{"id":417605,"date":"2023-01-22T08:01:20","date_gmt":"2023-01-22T08:01:20","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/resena-de-cat-person-emilia-jones-y-nicholas-braun-en-una-adaptacion-de-cuerda-floja-del-cuento-viral-de-new-yorker\/"},"modified":"2023-01-22T08:01:22","modified_gmt":"2023-01-22T08:01:22","slug":"resena-de-cat-person-emilia-jones-y-nicholas-braun-en-una-adaptacion-de-cuerda-floja-del-cuento-viral-de-new-yorker","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/resena-de-cat-person-emilia-jones-y-nicholas-braun-en-una-adaptacion-de-cuerda-floja-del-cuento-viral-de-new-yorker\/","title":{"rendered":"Rese\u00f1a de ‘Cat Person’: Emilia Jones y Nicholas Braun en una adaptaci\u00f3n de cuerda floja del cuento viral de New Yorker"},"content":{"rendered":"


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\tComo la mayor\u00eda de las obsesiones virales de Internet anunciadas como evidencia del esp\u00edritu de la \u00e9poca, \u00abCat Person\u00bb de Kristen Roupenian fue m\u00e1s una prueba de fuego cultural que cualquier otra cosa. <\/p>\n

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\tEl cuento, publicado en El neoyorquino<\/em> durante el invierno de 2017, se encontr\u00f3 con niveles casi vertiginosos de fanfarria y debate. Por un lado: aplausos por la descripci\u00f3n contundente de Roupenian de las citas del siglo XXI, que reflejaba el entusiasmo confesional de un Revista de Nueva York<\/em> Columna \u201cDiarios de sexo\u201d. Por otro: ojos en blanco dirigidos a la hype machine, cr\u00edticas dirigidas al estilo del escritor, denuncias presentadas por los ofendidos. <\/p>\n

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\t\t\t\t\tgato persona\t\t<\/p>\n<\/h3>\n

\n\t\t\t\t\tLa l\u00ednea de fondo<\/span>
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\tObligado a encender el discurso.
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\tLa historia, una historia provocativa de un romance espeluznante entre un estudiante de segundo a\u00f1o de la universidad y un hombre m\u00e1s de una d\u00e9cada mayor que ella, qued\u00f3 oscurecida en la cacofon\u00eda del discurso. La conversaci\u00f3n, sobre los m\u00e9ritos de la historia, por qu\u00e9 provoc\u00f3 una reacci\u00f3n tan fuerte, sobre lo que dice sobre la comunicaci\u00f3n, se dispar\u00f3 y la trama se perdi\u00f3. Sospecho que el mismo destino correr\u00e1 la adaptaci\u00f3n de Susanna Fogel, que se estren\u00f3 en el Sundance de este a\u00f1o y sin duda encontrar\u00e1 una audiencia cautiva y devota. <\/p>\n

\n\tgato persona<\/em> \u2014 dirigida por Fogel (coguionista de Reserva inteligente<\/em>) y escrito por Michelle Ashford (maestros del sexo<\/em>)\u2014 conoce su reputaci\u00f3n y saca provecho de esta autoconciencia. Fogel y Ashford desentra\u00f1an el horror latente en la historia. Las pesadillas de las citas, el miedo a la intimidad y la ansiedad de confiar en posibles pretendientes se convierten en sonidos extra\u00f1os, figuras sombr\u00edas y visiones de situaciones ineludibles. Es un enfoque liberador que la pel\u00edcula se acerca a sabotear nerviosamente. Como un padre helic\u00f3ptero con acceso a Find My Friends, gato persona<\/em> no puedo evitar seguir registrando. <\/p>\n

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\tEsta desconfianza en los espectadores no es inicialmente obvia. gato persona<\/em> se abre abrazando su material de origen y haciendo alarde de sus aspiraciones de g\u00e9nero. Margot (Emilia Jones) conoce a Robert (Nicholas Braun) en el cine del pueblo, donde atiende el puesto de comida. Su interacci\u00f3n inicial se hace eco de la frialdad t\u00edmida de la historia corta: Margot se burla de Robert por comprar Red Vines y \u00e9l bromea diciendo que ella es mala en su trabajo. <\/p>\n

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\tLa pel\u00edcula se desarrolla por s\u00ed sola cuando Margot se encuentra con un perro callejero frente al edificio de su dormitorio. Ella trata de colar al canino en su habitaci\u00f3n. Pero el piso est\u00e1 vigilado de manera agresiva por un condescendiente asesor residente, quien, al escuchar a Margot arrastrando los pies por el pasillo, le recuerda a nuestro protagonista que no se permiten animales. Esa noche, Margot sue\u00f1a con el perro aullando fuera de su ventana y luego mutilando su RA. <\/em>Esta escena establece el estado de \u00e1nimo, estableciendo la intenci\u00f3n de la pel\u00edcula de jugar con la l\u00ednea entre lo real y lo irreal. Retomando la t\u00e9cnica de las pel\u00edculas de terror social recientes, como Sal<\/em> y Mujer joven prometedora<\/em> \u2014 gato persona<\/em> traduce el terror de los problemas de la sociedad en pavor atmosf\u00e9rico. <\/p>\n

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\tA la noche siguiente, en el trabajo, Margot y Robert intercambian n\u00fameros y comienzan su aventura. Env\u00edan mensajes de texto todos los d\u00edas; algunos mensajes son m\u00e1s vergonzosos que otros. La amiga de Margot, Tamara (la siempre emocionante Geraldine Viswanathan), una feminista franca que modera los foros de Internet, la alienta a establecer l\u00edmites pronto y con frecuencia. Margot no escucha. Cuanto m\u00e1s habla con Robert, m\u00e1s bifurcada se vuelve su visi\u00f3n de \u00e9l: el hombre es a la vez un encantador y un asesino en potencia. <\/p>\n

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\tEscenas como aquella en la que Robert le deja algo de comida a Margot, que trabaja hasta tarde en un laboratorio del campus, confirman este sentido. La juventud de su relaci\u00f3n, limitada principalmente a los mensajes de texto, hace que cada interacci\u00f3n est\u00e9 cargada del peligro de un paso en falso fatal. Peque\u00f1os actos, como cuando Robert le entrega las golosinas o la toma del brazo, activan la ansiedad de Margot cuando se imagina que \u00e9l se abalanza sobre ella o la ataca. El DP Manuel Billeter, impulsado por la compositora Heather McIntosh, crea un lenguaje visual que se mueve con soltura entre la placidez y el terror. Jones (CODA<\/em>) y Braun (Sucesi\u00f3n<\/em>) reforzar la credibilidad de estos momentos; sus actuaciones inducen los niveles apropiados de verg\u00fcenza de segunda mano. <\/p>\n

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\tRevoloteando alrededor de estas interacciones tensas que subrayan los fracasos y las ansiedades de las citas con cishet est\u00e1n los controles: los interludios que quieren asegurarse de que estamos recogiendo lo que Fogel, Ashford y Roupenian est\u00e1n dejando. Los mon\u00f3logos sobre las hormigas dados por el profesor de antropolog\u00eda de Margot (una Isabella Rossellini que se roba la escena) o las sesiones de terapia de fantas\u00eda con un analista an\u00f3nimo (Fred Melamed) telegrafian en voz alta lo que est\u00e1 en juego y empaquetan los temas con demasiada pulcritud. En el mejor de los casos, estos son cameos divertidos; en el peor de los casos, son evidencia de que los cineastas no conf\u00edan completamente en el espectador. <\/p>\n

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\tLa historia de Roupenian es m\u00e1s interesante cuando ejerce moderaci\u00f3n y comodidad con la ambig\u00fcedad. La violencia de los roles de g\u00e9nero socializados se alimenta de zonas grises y de rechazo. Despu\u00e9s de que Margot termina el coqueteo de la historia, la tristeza inicial de Robert se transforma y se calcifica en una rabia desagradable. \u00c9l le env\u00eda un mensaje de texto de nuevo, cada mensaje m\u00e1s agresivo que el anterior hasta que la historia termina con \u00e9l llamando puta a Margot. <\/p>\n

\n\tgato persona <\/em>reproduce efectivamente esa escena y las que la preceden, pero no termina ah\u00ed. Un tercer acto espeluznante agrega una coda inusual, una que, despu\u00e9s de solo ver una vez, todav\u00eda estoy procesando. El alivio, sin embargo, est\u00e1 en el enfoque de los realizadores de estas escenas tensas: Fogel y Ashford aflojan su control, finalmente confiando en que nos sentemos en nuestra incomodidad, saquemos nuestras propias conclusiones y afilemos nuestras herramientas para el discurso. <\/p>\n<\/p><\/div>\n