{"id":240418,"date":"2022-10-16T10:45:10","date_gmt":"2022-10-16T10:45:10","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/el-sucio-secreto-de-la-informatica-de-alto-rendimiento\/"},"modified":"2022-10-16T10:45:12","modified_gmt":"2022-10-16T10:45:12","slug":"el-sucio-secreto-de-la-informatica-de-alto-rendimiento","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/el-sucio-secreto-de-la-informatica-de-alto-rendimiento\/","title":{"rendered":"El sucio secreto de la inform\u00e1tica de alto rendimiento"},"content":{"rendered":"


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En las d\u00e9cadas transcurridas desde que Seymour Cray desarroll\u00f3 lo que se considera la primera supercomputadora del mundo, la CDC 6600<\/u> (se abre en una pesta\u00f1a nueva)<\/span>, se ha librado una carrera armamentista en la comunidad inform\u00e1tica de alto rendimiento (HPC). El objetivo: mejorar el rendimiento, por cualquier medio, a cualquier precio.<\/p>\n

Impulsado por los avances en los campos de la inform\u00e1tica, el almacenamiento, las redes y el software, el rendimiento de los sistemas l\u00edderes se ha multiplicado por un bill\u00f3n desde la presentaci\u00f3n del CDC 6600 en 1964, desde los millones de operaciones de coma flotante por segundo (megaFLOPS) hasta la quintillones (exaFLOPS).<\/p>\n