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Si bien hemos visto a cient\u00edficos encontrar formas novedosas de usar insectos despu\u00e9s de que est\u00e1n muertos, es dif\u00edcil imaginar que alg\u00fan grupo de investigadores supere el trabajo de un equipo de la Universidad de Rice que convirti\u00f3 ara\u00f1as lobo sin vida en pinzas \u00abnecrob\u00f3ticas\u00bb. S\u00ed, le\u00edste bien, y no, no eres el \u00fanico con una picaz\u00f3n fantasma repentina.<\/p>\n
\u00bfC\u00f3mo llegamos aqu\u00ed? Bueno, me alegra que hayas preguntado. Comencemos con una lecci\u00f3n de anatom\u00eda. A diferencia de los seres humanos, las ara\u00f1as no tienen pares de m\u00fasculos antag\u00f3nicos para mover sus extremidades. En cambio, dependen de la presi\u00f3n arterial y los m\u00fasculos flexores que permiten que sus piernas se doblen hacia adentro. Una c\u00e1mara en su cabeza se contrae para enviar sangre hacia afuera, y esa presi\u00f3n hidr\u00e1ulica permite que una ara\u00f1a extienda sus patas. Es por eso que los ar\u00e1cnidos se enroscan cuando mueren. Su coraz\u00f3n deja de latir y pierden la capacidad de presurizar sus cuerpos.<\/p>\n
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