SAMUEL MOULIN \/ VOZ’IMAGE<\/span> <\/figcaption><\/figure>\nEs una broma que circula en los c\u00edrculos cient\u00edficos. \u00bfCu\u00e1l es el objeto m\u00e1s \u00fatil para que un astr\u00f3nomo aficionado observe un cielo estrellado? Respuesta: \u00a1un veh\u00edculo! Hoy tenemos que recorrer muchos kil\u00f3metros para escapar de los halos de luz artificial en los centros urbanos, a veces visibles desde 100 kil\u00f3metros de distancia. Visto desde el espacio, nuestro planeta brilla como una bola de discoteca. La V\u00eda L\u00e1ctea ya no puede ser admirada a simple vista por el 60% de los europeos y el 80% de los norteamericanos. La expansi\u00f3n urbana y las actividades humanas han ampliado continuamente los l\u00edmites de la oscuridad: el 83% de la poblaci\u00f3n mundial vive bajo cielos iluminados. En Francia, cada noche se encienden 3,5 millones de carteles y 11 millones de farolas.<\/p>\n
Durante mucho tiempo, este camino luminoso <\/strong>no fue cuestionado. La luz deber\u00eda brillar en todas partes. Pero, desde hace alg\u00fan tiempo, cuando la noche hab\u00eda quedado en un segundo plano, aqu\u00ed est\u00e1 ella invit\u00e1ndose a volver a nuestras vidas. Extinci\u00f3n de incendios en municipios cada vez m\u00e1s numerosos, desarrollo de reservas de cielo oscuro, multiplicaci\u00f3n de actividades nocturnas o en atm\u00f3sfera crepuscular, aparici\u00f3n de estudios nocturnos<\/em> (\u201cestudios en la noche\u201d), un campo de investigaci\u00f3n donde confluyen ge\u00f3grafos, urbanistas, soci\u00f3logos, bi\u00f3logos y ecologistas.<\/p>\nel 18mi<\/sup> siglo fue el de la Ilustraci\u00f3n, el XXImi<\/sup> \u00bfSer\u00e1 este siglo el de la alabanza de la sombra, de la reconciliaci\u00f3n con la noche, este bien com\u00fan oculto durante mucho tiempo y, sin embargo, tan necesario para nuestro bienestar y la preservaci\u00f3n de nuestros ecosistemas? Algunos activistas de la causa nocturna van a\u00fan m\u00e1s lejos, afirmando \u201cun derecho a la oscuridad\u201d<\/em>. Una tarea pesada, porque todo se opone a la noche. \u201cDurante siglos, la oscuridad ha sido asociada al miedo, pero tambi\u00e9n al mal, a la ignorancia.<\/em>recuerda Samuel Chall\u00e9at, investigador del CNRS y coordinador del Observatorio del Medio Ambiente Nocturno, que re\u00fane una red de investigadores y profesionales en torno a las cuestiones de la necesidad de luz y oscuridad. Por el contrario, la luz lleva simb\u00f3licamente todas las representaciones positivas, la bondad, el conocimiento y el progreso. \u00bb<\/em><\/p>\nEfectos nocivos sobre los seres vivos.<\/h2>\n
Favorecidas por la energ\u00eda barata de la \u00e9poca, las farolas extendieron su red de iluminaci\u00f3n al campo a partir de los a\u00f1os 50, sin mucha discusi\u00f3n. \u201cCriticar la luz artificial nocturna era atacar sus beneficios, en t\u00e9rminos de comodidad, valorizaci\u00f3n del patrimonio, seguridad de los viajes y de la propiedad\u201d<\/em>contin\u00faa el investigador, autor de salva la noche<\/em> (Primer Paralelo, 2019).<\/p>\nTe queda el 80,1% de este art\u00edculo por leer. El resto est\u00e1 reservado para suscriptores.<\/strong><\/p>\n<\/p><\/div>\n
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