{"id":889934,"date":"2023-11-18T01:36:23","date_gmt":"2023-11-18T01:36:23","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/quien-penso-que-stoppard-necesitaba-mas-sexo\/"},"modified":"2023-11-18T01:36:27","modified_gmt":"2023-11-18T01:36:27","slug":"quien-penso-que-stoppard-necesitaba-mas-sexo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/quien-penso-que-stoppard-necesitaba-mas-sexo\/","title":{"rendered":"\u00bfQui\u00e9n pens\u00f3 que Stoppard necesitaba m\u00e1s sexo?"},"content":{"rendered":"


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Shaun Taylor-Corbett y Caroline Grogan en Arcadia.<\/em>
\n Foto: Ashley Garrett<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n

Es una se\u00f1al de alerta cuando una producci\u00f3n de Tom Stoppard Arcadia<\/em> comienza con una larga raci\u00f3n del tema de los a\u00f1os 80 \u201cWicked Game\u201d mientras el p\u00fablico se sienta en la oscuridad. Es una versi\u00f3n, por lo que ni siquiera tiene la s\u00f3lida l\u00ednea de bajo o la quejosa guitarra occidental del original de Chris Isaak: el tempo est\u00e1 acelerado al m\u00ednimo, un piano vibra tr\u00e1gicamente y una voz de mezzo arde y tiembla a trav\u00e9s de \u201cThe El mundo estaba en llamas y nadie pod\u00eda salvarme excepto t\u00fa\u201d. Nos dirigimos a una obra que depende de la ligereza y la agilidad, que se defiende de manera deslumbrante y divertida hasta que finalmente te atraviesa, y la mano aqu\u00ed no podr\u00eda ser m\u00e1s pesada.<\/p>\n

La compa\u00f1\u00eda de teatro Bedlam es conocida por sus giros irreverentemente imaginativos de textos cl\u00e1sicos, tanto teatrales como literarios, y su trabajo me entusiasma desde hace mucho tiempo. Hace m\u00e1s de una d\u00e9cada, vi la primera producci\u00f3n de la compa\u00f1\u00eda, una emocionante y sencilla pel\u00edcula. Santa Juana<\/em> en el que cuatro actores interpretaron los m\u00e1s de 25 personajes de Shaw y la obra, que es extremadamente<\/em> hablador, disparado a una vida f\u00edsica plena, ardiente. Se ha enfrentado a Shakespeare y Ch\u00e9jov (a veces al mismo tiempo), Ibsen, Jane Austen, Arthur Miller y JM Barrie. En a\u00f1os m\u00e1s recientes, tambi\u00e9n ha iniciado una serie de lecturas llamada \u00abHacer m\u00e1s: nuevas obras\u00bb, una respuesta significativa a la demanda que enfrentan las compa\u00f1\u00edas centradas en el canon y un lugar para que los dramaturgos \u00abinterroguen y exploten la idea de un ‘cl\u00e1sico’. .’\u201d Lo que no ha hecho hasta ahora es abordar una obra que no es ni antigua ni nueva, donde el autor no est\u00e1 muerto ni en la habitaci\u00f3n, y donde ese autor \u2013 y en particular la obra que nos ocupa \u2013 es conocido. tanto por el ingenio de Wilde como por las espectaculares complejidades de la estructura.<\/p>\n

Lamentablemente \u2014y es leg\u00edtimamente triste\u2014 con esta Arcadia<\/em>, Bedlam se pierde por completo el encargo. No es que haya \u00abexplotado\u00bb demasiado vigorosamente la historia entrelazada de Stoppard sobre los acad\u00e9micos modernos y la nobleza y los genios de principios del siglo XIX; es que la producci\u00f3n es en realidad, debajo de su puesta en escena gestual un tanto deslucida y fragmentada, una toma bastante sencilla y que parece completamente desinteresada en todo lo que hace que la obra sea magn\u00edfica. La f\u00e1cil derrota de Stoppard, especialmente a este lado del Atl\u00e1ntico, es que es demasiado inteligente, demasiado fanfarr\u00f3n, demasiado sofisticado, demasiado inteligente. Es enga\u00f1oso, no reconocer las corrientes de anhelo, locura humana y angustia que recorren su obra. Si te gusta que tu patetismo se sirva como sopa, es posible que Stoppard no sea tu chico, pero de todos modos el latido del coraz\u00f3n est\u00e1 ah\u00ed.<\/p>\n

Es una trampa pensar que Arcadia<\/em> necesita que le agregues el elemento humano, y desde el gesto inicial de su producci\u00f3n, el director Eric Tucker, generalmente tan vivaz e ingenioso en sus enfoques de textos muy queridos, entra directamente en ello. Lo que nos dicen los acordes llorosos de \u201cWicked Game\u201d es: \u201cOye, no te preocupes. Quiz\u00e1s hayas o\u00eddo que esta obra es dif\u00edcil<\/em> y elegante<\/em>, pero est\u00e1 bien, en realidad se trata de AMOR y SEXO\u201d. \u00bfPor qu\u00e9 necesitamos tranquilidad? Ciertamente (junto con su enfoque en las matem\u00e1ticas y la poes\u00eda), la obra de Stoppard es<\/em> interesado en el \u201cabrazo carnal\u201d (\u201cla atracci\u00f3n que Newton dej\u00f3 fuera\u201d) y<\/em> en las cosas mucho m\u00e1s complicadas, mucho m\u00e1s dolorosas e igualmente que desaf\u00edan la f\u00edsica que hacen nuestros corazones. Pero pensar que para darnos cuenta de eso necesitamos que el espect\u00e1culo tenga m\u00e1s sexo (m\u00e1s besos, m\u00e1s manos, m\u00e1s gemidos performativos y gritos apasionados) es desconfiar tanto del p\u00fablico como del juego.<\/p>\n

La iron\u00eda de la gruesa capa de excitaci\u00f3n potencialmente nerviosa de esta producci\u00f3n es que hace que el espect\u00e1culo sea infinitamente menos<\/em> sexy. \u00bfTucker nunca ha o\u00eddo hablar de antici…? paci\u00f3n<\/em>? M\u00e1s importante a\u00fan, \u00bfqu\u00e9 pasa con las cosas, separadas unas de otras, que de hecho<\/em> excitar a esta gente? \u201cLo que nos hace importantes es querer saber\u201d, dice la investigadora Hannah Jarvis (Zuzanna Szadkowski). La emoci\u00f3n y la gloria de Arcadia<\/em> est\u00e1 en observar c\u00f3mo se desarrolla la pasi\u00f3n articulada. Desde la brillante adolescente Thomasina Coverly (Caroline Grogan), quien, en 1809, anticipar\u00e1 la tercera ley de la termodin\u00e1mica al preguntarse alegremente una tarde por qu\u00e9 \u201cno se pueden separar las cosas\u201d, hasta su pariente lejano, Valentine Coverly (Mike Labbadia). , quien, casi dos siglos despu\u00e9s, est\u00e1 volcando su alma en algoritmos iterados: estos personajes est\u00e1n llenos hasta la punta de los dedos de curiosidad, hambre de conocimiento y fascinaci\u00f3n galvanizadora por las maravillosas complejidades del mundo. \u00abLo impredecible y lo predeterminado se desarrollan juntos para que todo sea como es\u00bb, le dice Valentine a Hannah. \u201cAs\u00ed es como la naturaleza se crea a s\u00ed misma, en todas las escalas, el copo de nieve y la tormenta de nieve. Me hace tan feliz. Estar de nuevo en el principio, sin saber casi nada… Es el mejor momento posible para estar vivo, cuando casi todo lo que cre\u00edas saber est\u00e1 mal\u201d.<\/p>\n

Al escuchar a Labbadia pronunciar este discurso, uno pensar\u00eda que Valentine quiere decir \u00abirritado\u00bb cuando dice \u00abfeliz\u00bb. Como el ansioso aspirante a posgrado de Cambridge, Labbadia frunce el ce\u00f1o, chasquea y camina con una bata de ba\u00f1o sucia, jugando un juego de disparos en primera persona en una consola de juegos port\u00e1til y haciendo rebotar malhumoradamente una pelota de tenis en la pared. Lo imaginas enfurru\u00f1ado en un s\u00f3tano rodeado de cajas de pizza y camisetas novedosas sucias. No es inusual interpretar a Valentine como neurodivergente, y cuando se trata del distanciamiento de Labbadia, esa puede ser la intenci\u00f3n aqu\u00ed, pero eso no deber\u00eda hacer ninguna diferencia en la capacidad del personaje para sentir asombro o, en realidad, cualquier otra cosa que no sea molestia.<\/p>\n

Labbadia no est\u00e1 solo. En conjunto, Arcadia<\/em>Los actores, que sin duda son capaces de m\u00e1s, pintan con colores \u00fanicos y no brillantes. El asombro es un componente principal de la obra: pr\u00e1cticamente funciona con la electricidad del descubrimiento, el \u00e9xtasis de la poes\u00eda, el hambre distintivamente humana por la belleza. Su otro motor es el humor: las escenas que tienen lugar en 1809 son, durante mucho tiempo, alta comedia al estilo de Oscar Wilde, y los personajes modernos de la obra tampoco se quedan atr\u00e1s en el departamento de ingenio. Son personas que dicen cosas como: \u201cNo te metas en paradojas, Edward. Te pone en peligro de sufrir un ingenio fortuito\u201d y, de un solo suspiro, \u201cNo hay m\u00e1s de dos o tres poetas de primer rango vivos ahora, y no matar\u00e9 a tiros a uno de ellos con un golpe perpendicular en un mirador con un tiro\u201d. una mujer cuya reputaci\u00f3n no podr\u00eda defenderse adecuadamente con un pelot\u00f3n de mosqueter\u00eda desplegado por turnos\u201d.<\/p>\n

Si encuentras el impulso y el ritmo de la obra, el alegr\u00eda<\/em> sus personajes aprenden a hablar: el 99 por ciento del texto se convierte en l\u00edneas de risa. Los crescendos en la producci\u00f3n de Tucker, cuando llegan, tienden a ser generados por resentimiento: por actores que buscan una v\u00e1lvula de escape al empujar, gritar y jugar lo negativo. Tucker ha optado, como siempre ha hecho Bedlam con sus importaciones brit\u00e1nicas, que el elenco utilice su propio acento estadounidense. Nunca es un problema con Shakespeare, cuyo lenguaje es lo suficientemente robusto y realzado para manejar la variedad, y te\u00f3ricamente podr\u00eda funcionar aqu\u00ed. (Ha funcionado para la empresa con Shaw). Pero incluso sin la pronunciaci\u00f3n recibida, la clase no deja de existir y todav\u00eda tienes que decir l\u00edneas como: \u00abPersonalmente, creo que el viejo Murray estaba en la cima en eso\u00bb. y \u00abSin duda estaban en el once de cricket cuando Harrow jug\u00f3 contra Eton en Lords\u00bb, o incluso simplemente \u00ab\u00a1Fiddlesticks!\u00bb El acento es una cosa y el afecto es otra. Esto es algo flotante e intrincado, y tratar de atravesarlo lo aplana y desinfla. En palabras de Magnetic Fields, \u00abNo se puede utilizar una topadora para estudiar las orqu\u00eddeas\u00bb.<\/p>\n

Y, sin embargo, hay ocasiones en que la obra todav\u00eda se hace o\u00edr; su belleza saldr\u00e1 a la luz. Especialmente en el segundo acto, en el que, despu\u00e9s del intermedio, Tucker hace que el p\u00fablico se traslade a nuevos asientos para que estemos frente al banco de sillas rojas de felpa en las que nos sentamos originalmente, el elenco parece respirar un poco m\u00e1s tranquilo. Cuando llegan a gemas exquisitas, como las recitaciones de Byron de Hannah y su compa\u00f1ero acad\u00e9mico Bernard (Elan Zafir), los escalofr\u00edos a\u00fan llegan con toda su fuerza. Tucker tambi\u00e9n parece sentirse m\u00e1s a gusto en este acto, ya que dramatiza la creciente superposici\u00f3n de per\u00edodos de Stoppard haciendo que su conjunto se siente disperso por todo el banco de asientos, pas\u00e1ndose libros, manzanas y teodolitos entre s\u00ed a trav\u00e9s del espacio y el tiempo. Como director, parece haber estado hambriento de este tipo de coreograf\u00eda conceptual, de algo que hacer<\/em>. (Esto es parte del problema: ha evitado realmente hacer la obra en s\u00ed.) El flujo de movimiento tiene algo de vida e inter\u00e9s, y muestra a la compa\u00f1\u00eda en su mejor momento y, sin embargo, a medida que se acerca el cl\u00edmax devastador y magn\u00edfico. , hay muy poca precisi\u00f3n y, por tanto, muy poco patetismo real, para que nuestros corazones reciban el golpe. \u00c9sa es la paradoja magistral que opera en Arcadia<\/em>: Como descubre Hannah, la aparentemente racionalista, en el arte como en la vida, se necesita tanto el caos como el orden, la imaginaci\u00f3n rom\u00e1ntica y la geometr\u00eda sublime.<\/p>\n

Arcadia Est\u00e1 en el West End Theatre hasta el 23 de diciembre.<\/em><\/p>\n