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\n Foto: Max Mumby\/\u00cdndigo\/Getty Images<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n La reina Isabel II fue una mujer distinguida, la matriarca de una de las familias m\u00e1s poderosas del mundo y la monarca brit\u00e1nica con el reinado m\u00e1s largo de la historia, ya que ocup\u00f3 el trono durante siete d\u00e9cadas. Tambi\u00e9n era una se\u00f1ora de 96 a\u00f1os que en ocasiones, como cualquier otra nonagenaria, simplemente no pod\u00eda ser molestada.<\/p>\n Lilibet no se qued\u00f3 callada sobre lo que amaba: sus muchos corgis, los animales en general, su hijo ca\u00eddo en desgracia, el pr\u00edncipe Andrew. Igualmente, no se avergonzaba de las cosas que no la apaciguaban, especialmente en sus \u00faltimos a\u00f1os. Aunque la familia real est\u00e1 envuelta en formalidad, caracterizada por tradiciones obsoletas y extra\u00f1as, la difunta reina parec\u00eda romper las reglas a su antojo. Ella era la reina literal de Inglaterra, despu\u00e9s de todo.<\/p>\n Hay un encanto innegable en una mujer extremadamente dif\u00edcil de relacionar, alguien cuya vida estuvo imbuida de las trampas de la riqueza, actuando de manera regular, incluso mezquina. Con ese fin, aqu\u00ed hay una oda a algunas de las veces que su alteza real actu\u00f3 como todo lo contrario.<\/p>\n A la reina Isabel le encantaba un peque\u00f1o c\u00f3ctel; ella era particularmente partidaria de un Dubonnet y ginebra o un martini cl\u00e1sico. Seg\u00fan Camilla Parker Bowles, esposa del hijo de Isabel, Carlos III, la reina una vez se tom\u00f3 unos martinis de m\u00e1s y llam\u00f3 a Camilla una \u00abmujer malvada\u00bb. Agua salpicada debajo del puente, estoy seguro, ahora que Camilla es ahora la reina consorte oficial.<\/p>\n