Foto: Hassan Ammar\/AP<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\nCuatro semanas despu\u00e9s de esta nueva revuelta iran\u00ed, estoy a miles de kil\u00f3metros de distancia viendo a las mujeres quemar sus hijabs. Veo gente golpeada y acribillada a balazos, manifestantes arrestados, padres llorando mientras su hijo yace muerto en una cama de hospital al otro lado de una puerta.<\/p>\n
Alterno entre el orgullo feroz y el miedo. Todo lo que quiero es subirme a un avi\u00f3n, llegar a Ir\u00e1n y unirme a ellos.<\/p>\n
yo deber\u00eda <\/em>estar all\u00ed Nac\u00ed en 1979, hijo de la revoluci\u00f3n, y mi familia fue una de las muchas que quedaron destrozadas despu\u00e9s. Han pasado 18 a\u00f1os desde que viv\u00ed en Ir\u00e1n y 40 a\u00f1os desde que mi madre huy\u00f3 para salvar su vida conmigo cuando era un ni\u00f1o peque\u00f1o.<\/p>\nComo yo, miles de iran\u00edes con gui\u00f3n est\u00e1n experimentando las protestas desde lejos. Nos desplazamos a trav\u00e9s de nuestras redes sociales y aplicaciones de mensajer\u00eda, jadeando, vitoreando y llorando mientras familiares y amigos nos env\u00edan im\u00e1genes y videos de manifestaciones. Estas instant\u00e1neas muestran a mujeres e, incre\u00edblemente, ni\u00f1as que se mantienen firmes contra la voluntad de sus opresores. Tambi\u00e9n son atisbos de la violencia ocasional y la tortura perpetrada contra los iran\u00edes que piden un r\u00e9gimen que respete su personalidad y saque al pa\u00eds de la crisis.<\/p>\n
Hay protestas en al menos 80 ciudades de todo el pa\u00eds, y el gobierno ha respondido con fuerza bruta: seg\u00fan los informes, la polic\u00eda arroj\u00f3 gases lacrim\u00f3genos a una escuela primaria, arrest\u00f3 a ni\u00f1os y visit\u00f3 hospitales para detener a cualquier persona herida sospechosa de participar en el ataque. levantamiento. Desde que comenzaron las protestas el 16 de septiembre, m\u00e1s de 200 personas han muerto, incluidos 19 ni\u00f1os, aunque es probable que las cifras reales sean mucho m\u00e1s altas.<\/p>\n
Para aquellos de nosotros que estamos lejos, nos sentimos parte de este momento y, dolorosamente, lejos de \u00e9l, una dualidad que imita y ensombrece la realidad de la di\u00e1spora. A\u00fan as\u00ed, muchos de los que reclamamos a Ir\u00e1n como nuestra patria nos reconocemos en los rostros de quienes marchan, luchan y enfrentan las balas. Estamos, todos nosotros, conectados: mis hermanas y hermanos iran\u00edes, sus hijos y nuestros mayores, todos aquellos que han estado protestando sin descanso contra el r\u00e9gimen actual.<\/p>\n\n Mi p\u00e9rdida personal de familia, idioma y cultura reflej\u00f3 una p\u00e9rdida mayor, una que proviene de generaciones de iran\u00edes separados por guiones.<\/span><\/p>\n<\/aside>\nEn Estados Unidos hablamos de libertad, pero as\u00ed la reclama la gente. Este \u00faltimo intento de cambio comenz\u00f3 despu\u00e9s de que la iran\u00ed kurda Mahsa \u201cJina\u201d Amini muriera el mes pasado, cuando la polic\u00eda moral la arrest\u00f3 por \u201cvestimenta inapropiada\u201d y supuestamente la golpe\u00f3 hasta matarla bajo custodia. Su asesinato desencaden\u00f3 este levantamiento; ella era la chispa pero no la causa. Los iran\u00edes est\u00e1n enojados y afligidos despu\u00e9s de la devastaci\u00f3n de COVID, despu\u00e9s de trabajar toda la vida por montones de moneda que ahora casi no tiene valor y ver su econom\u00eda morir y jadear. Esto es lo que sucede despu\u00e9s de cuatro d\u00e9cadas de sanciones, un siglo de ser utilizado por monarcas y golpeado por potencias externas, primero los brit\u00e1nicos y los rusos y luego los estadounidenses. Esto es Ir\u00e1n despu\u00e9s de 43 a\u00f1os de una rep\u00fablica isl\u00e1mica que saque\u00f3 sus recursos, despoj\u00f3 de su cultura y asfixi\u00f3 a su gente.<\/p>\n
Amini no fue la primera iran\u00ed en morir, ciertamente no la primera mujer. Ella era solo una en una larga e ininterrumpida l\u00ednea de nosotros que hemos sido utilizados y descartados por gobiernos extranjeros y nacionales. Hoy, mientras que aproximadamente el 80 por ciento de las mujeres iran\u00edes saben leer y escribir y representan alrededor del 60 por ciento de los graduados universitarios, tambi\u00e9n sufren el peso del desempleo y el subempleo generalizados. Se est\u00e1n doblegando bajo el flagelo de la enfermedad mental y la depresi\u00f3n que conlleva enfrentarse a un futuro que promete dificultades, enfermedades y pobreza.<\/p>\n
Pero no sorprende que las mujeres se hayan convertido en la mayor amenaza para el r\u00e9gimen isl\u00e1mico. Las mujeres iran\u00edes han estado al frente de los movimientos pol\u00edticos en Ir\u00e1n al menos desde mediados del siglo XIX. Fueron parte integral del primer intento de la naci\u00f3n de alejarse de la monarqu\u00eda a principios del siglo XX. Los hombres de la Revoluci\u00f3n Constitucional se enfocaron en crear un gobierno m\u00e1s representativo, mientras que las mujeres se reunieron, protestaron y marcharon por un sistema m\u00e1s progresista. y<\/em> por su derecho a la educaci\u00f3n y al sufragio.<\/p>\nSu movimiento floreci\u00f3 durante d\u00e9cadas hasta la d\u00e9cada de 1930, cuando Reza Shah, el monarca, pr\u00e1cticamente proscribi\u00f3 el derecho de las mujeres a organizarse. Quer\u00eda que el pa\u00eds y su gente parecieran modernos y oblig\u00f3 a sus s\u00fabditos a cambiar la forma en que vest\u00edan: las mujeres ten\u00edan sus hijabs y chadores, prendas que cubr\u00edan todo el cuerpo, arrancadas de sus cabezas y arrancadas de sus cuerpos. A las mujeres que optaron por permanecer cubiertas se les prohibi\u00f3 usar las instalaciones p\u00fablicas y la polic\u00eda las acos\u00f3 f\u00edsicamente. Para estar seguros, muchos optaron por quedarse en casa y optaron por retirarse al interior en lugar de arriesgarse a la humillaci\u00f3n afuera.<\/p>\n
Esta historia tambi\u00e9n est\u00e1 entrelazada con la historia de mi familia: mi abuela, por ejemplo, fue una de las tres mujeres admitidas en la Universidad de Teher\u00e1n en 1938. En 1975, m\u00e1s de una d\u00e9cada despu\u00e9s de que las mujeres obtuvieran el derecho al voto y ocuparan cargos electivos, Mahnaz Afkhami, mi t\u00eda, fue designada para dirigir el reci\u00e9n creado ministerio de asuntos de la mujer. En un a\u00f1o, ayud\u00f3 a aprobar un paquete que inclu\u00eda una licencia de maternidad garantizada de siete meses, empleo a tiempo parcial para las madres despu\u00e9s del nacimiento de su hijo y atenci\u00f3n m\u00e9dica para todos los ni\u00f1os hasta los 3 a\u00f1os.<\/p>\n
Tambi\u00e9n hubo cientos de miles de mujeres, religiosas y laicas, que se unieron al movimiento contra el Shah, que estall\u00f3 en la revoluci\u00f3n de 1979. Entre ellas estaba mi madre, una revolucionaria de izquierda que entendi\u00f3 el poder de una vasta comunidad pol\u00edticamente informada y dedicada. gente. Durante una d\u00e9cada, ayud\u00f3 a organizarse fuera de Ir\u00e1n y regres\u00f3 en febrero de 1979, semanas despu\u00e9s de que el sha se fuera definitivamente.<\/p>\n