Restaurante \u00abCasa del Bosque\u00bb.<\/a><\/p>\n <\/p>\n
Unos a\u00f1os m\u00e1s tarde se a\u00f1adi\u00f3 el \u00abGrand Hotel und Curhaus Dolder\u00bb, donde los habitantes adinerados de la ciudad encontrar\u00edan paz y salud. Hay una sala de billar cl\u00e1sica, una magn\u00edfica sala de espejos, avances novedosos en tecnolog\u00eda de la comunicaci\u00f3n (telefon\u00eda y telegraf\u00eda) y 220 camas, a partir de 12 CHF por noche en temporada alta. Hoy en d\u00eda se paga una media de casi 900 francos por una cama doble, por supuesto con una habitaci\u00f3n adecuada a su alrededor.<\/p>\n
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En la primera mitad del siglo XX, el Grand Hotel se convirti\u00f3 gradualmente en una pieza central de la vida social exclusiva de la ciudad. Su reputaci\u00f3n se extiende m\u00e1s all\u00e1 del mundo a medida que los miembros de las casas reales de Europa llegan a apreciarlo como un lugar de refugio durante la agitaci\u00f3n de la Segunda Guerra Mundial.<\/p>\n
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En 1962, el NZZ inform\u00f3 que este hotel estaba agotado durante a\u00f1os durante la temporada de verano y ten\u00eda que rechazar cada vez a m\u00e1s hu\u00e9spedes. Esto refleja la asombrosa evoluci\u00f3n del turismo desde el final de la guerra, que tambi\u00e9n ha llevado a una frecuencia cada vez mayor de hoteles de lujo. En el presente caso es necesaria una pr\u00f3rroga. El n\u00famero de camas aumentar\u00e1 de 100 a 300.<\/p>\n
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El hotel, reconstruido y ampliado varias veces a lo largo de las d\u00e9cadas, se ha convertido en un lugar de encuentro para celebridades reales, pol\u00edticas y empresariales, como lo demuestra un vistazo al libro de visitas: Winston Churchill, el Sha de Persia, Thomas Mann, Artur Rubinstein. , Pr\u00edncipe Carlos, Nelson Mandela, Mikhail Gorbachev. . .<\/p>\n
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El pr\u00edncipe Carlos (centro) delante del Grand Hotel Dolder en 1980, el consejero federal Kurt Furgler a su derecha.<\/h2>\n Laslo Irmes\/RDB\/Ullstein\/Getty<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n <\/p>\n
La visita de Henry Kissinger<\/span><\/h2>\n <\/p>\n
La tienda tuvo un especial auge en los a\u00f1os setenta. En 1976, por ejemplo, caus\u00f3 sensaci\u00f3n la visita del Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, seguida por 200 periodistas de todo el mundo. Kissinger viaja con ch\u00f3fer en una limusina blindada tra\u00edda especialmente desde EE.UU., pero tambi\u00e9n hace algo por lo que, seg\u00fan el NZZ, es famoso entre su entorno: se permite el riesgo de un paseo espont\u00e1neo por los verdes alrededores. , rodeado de guardaespaldas con armas preparadas y metralletas.<\/p>\n
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El Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger (centro) est\u00e1 de visita con su esposa en 1976. Bajo las m\u00e1ximas precauciones de seguridad, est\u00e1 negociando con el jefe de gobierno sudafricano.<\/h2>\n Agencia de Prensa Keystone\/Imago<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n <\/p>\n
Tambi\u00e9n hay numerosos invitados del mundo del espect\u00e1culo, desde Walt Disney, cuyo famoso logotipo de pel\u00edcula est\u00e1 m\u00e1s inspirado en Neuschwanstein en Baviera que en el castillo de Dolder, hasta Alain Delon. Pas\u00f3 por aqu\u00ed en 1994 para lanzar su perfume masculino \u00abSamoura\u00ef\u00bb. Seg\u00fan el mensaje publicitario, estaba dirigido a \u00abel hombre de hoy que tiene mucha energ\u00eda y fuerza de voluntad, pero al mismo tiempo le gusta resaltar su naturaleza sensible y sensual\u00bb.<\/p>\n
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Ya entonces la gente buscaba una f\u00f3rmula para la identidad masculina moderna. John Wayne, que tambi\u00e9n pasa la noche aqu\u00ed, al igual que Sophia Loren, Liz Taylor, Michael Jackson y Luciano Pavarotti, encarna una imagen m\u00e1s simple del hombre. Los Rolling Stones incluso son considerados invitados habituales y, hasta donde sabemos, no desmantelan ninguna de las suites: la que tiene el n\u00famero 100 se dedicar\u00e1 m\u00e1s tarde a ellos.<\/p>\n
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Desde hace unos 15 a\u00f1os, el Festival de Cine de Z\u00farich tambi\u00e9n ofrece glamour estelar oto\u00f1o tras oto\u00f1o: el autor de estas l\u00edneas se reuni\u00f3 con Jeremy Irons para una entrevista espont\u00e1nea en la terraza del hotel bajo el sol oto\u00f1al de 2011, y en 2022 conoci\u00f3 a Charlotte Gainsbourg en una suite. Entretanto, el ganador del Oscar austr\u00edaco de 2015, Christoph Waltz, se revela como uno de los primeros admiradores del mundo de las figuras del pulverizador: cuando era joven trabajaba en el Schauspielhaus, cuando Harald Naegeli rondaba por las calles de la ciudad por la noche.<\/p>\n
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El punto alto y el bajo<\/span><\/h2>\n <\/p>\n
En 1991, una revista de viajes estadounidense eligi\u00f3 al \u00abDolder\u00bb como \u00abel mejor hotel del mundo\u00bb bas\u00e1ndose en una encuesta entre sus lectores. Despu\u00e9s de este pico, sin embargo, viene la ca\u00edda, hasta que al final de la misma d\u00e9cada el aire parece haberse ido: las inversiones se han pospuesto demasiado tiempo. Y entonces aparece en escena un deus ex machina, un multimillonario que no quiere tener un club de f\u00fatbol como hobby caro, sino un hotel: Urs Schwarzenbach. <\/p>\n
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Urs Schwarzenbach, multimillonario y coleccionista de arte, es el accionista mayoritario del hotel desde 2001. <\/h2>\n Christian Beutler \/ NZZ<\/span><\/p>\n<\/div>\n<\/figcaption><\/figure>\n <\/p>\n
Contrata al arquitecto Norman Foster, quien restaura el edificio principal hist\u00f3rico, eliminando todos los edificios que se agregaron posteriormente y agregando nuevos edificios curvos en su lugar. Las curvas frescas se combinan con un poco de kitsch antiguo, la audacia suscita tanto admiraci\u00f3n como cr\u00edtica. Pero cuando se reanudaron las operaciones en 2008, despu\u00e9s de cuatro a\u00f1os de construcci\u00f3n, las 173 habitaciones y suites no estaban de ninguna manera invadidas. En los a\u00f1os siguientes la tasa de ocupaci\u00f3n es inferior al 50 por ciento y el propietario tiene que negar los rumores de que quiere deshacerse del sistema. <\/p>\n
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Si bien el caballo de batalla de Schwarzenbach es poco convincente, a lo largo de los a\u00f1os ha estado ignorando reclamaciones por un total de cientos de millones. S\u00f3lo as\u00ed se podr\u00e1n al menos hacer posibles c\u00e1lculos equilibrados. S\u00f3lo al d\u00e9cimo a\u00f1o despu\u00e9s de la renovaci\u00f3n, el castillo de cuento de hadas parece haber despertado por completo con alrededor de 500 empleados; la tasa de ocupaci\u00f3n aumenta a m\u00e1s del 60 por ciento, tambi\u00e9n gracias a su gran popularidad entre los hu\u00e9spedes del mundo \u00e1rabe. Con una edad media de unos 45 a\u00f1os, el p\u00fablico no es en absoluto demasiado mayor.<\/p>\n
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La crisis del Covid supone un rev\u00e9s, pero en 2022 se volver\u00e1n a contabilizar 61.000 pernoctaciones, lo que corresponde a una tasa de ocupaci\u00f3n de casi el 60 por ciento. El informe anual informa de una tendencia positiva continua. Pero Urs Schwarzenbach, que recientemente entreg\u00f3 la presidencia del consejo de administraci\u00f3n a su hijo Guy, ha vuelto a renunciar a exigencias millonarias para lograr un resultado digno.<\/p>\n
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