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\u201cEl rugby es la historia de una pelota con amigos alrededor y cuando ya no hay pelota, quedan amigos\u201d, dijo Jean-Pierre Rives, renombrado jugador y fundador de los B\u00e1rbaros franceses. Esta idea es ampliamente compartida por Serge Blanco como explica en \u201cLos gigantes del rugby\u201d, un podcast de Europe 1 Studio.<\/p>\n
Durante la primera Copa del Mundo de Rugby en 1987, el XV franc\u00e9s acababa de ganar una semifinal contra Australia en Sydney. Un escenario en el que pocos cre\u00edan, ya que los blues no venc\u00edan al equipo australiano desde hac\u00eda m\u00e1s de 25 a\u00f1os. Y, sin embargo, ese d\u00eda, Serge Blanco dijo: \u00abSent\u00ed mucha fuerza, mucha energ\u00eda liberada. Me sent\u00ed empujado por los dem\u00e1s\u00bb.<\/p>\n<\/p>\n
<\/p>\n Impulsado por compa\u00f1eros con los que ha jugado desde su debut, como el medio scrum Pierre Berbizier. Empujado tambi\u00e9n por la afici\u00f3n que viene de todos los rincones del mundo para presenciar los tramos finales y que invade el terreno de juego tras el pitido final. Este Mundial, para Blanco, es una historia que va mucho m\u00e1s all\u00e1 de los l\u00edmites de un campo de rugby: \u201cson aventuras humanas, este grupo, despu\u00e9s de la semifinal, es un grupo excepcional\u201d.<\/p>\n \u201cNos aseguramos de que estos momentos siguieran siendo inolvidables\u201d, explica Serge Blanco. Los momentos que recuerda de aquel primer Mundial, en 1987, transcurren fuera de los partidos. Estas son las canciones vascas que cantaron los jugadores franceses la noche de su victoria en la semifinal. Es el almuerzo del domingo, en compa\u00f1\u00eda de los negros, el d\u00eda despu\u00e9s de la derrota de los azules en la final. Esos jugadores que almuerzan juntos, con mujeres y ni\u00f1os, y que olvidan sus desacuerdos y sus diferencias. Si el di\u00e1logo no es adecuado por la barrera del idioma, bastan los gestos y las miradas.<\/p>\n<\/p>\nSiempre compa\u00f1eros de equipo<\/h2>\n