{"id":331624,"date":"2022-12-06T00:23:18","date_gmt":"2022-12-06T00:23:18","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/por-favor-deja-de-enloquecer-por-esta-arana-amarilla-gigante\/"},"modified":"2022-12-06T00:23:20","modified_gmt":"2022-12-06T00:23:20","slug":"por-favor-deja-de-enloquecer-por-esta-arana-amarilla-gigante","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/por-favor-deja-de-enloquecer-por-esta-arana-amarilla-gigante\/","title":{"rendered":"Por favor, deja de enloquecer por esta ara\u00f1a amarilla gigante"},"content":{"rendered":"


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Nativos del este de Asia, los Jor\u014ds son uno de los muchos llamados tejedores de esferas doradas, llamados as\u00ed por la seda brillante que usan para tejer telara\u00f1as (que, por cierto, pueden tener la friolera de 10 pies de ancho). La ara\u00f1a fue vista por primera vez en los EE. UU. por cient\u00edficos en Colbert, Georgia, en 2014, aunque las cuentas locales sugieren que pudo haber existido durante algunos a\u00f1os antes. Colbert est\u00e1 cerca de un centro de almacenes y centros de distribuci\u00f3n, por lo que es probable que la ara\u00f1a haya llegado accidentalmente en un barco de carga internacional. <\/p>\n

En 2020, la poblaci\u00f3n de Jor\u014d se dispar\u00f3. Los cient\u00edficos creen que se est\u00e1n dispersando principalmente a trav\u00e9s de una t\u00e9cnica llamada globo: las cr\u00edas de ara\u00f1a trepan alto, lanzan seda y se deslizan a lo largo de las corrientes de aire hasta su pr\u00f3ximo destino. Fue entonces cuando las ara\u00f1as llamaron por primera vez la atenci\u00f3n de los medios. Una segunda ola de noticias lleg\u00f3 con el descubrimiento de que, a diferencia de los tejedores de orbes nativos, los Jor\u014ds pueden tolerar climas m\u00e1s fr\u00edos. Algunos art\u00edculos hac\u00edan referencia a giradores de paracaidismo del tama\u00f1o de la palma de la mano que pronto volar\u00edan por la costa este. Otros los pintaron como algo positivo: tal vez Jor\u014ds se aprovechar\u00eda de especies invasoras da\u00f1inas, como chinches apestosas, y las mantendr\u00eda a raya. Pero ninguno de estos ha sido probado como cierto. <\/p>\n

\u201cExiste una fuerte tentaci\u00f3n de etiquetarlos como algo bueno o malo\u201d, dice la aracn\u00f3loga Angela Chuang de la Universidad de Florida, coautora del art\u00edculo. \u201cPero a\u00fan no sabemos lo suficiente para decirlo\u201d. El trabajo anterior de Chuang encontr\u00f3 que el 47 por ciento de todas las noticias sobre ara\u00f1as son inexactas y contienen im\u00e1genes mal identificadas o errores f\u00e1cticos sobre su anatom\u00eda y toxicidad del veneno. Adem\u00e1s, el 43 por ciento de los art\u00edculos son exagerados, exagerando el tama\u00f1o o la vellosidad de las ara\u00f1as y asoci\u00e1ndolos con palabras desencadenantes, como espantoso<\/em>, de pesadilla<\/em>y mortal<\/em>\u2014que puede estimular la aracnofobia. <\/p>\n

La cobertura negativa distorsiona las percepciones sobre el riesgo que representan las ara\u00f1as para los humanos y da forma a las decisiones de las personas sobre los esfuerzos de protecci\u00f3n de la vida silvestre. En el peor de los casos, las cuentas sensacionalistas conducen a una p\u00e9rdida de dinero y recursos: los avistamientos de ara\u00f1as han provocado el cierre innecesario de escuelas y han llevado a las personas a medidas extremas de erradicaci\u00f3n. El mayor uso de pesticidas (que no son m\u00e1s que una soluci\u00f3n temporal, dice Coyle) puede perjudicar tanto las finanzas de los propietarios como la flora y la fauna cercanas. <\/p>\n

Por otro lado, dice Coyle, la cobertura demasiado positiva tambi\u00e9n es falsa, porque puede adormecer al p\u00fablico con una falsa sensaci\u00f3n de seguridad antes de que los cient\u00edficos hayan evaluado a fondo los efectos ambientales y econ\u00f3micos de una nueva especie.<\/p>\n

La raz\u00f3n por la que es tan dif\u00edcil para los cient\u00edficos predecir el futuro es porque las invasiones de ara\u00f1as son poco estudiadas. A diferencia de los insectos, no son plagas agr\u00edcolas, por lo que monitorear las invasiones tiene una baja prioridad econ\u00f3mica. La mayor\u00eda tambi\u00e9n son inofensivos. \u201cLa gran mayor\u00eda de las ara\u00f1as no representan una amenaza para los humanos y hacen un buen trabajo\u201d, dice Catherine Scott, ecologista conductual de la Universidad McGill. Son depredadores esenciales que ayudan a mantener el equilibrio en casi todos los ecosistemas terrestres.<\/p>\n

Pero la mayor\u00eda de los expertos reconocen que los Jor\u014ds deben estar teniendo alguno<\/em> efecto, especialmente debido a su r\u00e1pido crecimiento demogr\u00e1fico. Hoy en d\u00eda abarcan aproximadamente 46 000 millas cuadradas (120 000 kil\u00f3metros cuadrados), concentrados en su mayor parte en el norte de Georgia, aunque algunos han sido vistos tan al norte como Washington, DC, y tan al oeste como Oklahoma. \u00abSimplemente no hay forma concebible de que se deslicen sin problemas en el ecosistema sin causar algunas ondas\u00bb, dice Coyle. Su corazonada, basada en un trabajo de encuesta preliminar, es que Jor\u014ds probablemente expulsar\u00e1 a las ara\u00f1as nativas m\u00e1s peque\u00f1as, lo que podr\u00eda tener un efecto en cascada m\u00e1s arriba en la cadena alimentaria. Tambi\u00e9n existe la menor posibilidad de que puedan agotar las poblaciones de polinizadores que son fundamentales para el alto rendimiento de los cultivos si demasiadas abejas y mariposas quedan atrapadas en sus redes. <\/p>\n<\/div>\n


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