\n<\/aside>\n<\/p>\n
Durante mucho tiempo ha sido un misterio por qu\u00e9 una de las experiencias humanas m\u00e1s b\u00e1sicas, sentir dolor f\u00edsico, fluct\u00faa en intensidad a lo largo del d\u00eda. Desde los primeros d\u00edas de la medicina, los m\u00e9dicos y los pacientes han notado que muchos tipos de dolor tienden a empeorar por la noche. La mayor\u00eda de las investigaciones hasta ahora han tratado de vincular el dolor nocturno creciente con la privaci\u00f3n del sue\u00f1o o el sue\u00f1o interrumpido, pero con un \u00e9xito limitado.<\/p>\n
En un estudio publicado recientemente, los cient\u00edficos dirigidos por Claude Gronfier en el Centro de Investigaci\u00f3n de Neurociencia de Lyon en Francia finalmente arrojaron luz sobre los cambios en la sensibilidad al dolor, lo que sugiere que nuestro reloj circadiano da forma a estos cambios, con un pico y un valle de intensidad caracter\u00edsticos en diferentes momentos de la vida. d\u00eda.<\/p>\n
Incluso las personas que no pueden bailar tienen ritmos internos que vibran en todos los sistemas de su cuerpo. Conocidos como ritmos circadianos, estos procesos biol\u00f3gicos ajustan su actividad para subir y bajar en momentos precisos a lo largo del d\u00eda, impulsados \u200b\u200bpor el reloj interno del cuerpo. Influyen en casi todos los sistemas corporales, ejerciendo control sobre \u00abcasi todos los aspectos de nuestra fisiolog\u00eda y comportamiento\u00bb, dice Lance Kriegsfeld, bi\u00f3logo circadiano de la Universidad de California, Berkeley.<\/p>\n
<\/figure>\nEl trabajo de Gronfier y su equipo revel\u00f3 la influencia de estos ritmos sobre el dolor al mostrar que un est\u00edmulo de calor doloroso breve se percib\u00eda como m\u00e1s doloroso alrededor de las 3 a. m. y menos doloroso aproximadamente a las 3 p. m. \u00abEs muy emocionante\u00bb, dice Nader Ghasemlou, cient\u00edfico del dolor de la Universidad de Queens en Kingston, Canad\u00e1, que no particip\u00f3 en la investigaci\u00f3n. \u00abEs uno de estos estudios que est\u00e1 respondiendo preguntas que hemos tenido durante mucho tiempo\u00bb.<\/p>\n\n Anuncio publicitario <\/span> <\/p>\n<\/aside>\nLas incertidumbres han persistido durante tanto tiempo porque demostrar que algo es impulsado por el reloj interno del cuerpo es dif\u00edcil y requiere un dise\u00f1o de estudio extenuante. Los investigadores deben colocar a los participantes en un entorno de laboratorio controlado donde puedan descartar cualquier factor ambiental o de comportamiento que tambi\u00e9n podr\u00eda causar una fluctuaci\u00f3n r\u00edtmica. Este enfoque se denomina \u00abprotocolo de rutina constante\u00bb, donde todo se mantiene constante (iluminaci\u00f3n, temperatura, acceso a los alimentos) y es imposible saber qu\u00e9 hora es. Los participantes deben acostarse en una posici\u00f3n semi-recostada en una habitaci\u00f3n con poca luz durante al menos 24 horas. No se les permite dormir, salir o pararse para usar el ba\u00f1o. La comida se da solo como peque\u00f1os refrigerios cada hora. Los participantes pueden conversar con los miembros del equipo de estudio, pero el personal tiene estrictamente prohibido mencionar cualquier cosa relacionada con la hora. Seg\u00fan el protocolo, ya nada en el ambiente o el comportamiento de los participantes es r\u00edtmico, explica Gronfier. Entonces, si los investigadores detectan una medida biol\u00f3gica que tiene un ritmo de 24 horas, ese patr\u00f3n \u00abemana desde adentro y precisamente del sistema de tiempo circadiano\u00bb.<\/p>\n
Para descubrir la naturaleza r\u00edtmica del dolor, el equipo de Gronfier encontr\u00f3 a 12 hombres j\u00f3venes sanos que aceptaron someterse al protocolo durante 34 horas. Cada dos horas, el equipo prob\u00f3 su sensibilidad al dolor usando un dispositivo colocado en el antebrazo que aumentaba lentamente la temperatura en 1\u00b0 Celsius hasta que reportaron dolor. Los participantes generalmente deten\u00edan el dispositivo antes de que alcanzara los 46 \u00b0 Celsius (115 \u00b0 Fahrenheit). Los participantes tambi\u00e9n fueron evaluados con el dispositivo ajustado a temperaturas espec\u00edficas (42\u00b0, 44\u00b0 y 46\u00b0 Celsius), y luego se les pidi\u00f3 que calificaran en una escala visual el nivel de dolor que sent\u00edan.<\/p>\n
Antes de que el equipo pudiera buscar ritmos en estos datos, ten\u00edan que obtener una medida del reloj corporal de cada persona. Si bien los ritmos de todos siguen un ciclo diario, algunos se desv\u00edan m\u00e1s temprano o m\u00e1s tarde en el d\u00eda, lo que lleva a \u00abalondras matutinas\u00bb, \u00abnoct\u00e1mbulos\u00bb y todos los dem\u00e1s. El equipo hizo esto recolectando muestras de saliva cada hora para evaluar el aumento de melatonina, una hormona liberada unas dos horas antes de la hora normal de acostarse, y luego us\u00f3 esta informaci\u00f3n para sincronizar los ritmos de todos contra un solo reloj de 24 horas. Entonces surgi\u00f3 un claro ciclo de dolor. En promedio, la sensibilidad alcanz\u00f3 su punto m\u00e1ximo entre las 3 am y las 4 am en esta medida estandarizada antes de alcanzar su punto m\u00e1s bajo unas 12 horas despu\u00e9s.<\/p>\n<\/p><\/div>\n
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