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Ese es el mantra del antagonista de la pel\u00edcula, Jobu Topaki, que crea una singularidad de \u00abTodo Bagel\u00bb que es, literalmente, un agujero negro de desesperaci\u00f3n que puede tragarse todo el multiverso. En una entrevista con Vulture, Daniel Scheinert expres\u00f3 que era \u00abun s\u00edmbolo simple y \u00fatil que podr\u00edamos se\u00f1alar como cineastas\u00bb, un dispositivo que pod\u00eda articular la filosof\u00eda del nihilismo \u00absin ser demasiado llamativo\u00bb, como explic\u00f3 Daniel Kwan. Ir\u00f3nicamente, el vac\u00edo del hoyo del bagel sirvi\u00f3 como un centro s\u00f3lido del gui\u00f3n, cerrando la brecha entre la acci\u00f3n de ciencia ficci\u00f3n de la pel\u00edcula y sus golpes emocionales.<\/p>\n
La capacidad de Jobu para experimentar todos los universos a la vez se parece mucho a las personas que luchan con la avalancha de informaci\u00f3n en l\u00ednea y las publicaciones en las redes sociales, especialmente porque ella representa a una generaci\u00f3n m\u00e1s joven. La pel\u00edcula propone que la clave para evitar la depresi\u00f3n que resulta del salto de verso es recordar y saborear las relaciones personales, una explicaci\u00f3n que tambi\u00e9n parece aplicarse a la lucha entre vivir en el presente arraigado y existir en el \u00e1mbito digital.<\/p>\n<\/p><\/div>\n