{"id":206851,"date":"2022-10-01T15:07:19","date_gmt":"2022-10-01T15:07:19","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/sobre-las-camaras-de-los-telefonos-inteligentes-los-marineros-de-seattle-y-la-decepcion\/"},"modified":"2022-10-01T15:07:21","modified_gmt":"2022-10-01T15:07:21","slug":"sobre-las-camaras-de-los-telefonos-inteligentes-los-marineros-de-seattle-y-la-decepcion","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/sobre-las-camaras-de-los-telefonos-inteligentes-los-marineros-de-seattle-y-la-decepcion\/","title":{"rendered":"Sobre las c\u00e1maras de los tel\u00e9fonos inteligentes, los Marineros de Seattle y la decepci\u00f3n"},"content":{"rendered":"


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El martes por la noche, cuando cruzo la calle hacia el estadio, siento el olor a salchicha chisporroteante, escape de autom\u00f3vil y esperanzas de llegar a los playoffs al final de la temporada en el aire. Llevo una ri\u00f1onera verde ne\u00f3n de los Mariners cruzada sobre el pecho (as\u00ed es como las llevan los ni\u00f1os, \u00bfno?) cargada con lo esencial: mi identificaci\u00f3n, Kleenex, un Samsung Galaxy S22 Ultra<\/a>y un iPhone 14 Pro<\/a>. El techo de T-Mobile Park cuelga abierto sobre el ferrocarril adyacente, amenazante como la Estrella de la Muerte, y me dirijo hacia una entrada con algunas cosas en mi agenda, sin ning\u00fan orden en particular:<\/p>\n<\/div>\n

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