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Cuando Wes Anderson lanz\u00f3 \u00abBottle Rocket\u00bb en 1996, no era el director respetado que es hoy. Fue su primer largometraje y, a pesar de sus buenas cr\u00edticas, no fue un \u00e9xito de taquilla de ninguna manera. Esto, junto con una experiencia de pesadilla en el estreno de la pel\u00edcula, probablemente sacudi\u00f3 la confianza del joven Anderson.<\/p>\n
Pero entonces Martin Scorsese vio \u00abBottle Rocket\u00bb. Le encant\u00f3 tanto que eventualmente la nombrar\u00eda una de sus pel\u00edculas favoritas de la d\u00e9cada de 1990. Record\u00f3 c\u00f3mo se sinti\u00f3 al ver la pel\u00edcula por primera vez en un art\u00edculo que escribi\u00f3 para Esquire en 2007.<\/p>\n
\n\u00abAqu\u00ed hab\u00eda una pel\u00edcula sin rastro de cinismo, que obviamente surgi\u00f3 del cari\u00f1o de su director por sus personajes en particular y por la gente en general. Una rareza. Y la idea central de la pel\u00edcula es tan delicada, tan humana: Un grupo de los j\u00f3venes piensan que sus vidas tienen que estar llenas de riesgos y peligros para ser reales. No saben que est\u00e1 bien simplemente ser quienes son\u00bb.<\/p>\n<\/blockquote>\n
Leer que a Martin Scorsese no solo le gust\u00f3 su pel\u00edcula, sino que tambi\u00e9n lo conmovi\u00f3 emocionalmente, tuvo que haber sido una experiencia surrealista para Anderson. Scorsese no distribuye este tipo de cr\u00edticas favorables a la ligera, por lo que obtener la aprobaci\u00f3n de Scorsese en un escenario tan p\u00fablico es realmente un honor.<\/p>\n<\/p><\/div>\n