Harris podr\u00edan querer m\u00e1s menci\u00f3n de, digamos, 1970 Un hombre llamado caballo<\/em>o 1974 gigante<\/em>aunque cualquier descuido sobre su talento se corrige en todo un apartado dedicado a la actuaci\u00f3n de Jim Sheridan El campo<\/em> (1990). Este \u00faltimo trajo a Harris su segunda y \u00faltima nominaci\u00f3n al Oscar despu\u00e9s de Esta vida deportiva<\/em> \u2014 no es un mal logro para un actor que afirm\u00f3 que nunca jug\u00f3 el juego de Hollywood incluso despu\u00e9s de haber sido filmado y fotografiado en fiestas y ceremonias de premiaci\u00f3n haciendo exactamente eso. Pero entonces, Harris nunca fue un hombre que acatara las reglas de nadie, especialmente las suyas. <\/p>\n

Dos secuencias notables elevan la pel\u00edcula por encima de lo que normalmente se esperar\u00eda de un programa de arte televisivo, que es b\u00e1sicamente lo que es. El primero es el recuento de la \u00absemana perdida\u00bb de Harris, en realidad un evento planificado y bien documentado que le fue regalado al actor por mantenerse sobrio durante el rodaje del drama de \u00e9poca. Cromwell<\/em> (1970). Las im\u00e1genes borrachas de Harris y sus amigos desmayados en las calles de Par\u00eds y bailando en un burdel alem\u00e1n avergonzaban las travesuras de cualquier acto de rock o pop contempor\u00e1neo. Y hablando de eso, Harris finalmente obtiene su merecido como la fuerza motivadora detr\u00e1s de \u00abMacArthur Park\u00bb, la epopeya f\u00e1cil de escuchar de 1969 escrita por un entonces desconocido Jimmy Webb que se convirti\u00f3 en un gran \u00e9xito con su coqueteo burl\u00f3n con la cultura LSD\/hippie de el d\u00eda en la famosa l\u00ednea sobre un misterioso pastel empapado por la lluvia y \u00abel dulce glaseado verde que fluye hacia abajo\u00bb. <\/p>\n

Es probable que el inter\u00e9s sea un nicho despu\u00e9s de su festival en Venecia, pero El fantasma de Richard Harris<\/em> es un valioso recordatorio de una \u00e9poca no solo anterior a la cultura de cancelaci\u00f3n de hoy, sino tambi\u00e9n de la era de estricto control de relaciones p\u00fablicas que la precedi\u00f3 inmediatamente. Harris se habr\u00eda burlado de ambos, pero siempre fue un publicista inmaculado, manteniendo un estricto control sobre sus identidades supuestamente contradictorias como \u00abRichard\u00bb y \u00abDickie\u00bb y siempre consciente de las aguas agitadas de los medios. Como dice el propio actor, en un clip de su elogiada versi\u00f3n de 1990 de Pirandello’s Enrique IV<\/em>:: \u201c\u00a1Ay del que no sepa ponerse la m\u00e1scara!\u201d.<\/p>\n<\/p><\/div>\n