{"id":364895,"date":"2022-12-22T13:57:54","date_gmt":"2022-12-22T13:57:54","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/bob-gottlieb-es-el-ultimo-de-los-gigantes-editoriales\/"},"modified":"2022-12-22T13:57:56","modified_gmt":"2022-12-22T13:57:56","slug":"bob-gottlieb-es-el-ultimo-de-los-gigantes-editoriales","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/bob-gottlieb-es-el-ultimo-de-los-gigantes-editoriales\/","title":{"rendered":"Bob Gottlieb es el \u00faltimo de los gigantes editoriales"},"content":{"rendered":"


\n<\/p>\n

\n
\n
\n <\/picture>\n <\/div>\n<\/p><\/div>\n

La vida del editor Bob Gottlieb, con 91 a\u00f1os de edad, actualmente se limita en gran medida a una habitaci\u00f3n individual en el segundo piso de su casa adosada en East 48th Street, por elecci\u00f3n, no por necesidad. Puede ir muy bien por la Segunda Avenida hasta el restaurante que considera una extensi\u00f3n de su hogar, donde la camarera sabe que \u00e9l toma sus batidos de chocolate extra espesos. Pero todo lo que necesita, su biblioteca y sus l\u00e1pices, est\u00e1 aqu\u00ed mismo, entonces, \u00bfpor qu\u00e9 ir m\u00e1s lejos? Para recibir invitados como este, ni siquiera tuvo que ponerse zapatos o domar el movimiento de ala de gaviota de su cabello plateado. Burbujeando en un sill\u00f3n club de cuero en su oficina llena de libros (est\u00e1n dispuestos de acuerdo con un sistema, dice con un punto en la cabeza, eso es \u00abaqu\u00ed arriba\u00bb), con montones de m\u00e1s libros en el suelo y en las esquinas. , debajo de carteles publicitarios gigantes de MGM de Marion Davies, Clark Gable y Norma Shearer de principios de la d\u00e9cada de 1930, es un hombre en su elemento. \u201cNo quiero ir a ning\u00fan lado porque no hay ning\u00fan lugar al que quiera ir\u201d, dice en su registro de flauta. \u201cMi vida es muy tranquila, tal como me gusta\u201d.<\/p>\n

Es aqu\u00ed donde espera a que uno de sus escritores m\u00e1s famosos, y ha editado a muchos de los m\u00e1s famosos del siglo pasado, incluidos Cheever, Rushdie, Lessing y Naipaul, entregue un manuscrito largamente esperado. Es decir, suponiendo que la pareja supere lo que Gottlieb se\u00f1ala secamente que son las \u00abprobabilidades actuariales\u00bb. Robert Caro, de 87 a\u00f1os, a quien Gottlieb ha editado desde su primer libro, El corredor de poder<\/em>,<\/em> publicado en 1974, est\u00e1 trabajando en el quinto y \u00faltimo volumen de su biograf\u00eda de Lyndon B. Johnson. Su larga relaci\u00f3n es objeto de un documental, Pasar cada p\u00e1gina<\/em>,<\/em> dirigida por la hija de Gottlieb, Lizzie, que llega (mucho antes que el libro de Johnson) el 30 de diciembre.<\/p>\n

Gottlieb es quiz\u00e1s el hombre con m\u00e1s a\u00f1os de servicio en la industria editorial, un v\u00ednculo vivo con aquellos d\u00edas en que un exitoso editor de libros y su esposa, actriz de teatro, pod\u00edan comprarse una casa entera en Manhattan como esta y atiborrarla de libros. Su casa y su oficina dan a los jardines privados y semicomunitarios de Turtle Bay, compartidos con sus vecinos de la cuadra. \u201cBob nunca sale al jard\u00edn, tienes que entenderlo\u201d, dice la esposa de Gottlieb, Maria Tucci, quien lleg\u00f3 a casa con el almuerzo. Dice que a los verdaderos jud\u00edos no les gusta la naturaleza.<\/p>\n

Entre sus compa\u00f1eros jardineros de Turtle Bay a lo largo de los a\u00f1os estaban Janet Malcolm y Gardner Botsford, el difunto Neoyorquino<\/em> pareja de escritores y editores, cuya hija adolescente, Anne, se convirti\u00f3 en su ni\u00f1era. Katharine Hepburn tambi\u00e9n viv\u00eda all\u00ed (al lado de Stephen Sondheim), y cuando Gottlieb estaba editando su libro, \u00e9l cruzaba a hurtadillas a su casa para las reuniones, entrando por la puerta trasera.<\/p>\n

Gottlieb se uni\u00f3 a Simon & Schuster en 1955 y eventualmente se convirti\u00f3 en editor en jefe y luego dirigi\u00f3 Alfred A. Knopf. En 1987, S. I. Newhouse lo contrat\u00f3 para hacerse cargo El neoyorquino<\/em> de William Shawn y luego lo despidi\u00f3 unos a\u00f1os m\u00e1s tarde a favor de Tina Brown (Newhouse debe haberse sentido culpable porque le prometi\u00f3 su Neoyorquino<\/em> salario de por vida). Luego volvi\u00f3 a Knopf. Incluso a los 91 a\u00f1os, contin\u00faa trabajando en proyectos ocasionales como editor general. (Su pr\u00f3ximo, Flora Macdonald: \u201cRebelde bastante joven\u201d <\/em>publicado en enero, es de Flora Fraser, cuya madre y abuela tambi\u00e9n ha editado.) Lo que hace Gottlieb, lo que siempre ha hecho, se lee, amplia y vorazmente, si no, dice, tan r\u00e1pido como antes. En este momento, est\u00e1 recorriendo una biograf\u00eda reciente de Jorge III, los ensayos de V. S. Pritchett y la obra del novelista y periodista sovi\u00e9tico Vasily Grossman, aunque tambi\u00e9n descubro copias de Janet Evanovich y Colleen Hoover, las mejores actualmente. -escritor rom\u00e1ntico vendedor. Un editor, se\u00f1ala con modestia, es en realidad solo un lector, aunque tambi\u00e9n compar\u00f3 el proceso de edici\u00f3n con el psicoan\u00e1lisis, incluida la transferencia ocasional.<\/p>\n

Los editores, como cualquier editor puede decirle, viven a la sombra de sus escritores, reaccionando silenciosamente entre bastidores, sin anunciarse y sin ser conocidos. As\u00ed es, evidentemente, como lo prefiere Gottlieb. \u201cEsta glorificaci\u00f3n de los editores, de la que he sido un ejemplo extremo, no es algo sano\u201d, dijo una vez. La Revista de Par\u00eds. <\/em>\u201cLa relaci\u00f3n del editor con un libro debe ser invisible\u201d, dijo entonces y cree hoy. \u201cLo \u00faltimo que alguien lee Jane Eyre <\/em>Lo que querr\u00eda saber, por ejemplo, es que hab\u00eda convencido a Charlotte Bront\u00eb de que la primera se\u00f1ora Rochester deber\u00eda arder en llamas. Insiste en que editar no es un arte ni un oficio. Es simplemente \u00ablo que hago\u00bb, dice. \u201cNo soy un pensador abstracto. Realmente no pienso, solo reacciono, que es lo que se supone que deben hacer los editores\u201d. Cuando trat\u00e9 de presionarlo m\u00e1s, me hizo un gesto para que me alejara. \u00ab\u00bfNo te sientes como un idiota al tener que hacer preguntas como esa?\u00bb<\/p>\n

Pasar cada p\u00e1gina<\/em> intenta responder a algunas de ellas. La pel\u00edcula es un tierno retrato de los dos hombres que se salvan del schmaltz por su irritabilidad ocasional, la de Caro en particular. Seg\u00fan Gottlieb, siempre ha sido as\u00ed. \u201cEra muy cauteloso a la hora de revelarse\u201d, dice de Caro. \u201cSol\u00eda \u200b\u200bbromear cuando nos conocimos por primera vez: sent\u00eda que si le dec\u00eda: ‘\u00bfC\u00f3mo est\u00e1s?’ Esa era una pregunta demasiado invasiva. Cincuenta a\u00f1os despu\u00e9s, y gracias en parte a la pel\u00edcula, a\u00f1ade, \u201cpor fin ha reconocido que somos amigos\u201d. Antes de hacerlo, Lizzie Gottlieb apenas hab\u00eda conocido a Caro, y necesit\u00f3 un poco de persistencia para desgastar su determinaci\u00f3n. Su padre era m\u00e1s f\u00e1cil de romper. \u201cTodo lo que ella quiere es suyo por definici\u00f3n\u201d, dice.<\/p>\n

Caro era un ex arruinado noticiario<\/em> reportero cuando empez\u00f3 a trabajar en el corredor de poder,<\/em> su estudio megal\u00edtico de Robert Moses. Le entreg\u00f3 a Gottlieb un manuscrito que, con m\u00e1s de un mill\u00f3n de palabras, ser\u00eda imposible de incluir en un solo volumen y sugiri\u00f3 publicarlo en dos. \u00abEs posible que podamos hacer que la gente se interese en Robert Moses una vez\u00bb, me dice Gottlieb, ya lo ha dicho antes, \u00abpero ciertamente no podemos hacerlo dos veces\u00bb. Se dispusieron a recortarlo en un tercio, pero el libro terminado todav\u00eda tiene 1.200 p\u00e1ginas. Gan\u00f3 el premio Pulitzer y se encuentra en su edici\u00f3n n\u00famero 66.<\/p>\n

Caro no iba a estar limitada por vol\u00famenes individuales despu\u00e9s de eso. Desde el principio, se plane\u00f3 que la biograf\u00eda de Johnson fuera tres, aunque desde entonces ha crecido a cuatro publicadas y una m\u00e1s en camino. \u201cNo veo nada mientras escribe\u201d, dice Gottlieb. Si tiene alguna idea de cu\u00e1ndo saldr\u00e1 el libro de Caro’s Smith Corona, no lo dice. (El mismo Gottlieb usa una Mac).<\/p>\n

Pasar cada p\u00e1gina<\/em> reproduce el drama del proceso de edici\u00f3n, enfatizando el enfrentamiento (fuera de pantalla) entre los dos hombres sobre temas grandes y peque\u00f1os. (Aparentemente, hubo muchas explosiones sobre la puntuaci\u00f3n, especialmente el punto y coma: Caro a favor, Gottlieb en contra). Seg\u00fan Gottlieb, estos contratiempos apenas cuentan. \u2014Dir\u00eda que si hubiera alg\u00fan desacuerdo real entre nosotros \u2014dice gentilmente, aunque dudo que me lo diga a m\u00ed oa alguien. Los hombres permitieron que Lizzie los filmara trabajando juntos, pero solo sin sonido.<\/p>\n

Esta edici\u00f3n pr\u00e1ctica, cara a cara, que alguna vez fue rara, ahora est\u00e1 b\u00e1sicamente extinta. \u201cLa publicaci\u00f3n se ha vuelto cada vez m\u00e1s corporativa\u201d, dice. \u201cCreo que todo est\u00e1 cambiando. Por suerte, no tengo que lidiar con nada de eso\u201d. Sin embargo, sigue siendo alegre y poco c\u00ednico, seguro de que los estadounidenses siguen siendo lectores \u00e1vidos como \u00e9l. (\u00c1vido lector<\/em> es el t\u00edtulo de sus memorias). Parece menos un le\u00f3n en invierno que un C\u00e1ndido el\u00e1stico, aunque se considera m\u00e1s un Norman Vincent Peale, autor de mediados de siglo. El poder del pensamiento positivo<\/em> y, probablemente no sin importancia, un \u00e9xito de ventas.<\/p>\n

Le pregunto si pudo resistir el impulso de tratar de editar a su hija. \u00abTuvimos un desacuerdo sobre la pel\u00edcula\u00bb, dice. \u201cLe suger\u00ed que pusiera un signo de exclamaci\u00f3n al final del t\u00edtulo. porque, para m\u00ed, Pasar cada p\u00e1gina <\/em>es una exhortaci\u00f3n. Pero ella se resisti\u00f3\u201d. \u00c9l cedi\u00f3. \u201cEst\u00e1 aqu\u00ed para aprovecharla\u201d, dice sobre su orientaci\u00f3n editorial. \u201cSi no es una ventaja para ti, olv\u00eddalo\u201d. Solo para estar seguros, este art\u00edculo no incluye ni un punto y coma.<\/p>\n