\nPara su cr\u00e9dito, We Met in Virtual Reality puede comunicar el encantador absurdo de VRChat durante su tiempo de ejecuci\u00f3n de una hora y 33 minutos. Pero las im\u00e1genes documentales sinceras de personajes de anime y furries que vibran a trav\u00e9s de sus sillas no son toda la historia. El director Joe Hunting bloquea la c\u00e1mara virtual en un pu\u00f1ado de personas que pasan la mayor parte de sus vidas en el juego en l\u00ednea y que lo ven como una necesidad despu\u00e9s de que Covid los encerr\u00f3 dentro. <\/p>\n
Hunting sigue a una mujer que ense\u00f1a ASL a jugadores sordos y con problemas de audici\u00f3n todos los d\u00edas de la semana en una r\u00e9plica de un aula universitaria, dos parejas que est\u00e1n a miles de kil\u00f3metros de distancia en el mundo real y varios otros que encontraron una parte de s\u00ed mismos en el juego. We Met in Virtual Reality es una representaci\u00f3n \u00fatil de los tipos de relaciones y actividades que se encuentran en VRChat, pero su insistencia en solo apuntar el micr\u00f3fono a sus jugadores m\u00e1s devotos, reduce y, francamente, fecha el punto que est\u00e1 tratando de hacer.<\/p>\n
Como People Make Games dej\u00f3 en claro en su documental mucho m\u00e1s corto sobre VRChat, el juego es desordenado y sus jugadores est\u00e1n estriados. VRChat, en el peor de los casos, es un espacio aislado donde el racismo queda impune y los jugadores menores de edad est\u00e1n a unos pocos clics de distancia de la pornograf\u00eda y el abuso. De esta manera, VRChat se asemeja a la primera Internet, antes de que Google, Twitter y Facebook y los m\u00e9todos de control, buenos y malos, que los titulares de la plataforma han puesto en la forma en que interact\u00faa con otros en l\u00ednea llegaran a ser. Una descripci\u00f3n casi completamente positiva de VRChat es malinterpretar lo que realmente est\u00e1 sucediendo en su mundo en gran parte sin moderaci\u00f3n y c\u00f3mo se ve para quienes est\u00e1n fuera de \u00e9l.<\/p>\n
We Met In Virtual Reality, con sus afirmaciones persistentes sobre la libertad de la realidad virtual, no se da a s\u00ed mismo las herramientas para abordar las formas en que un juego que t\u00e9cnicamente todos pueden jugar de forma gratuita, pero que es m\u00e1s efectivo con un costoso auricular VR (se abre en una pesta\u00f1a nueva)<\/span>define el tipo de personas que tienen acceso a interactuar regularmente con la pel\u00edcula de la manera que m\u00e1s le interesa. La semana pasada, los jugadores de VRChat rechazaron (se abre en una pesta\u00f1a nueva)<\/span> la adici\u00f3n de Easy Anti-Cheat, una tecnolog\u00eda que rompe las modificaciones de accesibilidad que la gente usa para agregar cosas como subt\u00edtulos. We Met in Virtual Reality nunca pregunta a sus sujetos c\u00f3mo se ve el futuro de una plataforma social que podr\u00eda ceder ante la presi\u00f3n de limpiarse con decisiones que podr\u00edan impedir que sea un lugar para todos.<\/p>\nComo una serie de historias sobre personas, We Met in Virtual Reality funciona. Encuentra tomas sorprendentemente hermosas del aspecto a menudo plano y nervioso del mundo del juego y nunca se desliza al retratar a las personas en \u00e9l con respeto. Pero esas historias han estado ocurriendo a lo largo de la historia de los juegos en l\u00ednea, en espacios m\u00e1s rudimentarios. Cuando las empresas m\u00e1s grandes del mundo gastan miles de millones (se abre en una pesta\u00f1a nueva)<\/span> de d\u00f3lares en su propia versi\u00f3n de VRChat, est\u00e1 claro que la mayor\u00eda de las personas ya no tienen la necesidad de ver c\u00f3mo las relaciones en l\u00ednea no son algo extra\u00f1o y raro que merece una inspecci\u00f3n de 90 minutos. Lo importante ahora es mostrar c\u00f3mo las plataformas donde los jugadores tienen m\u00e1s autonom\u00eda, como VRChat, pueden adaptarse a medida que Meta y la visi\u00f3n de otros sobre el metaverso extraen las partes m\u00e1s esperanzadoras de su creatividad con fines de lucro.<\/p>\n<\/div>\n