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A pesar de la sensaci\u00f3n siniestra que queda en la boca del est\u00f3mago del espectador despu\u00e9s de ver \u00abBlack Mirror\u00bb, Brooker insiste en que su programa no es una serie de cuentos morales. El tema recurrente de la tecnolog\u00eda sirve solo como un veh\u00edculo de la historia y no pretende asustar a la audiencia para que arroje su tel\u00e9fono por un puente.<\/p>\n
\u201cNuestras historias no son advertencias\u201d, afirm\u00f3 el creador de la serie. \u00abEl progreso tecnol\u00f3gico es completamente inevitable. Pensamos m\u00e1s en los personajes humanos. No son advertencias sociales. Y creo que somos bastante optimistas\u00bb.<\/p>\n
\u00abBlack Mirror\u00bb ahora est\u00e1 alojado en una plataforma de transmisi\u00f3n, de hecho, la que comenz\u00f3 todo. El programa incluso ha hecho un metacomentario sobre el tema llamado \u00abStreamberry\u00bb, y Netflix fue sorprendentemente genial al respecto. Brooker no es tan fatalista con las redes sociales como podr\u00edan pensar sus espectadores. En cambio, reconoce su potencial para elevar las voces disidentes, algunas para bien de la sociedad y otras quiz\u00e1s para mal. Sus narraciones hacen exactamente lo que hace la propia tecnolog\u00eda: revelar elementos reales de la naturaleza humana a trav\u00e9s de una lente digital.<\/p>\n
\u201cEstamos en ese per\u00edodo de descubrir qu\u00e9 hay en la cabeza de las personas\u201d, dijo el creador de la serie, comparando estos primeros d\u00edas de las redes sociales con los primeros d\u00edas de la imprenta. \u00abSe presentan extremos, pero creo que el mundo se siente m\u00e1s polarizado de lo que realmente es\u00bb.<\/p>\n
Ya fuera algo muy siniestro o algo muy banal lo que mantuvo los ojos de Brooker pegados a su tel\u00e9fono durante ese fat\u00eddico viaje en Uber, nos dio uno de los mejores episodios de \u00abBlack Mirror\u00bb de todos los tiempos.<\/p>\n<\/p><\/div>\n