{"id":538884,"date":"2023-03-27T04:23:17","date_gmt":"2023-03-27T04:23:17","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/un-sweeney-todd-que-se-inclina-hacia-el-gran-pozo-negro\/"},"modified":"2023-03-27T04:23:20","modified_gmt":"2023-03-27T04:23:20","slug":"un-sweeney-todd-que-se-inclina-hacia-el-gran-pozo-negro","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/un-sweeney-todd-que-se-inclina-hacia-el-gran-pozo-negro\/","title":{"rendered":"Un Sweeney Todd que se inclina hacia el Gran Pozo Negro"},"content":{"rendered":"


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Groban y Ashford en Sweeney Todd,<\/em> en el Lunt-Fontanne.
\n Foto: Matthew Murphy y Evan Zimmerman<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n

Hay dos estrellas de la Sweeney Todd<\/em> revival que realmente deber\u00eda estar por encima de los grandes nombres que encabezan esta producci\u00f3n: Su orquesta y sus sombras. El primero, dirigido por hamilton<\/em>Alex Lacamoire, ofrece una representaci\u00f3n completa de 26 piezas de las orquestaciones de terciopelo aplastado de Jonathan Tunick para la partitura de Stephen Sondheim, envolviendo el teatro en una grandeza vibrante y rechinante. Las sombras, a trav\u00e9s de la iluminaci\u00f3n de Natasha Katz, rodean tu campo de visi\u00f3n con un miasma delicioso similar. Piense en Dickens escribiendo \u00abniebla por todas partes\u00bb en la apertura de Casa sombr\u00eda<\/em>. Katz mantiene la mayor parte del escenario manchado de holl\u00edn con pinchazos de luz que iluminan a cada actor, como si la acci\u00f3n tuviera lugar en el vientre de una anaconda que quema carb\u00f3n. Cuando Sweeney se refiere a Londres como un \u00abagujero en el mundo como un gran pozo negro\u00bb, est\u00e1s all\u00ed con \u00e9l en las profundidades presurizadas donde han evolucionado criaturas hambrientas y asesinas.<\/p>\n

Elogiar la iluminaci\u00f3n de una producci\u00f3n es tradicionalmente la forma en que los cr\u00edticos evitan hablar de todo lo dem\u00e1s, pero la atm\u00f3sfera envolvente es todo el \u00e9nfasis y la ventaja de la producci\u00f3n de Thomas Kail. Sweeney<\/em>. La obra maestra g\u00f3tica victoriana de Sondheim y Hugh Wheeler ha sido revivida en Broadway dos veces desde su estreno en 1979, ambas veces en una escala m\u00e1s peque\u00f1a que el megagrandioso original de Hal Prince. Nueva York tambi\u00e9n ha visto puestas en escena de conciertos y primeros planos fuera de Broadway. Kail, en lo alto despu\u00e9s de dirigir hamilton<\/em>apunta a trinquete Sweeney<\/em> todo el camino hacia arriba, desplegando un elenco de 25, un escenario de dos niveles de Mimi Lien con una gr\u00faa imponente, que se vuelve grande y, lo que es m\u00e1s importante, expresionista. No est\u00e1 presentando un comentario social tanto como nos est\u00e1 envolviendo en una pesadilla colectiva. Su Londres est\u00e1 lleno de fantasmas que entran y salen de la niebla.<\/p>\n

El principal de esos fantasmas: Sweeney de Josh Groban, que brilla pero no brilla en la oscuridad. Groban tiene un nombre lo suficientemente grande como para dar luz verde a un renacimiento en esta escala (por eso se lo agradecemos), as\u00ed como un semblante de chico bueno bastante pellizcable, lo que podr\u00eda haber sido un problema. Definitivamente est\u00e1 jugando contra el tipo, pero contra el tipo puede ser interesante, el barbero diab\u00f3lico de Fleet Street como el asesino en serie favorito de tu madre, cantando algunas de las melod\u00edas m\u00e1s exquisitas de Sondheim en sus escenas m\u00e1s tensas. \u00abPretty Women\u00bb llega cuando Sweeney est\u00e1 al alcance de la garganta del juez, y la dulce miel de la voz de Groban le da a esos momentos un empuje espeluznante adicional. Quer\u00eda que siguiera trabajando en ese \u00e1ngulo, pero cuando aumenta la ira de Sweeney, Groban intenta ponerse brusco y el resultado no es convincente. Su \u201cEpifan\u00eda\u201d es m\u00e1s memorable por la forma en que su sombra, iluminada por las candilejas, acecha en el fondo del escenario que por su locura t\u00edmida. Puedes sentirlo tratando de invocar un infierno detr\u00e1s de sus ojos. Llega a un incendio forestal, no al infierno mismo.<\/p>\n

Esa limitaci\u00f3n se destaca porque Annaleigh Ashford, como la Sra. Lovett, se ha vuelto salvaje. Ella es una de esas actrices que felizmente se comprometer\u00e1 m\u00e1s all\u00e1 de lo que se le pida. (A menudo pienso en ella haciendo una secuencia de canciones y bailes para CBS sobre el concepto de la programaci\u00f3n televisiva de oto\u00f1o). Aqu\u00ed, ella es lujuriosa y necesitada hasta el final. norte<\/em>th grado, arranc\u00e1ndose grandes carcajadas, desliz\u00e1ndose por una escalera sobre su trasero como si estuviera en una gran farsa, haciendo una fuerte y extra\u00f1a aproximaci\u00f3n al graznido de una gaviota en \u00abBy the Sea\u00bb (\u00a1Chejoviano!), y desplegando un cockney de cuco de nubes que hace que \u201cInglaterra\u201d suene como \u201cEngelond\u201d (\u00a1Chaucerian!). Al igual que con las tartas de la Sra. Lovett, la actuaci\u00f3n demasiado horneada puede adherirse a su paladar, pero funciona dentro del contexto de la puesta en escena realzada de Kail. Lovett interpreta a una int\u00e9rprete frustrada \u2014le encanta su armonio ligeramente chamuscado\u2014 que, en lugar de terminar en un sal\u00f3n de baile, se ha fijado en Sweeney como el p\u00fablico al que m\u00e1s necesita complacer. La consumaci\u00f3n llega en \u00abA Little Priest\u00bb, tanto porque Ashford aprovecha cada oportunidad para subrayar los matices sexuales de comer carne: ella monta el aire en \u00ab\u00a1S\u00ed, Sr. Todd!\u00bb y acaricia el \u00e1rea frente a la entrepierna de Groban para enfatizar la discusi\u00f3n sobre las partes \u00edntimas de un contraalmirante, pero m\u00e1s porque a Sweeney le gustan sus bromas.<\/p>\n

En su \u00abA Little Priest\u00bb, como en otros lugares, el drama psicosexual de Sweeney<\/em> toma la iniciativa. Sweeney y Lovett est\u00e1n m\u00e1s ocupados haciendo juegos de palabras a modo de juego previo para que usted se concentre mucho en la guerra de clases del n\u00famero. Su plan de venganza es menos una justificaci\u00f3n para los de arriba y m\u00e1s una cruzada personal. Es ambas cosas, porque todo en este musical significa muchas cosas a la vez, pero poner \u00e9nfasis en el lado er\u00f3tico hace que la producci\u00f3n gire en una direcci\u00f3n particular. El segundo acto se sumerge a\u00fan m\u00e1s en la violencia, con la ciudad en llamas y los asesinatos amonton\u00e1ndose, y las emociones que se agrandan mientras el foco permanece apretado. La cosa todav\u00eda se siente como una \u00f3pera de c\u00e1mara incluso en un escenario lleno de cuerpos. Steven Hoggett coreograf\u00eda el conjunto para que gire como un murmullo de p\u00e1jaros, sincronizado e inhumano. (Tambi\u00e9n lo hizo el ni\u00f1o maldito<\/em>, lo que explica por qu\u00e9 esperaba que todos sacaran una varita.) La multitud masiva a\u00edsla a Sweeney y Lovett al margen y les proporciona el anonimato que necesitan para llevar a cabo su plan. En el momento m\u00e1s escalofriante de la producci\u00f3n, desaparecen en ella. Imaginas que la pareja podr\u00eda volver a materializarse detr\u00e1s de ti mientras esperas en un sem\u00e1foro una noche pr\u00f3xima.<\/p>\n

El resto de los personajes de Sweeney<\/em> tambi\u00e9n est\u00e1n unidos a esa multitud, cada uno retorcido como si se adaptara para sobrevivir dentro de ella. Nicholas Christopher hace un imponente Pirelli, aparentemente un pie m\u00e1s alto que todos los dem\u00e1s en el escenario y sigue siendo un buf\u00f3n. Gaten Matarazzo, pisando fuerte en el escenario para cantar las alabanzas del elixir milagroso de su jefe con j\u00fabilo infantil, obtiene inmediatamente la simpat\u00eda tanto de la audiencia como de la Sra. Lovett. El Beadle de John Rapson es tan extraordinariamente grasoso que es imposible no<\/em> para preguntarse c\u00f3mo se ver\u00eda en un mo\u00f1o. Solo el Anthony de Jordan Fisher y la Johanna de Maria Bilbao no se adhieren tan claramente. Ambos suenan hermosos, pero el encanto por s\u00ed solo no es suficiente. Los j\u00f3venes amantes siempre son una propuesta dif\u00edcil en un musical que te da tanta abundancia de grotescos, y aqu\u00ed los dos se pierden entre ellos.<\/p>\n

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Ruthie Ann Miles como la mendiga.
\n Foto: Matthew Murphy y Evan Zimmerman<\/span>\n <\/p>\n<\/div>\n

Sin embargo, dedique un pensamiento y una limosna a la miserable Mendiga. Ruthie Ann Miles, a quien considero magistral dadas sus actuaciones en Aqu\u00ed yace el amor<\/em> y el rey y yo<\/em>, hace algo incre\u00edble con el papel, emergiendo de la masa del conjunto encorvada y furiosa, con una voz que a\u00fan penetra alta y verdadera en contraste con su postura derrotada. (Lo siento mucho por su espalda baja.) Ella es el camino hacia Sweeney<\/em>El \u00faltimo golpe emocional de ‘s, un personaje que parece secundario de repente cambia al centro de la historia justo al final. Luego esto Sweeney<\/em>, tan envuelto en la oscuridad, se invierte en el resplandor del horno de la Sra. Lovett. Las consecuencias de la ola de asesinatos repercuten en Lovett y Sweeney cuando queda claro qu\u00e9 esconde Lovett y a qui\u00e9n mat\u00f3 Sweeney. La locura da paso a la dulzura y la tragedia. El gran pozo negro de la metr\u00f3polis industrial contiene gente despu\u00e9s de todo.<\/p>\n<\/p><\/div>\n


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