Foto: Filippo Fior\/Gorunway.com\/Getty Images\/Cortes\u00eda de Bally<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\nVarios d\u00edas de desfiles en Mil\u00e1n pueden convencerlo de que la moda es un gran ejercicio de marca con periodistas ofuscando las cosas usando un lenguaje grandilocuente (\u00abtropos\u00bb, \u00abcanon\u00bb) para describir lo que es esencialmente nada.<\/p>\n
Ves las mismas chaquetas de cuero, los mismos bolsos grandes pero de buen gusto, como si hubiera un libro de marca universal que las empresas de lujo deben seguir. Peor a\u00fan, ves una idea estrecha de la vida. El problema de imitar a las \u00e9lites europeas, como hizo el dise\u00f1ador de Bally con modelos masculinos de apariencia aburrida ataviados con blazers, pa\u00f1uelos de seda y pantalones metidos en botas altas, es que el estilo se convierte en parte de una realidad empaquetada, la misma que obtienes en Instagram. o en un folleto para viajes en jet privado o en un hotel. Es rid\u00edculo, por supuesto.<\/p>\n
Matthieu Blazy abri\u00f3 el desfile de Bottega Veneta con una mujer de cabello casta\u00f1o alborotado que vest\u00eda lo que podr\u00eda haber sido su camis\u00f3n o una combinaci\u00f3n y un par de calcetines gruesos. La segu\u00edan sus compa\u00f1eros de piso o tal vez su hermano y su hermana, \u00e9l con un camis\u00f3n a rayas sobre su ropa de oficina, ella con calzoncillos y la camisa de su novio, ambos en calcetines. Ayud\u00f3 saber de antemano, como lo hicieron algunos escritores, que el espect\u00e1culo se basar\u00eda en el amor italiano por pasear y socializar en las calles y plazas. Y si alguna vez has observado esta tradici\u00f3n, en su apogeo durante el carnaval, sabes que es la versi\u00f3n sartorial de Lo bueno, lo malo y lo feo<\/em>. O, en este caso, El bueno, el malo y el dormido<\/em>. Con ese poco de contexto, podr\u00eda sentarse y disfrutar de la procesi\u00f3n de 81 caracteres: la cantidad de miradas en el programa.<\/p>\n