\n<\/aside>\n<\/p>\n
En un d\u00eda nublado de septiembre, Heidi Geagel sortea baches familiares en un camino de grava en Seldovia, Alaska. En lo alto de una colina coronada por una peque\u00f1a capilla, su ciudad se extiende hacia abajo: en la bah\u00eda, los barcos de pesca se mecen suavemente; en tierra, Linwood Bar & Grill, Crab Pot Grocery y un par de docenas de casas sobre pilotes.<\/p>\n
Geagel, el administrador de la ciudad de Seldovia, se gira hacia tres personas sentadas en el asiento trasero, que est\u00e1n asociadas con el Programa Nacional de Mitigaci\u00f3n de Riesgos de Tsunami de los Estados Unidos y han viajado desde Anchorage y Fairbanks para una reuni\u00f3n con l\u00edderes comunitarios sobre los riesgos de tsunami. Ella se\u00f1ala qu\u00e9 parte del paisaje podr\u00eda quedar bajo el agua si una de las gigantescas olas de r\u00e1pido movimiento golpeara: \u00abPr\u00e1cticamente todo el mapa de Seldovia est\u00e1 en la zona de inundaci\u00f3n, excepto esta colina\u00bb.<\/p>\n
Alaska es singularmente vulnerable a dos tipos de tsunamis. Los primeros, los tsunamis tect\u00f3nicos, est\u00e1n vinculados a la larga cadena de islas volc\u00e1nicas que se curva como una cola desde el extremo sur del estado; estas islas marcan el borde norte del Anillo de Fuego, una zona geol\u00f3gicamente activa que genera aproximadamente el 90 por ciento de los terremotos del mundo. Siguiendo el rastro de esas islas, en las profundidades del agua, se encuentra la zona de subducci\u00f3n de Alaska-Aleutianas, una trinchera donde vastas placas de roca dura se superponen y la fricci\u00f3n aumenta lentamente. Una o dos veces al a\u00f1o, la zona de subducci\u00f3n genera terremotos lo suficientemente fuertes como para desencadenar alertas de tsunami; aproximadamente cada 300 a 600 a\u00f1os, se rompe en un megaterremoto que env\u00eda devastadores tsunamis tect\u00f3nicos a las costas de Alaska.<\/p>\n
Las 34.000 millas de costa salvaje del estado tambi\u00e9n hacen posible un segundo tipo, menos conocido: tsunamis por deslizamientos de tierra. La costa sur de Alaska est\u00e1 bordeada de volcanes activos y cientos de fiordos rodeados por acantilados inestables y, en las aguas profundas, una gruesa capa de sedimento limoso. Terremotos relativamente peque\u00f1os, comunes en Alaska, sacuden ese paisaje inestable, provocando deslizamientos de tierra por encima y por debajo del nivel del mar que desplazan enormes vol\u00famenes de agua. Los tsunamis resultantes pueden afectar a las comunidades costeras en cuesti\u00f3n de minutos. Y a medida que el cambio clim\u00e1tico acelera el derretimiento de los glaciares y la posterior erosi\u00f3n en esas regiones, esos tsunamis por deslizamientos de tierra son cada vez m\u00e1s probables.<\/p>\n\n Anuncio <\/span> <\/p>\n<\/aside>\nLa combinaci\u00f3n de peligros significa que \u201cen Alaska tenemos la posibilidad de tener un d\u00eda muy malo\u201d, como dice el ge\u00f3logo estatal de terremotos Barrett Salisbury, uno de los cient\u00edficos del tsunami.<\/p>\n
Seldovia se encuentra a unas 137 millas en l\u00ednea recta al suroeste de Anchorage, en la punta de la escarpada pen\u00ednsula de Kenai, directamente encima de donde se unen las placas tect\u00f3nicas. Es una de las 159 comunidades que salpican la costa de Alaska, incluidos centros tur\u00edsticos que albergan cruceros de 4.000 pasajeros, peque\u00f1as aldeas ortodoxas rusas y los asentamientos de muchas de las 228 tribus ind\u00edgenas reconocidas a nivel federal de Alaska. Peque\u00f1o y aislado, es un estudio de caso de los niveles de complejidad que hacen que las comunidades de Alaska sean especialmente vulnerables.<\/p>\n
Es dif\u00edcil planificar para un tsunami. La ciencia de los tsunamis est\u00e1 pr\u00e1cticamente en su infancia y s\u00f3lo surgi\u00f3 cuando se hizo posible el modelado por computadora en la d\u00e9cada de 1980. Los cient\u00edficos de Alaska carecen de la tecnolog\u00eda necesaria para pronosticar los tsunamis antes de que lleguen al estado porque simplemente ocurren demasiado r\u00e1pido. Para muchos habitantes de Alaska, el \u00faltimo gran tsunami que azot\u00f3 el estado, que azot\u00f3 el estado en 1964, es un recuerdo lejano. Las falsas alarmas provocan evacuaciones al menos una vez al a\u00f1o, lo que hace que la gente se pregunte por qu\u00e9 deben marcharse sin que nadie lo demuestre. Esos desaf\u00edos se ven agravados por una cultura que puede desconfiar de los expertos externos. \u201cConozco la historia\u201d, dice Elena Suleimani, modeladora de tsunamis del equipo estatal, que trabaja en el Centro de Terremotos de Alaska de la Universidad de Alaska Fairbanks.<\/p>\n
\u201cConozco cada detalle de lo que pas\u00f3 en el 64. Y la gente que vive all\u00ed, no lo hace\u201d.<\/p>\n
Mientras los l\u00edderes comunitarios y los cient\u00edficos se preparan para la pr\u00f3xima gran ola, luchan con una eterna pregunta: \u00bfC\u00f3mo pueden convencer a la gente de que est\u00e1n en riesgo de sufrir un desastre que es impredecible, que puede saltarse muchas generaciones y que seguramente ser\u00e1 catastr\u00f3fico cuando llegue?<\/p>\n