Hoy, hace diez a\u00f1os, Canon lanz\u00f3 su primera c\u00e1mara sin espejo: la Canon EOS M. Pero la original olvidada no ser\u00e1 una gran fiesta, sino que estar\u00e1 bebiendo un Jack Daniels en la esquina de un antro murmurando para la Nikon J1 sobre lo que podr\u00eda haber sido.<\/p>\n
La EOS M de Canon nunca se dise\u00f1\u00f3 realmente para conquistar el mundo. Fue un movimiento defensivo cl\u00e1sico de un titular tecnol\u00f3gico, dise\u00f1ado para desviar la atenci\u00f3n de los fot\u00f3grafos de los nuevos reproductores sin espejo como la Sony NEX-7, la encantadora Olympus PEN E-P3 y la impresionante Samsung NX200.<\/p>\n
Pero lo fascinante de la Canon EOS M es c\u00f3mo, casi exactamente diez a\u00f1os despu\u00e9s, la historia parece repetirse. Al otro lado de la calle del bar de buceo de la EOS M de Canon, las nuevas EOS R7 y EOS R10 de Canon, sus sucesoras espirituales, est\u00e1n celebrando su cumplea\u00f1os de dos meses en una elegante cocteler\u00eda.<\/p>\n