Nunca me hab\u00eda sentido tan fuera de lugar en Baldur’s Gate 3 como a principios de esta semana, cuando finalmente sal\u00ed a las calles de Baldur’s Gate y r\u00e1pidamente me convert\u00ed en la criatura m\u00e1s grotesca de la ciudad. El Acto 2 hab\u00eda hecho un n\u00famero real en mi fiesta, y pod\u00edas olerlo desde una milla de distancia: mi rostro estaba cubierto de sangre tanto seca como fresca, las mejillas magulladas de p\u00farpura y la armadura manchada con un humus de barro, sangre y v\u00edsceras.<\/p>\n
Desde Dragon Age, un juego de rol no hab\u00eda dejado nuestras caras tan completamente sucias en los momentos menos apropiados: asist\u00ed a tensas negociaciones pol\u00edticas, compr\u00e9 botas casualmente y compart\u00ed tiernos besos con miembros del grupo mientras la sangre de las \u00faltimas ocho cosas. asesinado hizo autostop en mi cara. <\/p>\n