\n<\/aside>\n<\/p>\n
Si fue a la escuela secundaria en los EE. UU., puede recordar las actividades extracurriculares temprano en la ma\u00f1ana, dormir durante el primer per\u00edodo de \u00e1lgebra o sesiones de estudio nocturnas con los ojos adormecidos (a diferencia de otras \u00absesiones de estudio\u00bb despiertos que les dijimos a nuestros padres que est\u00e1bamos tener). Como adulto, es posible que se pregunte si hay un mejor momento para explorar Shakespeare que a las 8 am, o expandir una serie de Taylor justo despu\u00e9s de desplomarse en su silla, medio dormido despu\u00e9s de su viaje en autob\u00fas al amanecer.<\/p>\n
Resulta que los horarios de inicio temprano de la escuela para las escuelas secundarias de EE. UU. se basan en una base cient\u00edfica inestable, como lo expone la periodista y madre Lisa Lewis en su nuevo libro, El adolescente privado de sue\u00f1o<\/em>. Ella detalla por qu\u00e9 las escuelas secundarias en los EE. UU. tienden a comenzar temprano, la ciencia detr\u00e1s de por qu\u00e9 eso es malo para los ni\u00f1os y c\u00f3mo los horarios de inicio de clases m\u00e1s tarde pueden beneficiar no solo a los adolescentes, sino a todos. Quiz\u00e1s lo m\u00e1s importante es que brinda una introducci\u00f3n sobre c\u00f3mo abogar por el cambio en su comunidad.<\/p>\nLas ruedas del cami\u00f3n dan vueltas y vueltas<\/h2>\n Nuestros horarios de inicio temprano son un poco un accidente hist\u00f3rico. En la primera mitad del siglo XX, las escuelas sol\u00edan ser peque\u00f1as y locales: la mayor\u00eda de los estudiantes pod\u00edan caminar. Lewis se\u00f1ala que en 1950 todav\u00eda hab\u00eda 60.000 escuelas de un solo sal\u00f3n en todo el pa\u00eds. Para 1960, ese n\u00famero se hab\u00eda reducido a alrededor de 20.000.<\/p>\n
Seg\u00fan Lewis, esa tendencia se aceler\u00f3 cuando las autoridades de EE. UU. temieron que la educaci\u00f3n, especialmente en ciencias y matem\u00e1ticas, se quedara atr\u00e1s con respecto a la de su archienemigo, la Uni\u00f3n Sovi\u00e9tica. Ella describe c\u00f3mo un informe de 1959 escrito por James Bryant Conant, un qu\u00edmico y presidente jubilado de la Universidad de Harvard, recomend\u00f3 que las escuelas secundarias tengan tama\u00f1os de las clases de graduaci\u00f3n<\/em> de al menos 100, muy lejos de las peque\u00f1as escuelas locales. La consolidaci\u00f3n escolar, que ya hab\u00eda comenzado, se aceler\u00f3. Las escuelas del vecindario continuaron cerrando. Y el autob\u00fas escolar amarillo estaba bloqueado en una trayectoria hacia su estado ic\u00f3nico actual.<\/p>\nPara minimizar los costos asociados con el transporte en autob\u00fas, Lewis describe c\u00f3mo muchos distritos escalonaron los horarios de inicio de clases para poder usar los mismos autobuses para transportar a los estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria. En ese momento, hab\u00eda un consenso social de que los adolescentes necesitaban dormir menos que los j\u00f3venes, por lo que las escuelas secundarias obtuvieron los primeros lugares.<\/p>\n\n Anuncio publicitario <\/span> <\/p>\n<\/aside>\nY la ciencia dice…<\/h2>\n En las d\u00e9cadas de 1950 y 1960, los cient\u00edficos a\u00fan ten\u00edan que profundizar en el sue\u00f1o de los adolescentes. Pero eso comenz\u00f3 a cambiar en la d\u00e9cada de 1970, comenzando con el experimento Stanford Summer Sleep Camp dirigido por la entonces estudiante de doctorado Mary Carskadon, ahora profesora de psiquiatr\u00eda y comportamiento humano en la Universidad de Brown. Lewis lleva a los lectores a trav\u00e9s de los aspectos m\u00e1s destacados del estudio de varios a\u00f1os, en el que los cient\u00edficos rastrearon patrones de sue\u00f1o y m\u00e9tricas que van desde el monitoreo de ondas cerebrales hasta pruebas cognitivas en los mismos ni\u00f1os durante 10 a\u00f1os, desde 1976 hasta 1985.<\/p>\n
Los resultados sorprendentes surgieron de este primer vistazo al sue\u00f1o de los adolescentes. Por ejemplo, los adolescentes necesitaban dormir lo mismo o incluso m\u00e1s que los ni\u00f1os m\u00e1s peque\u00f1os. En promedio, todos los ni\u00f1os del estudio, independientemente de su edad, durmieron 9,25 horas por noche. Estudios posteriores han demostrado que la cantidad ideal de sue\u00f1o para los adolescentes se encuentra entre 8 y 10 horas por noche. Sin embargo, Lewis informa que para 2019, solo el 22 por ciento de los estudiantes de secundaria informaron que dorm\u00edan regularmente al menos ocho horas, seg\u00fan los CDC.<\/p>\n
Otro hallazgo clave del experimento Stanford Summer Sleep Camp fue que los ni\u00f1os mayores ten\u00edan explosiones de energ\u00eda m\u00e1s tarde en el d\u00eda. Estudios posteriores demostraron que cuando los ni\u00f1os llegan a la pubertad, sus cerebros retrasan la liberaci\u00f3n de melatonina, la hormona que nos da sue\u00f1o. Para los adolescentes, la melatonina sube m\u00e1s tarde en la noche y cae m\u00e1s tarde en la ma\u00f1ana, cambiando sus ritmos circadianos. La propensi\u00f3n de los estudiantes de secundaria a quedarse despiertos hasta tarde y dormir toda la ma\u00f1ana no es necesariamente pereza o desaf\u00edo, es biol\u00f3gico.<\/p>\n
Sin embargo, aqu\u00ed estamos, d\u00e9cadas despu\u00e9s, con un horario promedio de inicio de clases en 2017 a partir de las 8 a. m. y un 40 % de las escuelas comenzando incluso antes. Este es un cambio dram\u00e1tico con respecto a hace un siglo, cuando las escuelas secundarias en el este de los EE. UU. comenzaban a las 9 am, se\u00f1ala Lewis.<\/p>\n
\u00bfPor qu\u00e9 las escuelas no se han adaptado a esta afluencia de nueva informaci\u00f3n? Bueno, algunas escuelas tienen. Lewis presenta varios ejemplos a lo largo del libro, mostrando escuelas que cosecharon muchos efectos positivos, incluso en la era de los tel\u00e9fonos inteligentes y las redes sociales.<\/p>\n
Lewis describe un estudio, publicado en 2018, en el que los estudiantes durmieron 34 minutos adicionales cada noche de clases cuando su distrito de Seattle cambi\u00f3 la hora de inicio a las 8:45 a. m. Puede que no parezca mucho, pero muchos estudiantes y familias brindaron comentarios positivos, al igual que los maestros, con uno describiendo el ambiente de la ma\u00f1ana como \u00abanimado\u00bb, un adjetivo que muchos de nosotros podr\u00edamos encontrar insondable para el primer per\u00edodo.<\/p>\n<\/p><\/div>\n
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