{"id":942790,"date":"2023-12-27T14:23:20","date_gmt":"2023-12-27T14:23:20","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/mesa-para-uno\/"},"modified":"2023-12-27T14:23:23","modified_gmt":"2023-12-27T14:23:23","slug":"mesa-para-uno","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/mesa-para-uno\/","title":{"rendered":"Mesa para uno"},"content":{"rendered":"


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Pas\u00e9 el verano en Budapest aprendiendo h\u00fangaro y comiendo pescado crudo. Al principio intent\u00e9 comer la comida local: gulash, schnitzel, langostino<\/em> – y se hinch\u00f3 gravemente. Cada vez que ped\u00eda algo sencillo resultaba que ten\u00eda montones de piment\u00f3n. Incluso ensalada de hinojo. A los h\u00fangaros no les gustan las sustituciones en el men\u00fa, as\u00ed que me di por vencido y compr\u00e9 salm\u00f3n ahumado y pasteles de arroz en el supermercado. Esto r\u00e1pidamente se volvi\u00f3 deprimente. Luego busqu\u00e9 sushi en Google y encontr\u00e9 un restaurante en el r\u00edo Danubio.<\/p>\n

Estaba en una zona tranquila, bajando unas escaleras que conduc\u00edan a un s\u00f3tano con peque\u00f1as ventanas altas donde se pod\u00edan ver los pies de la gente que pasaba. Ped\u00ed el chirashi de at\u00fan y una guarnici\u00f3n de sushi de salm\u00f3n y mi sensible est\u00f3mago se apacigu\u00f3. As\u00ed que volv\u00ed. Tres noches seguidas y luego, sobreviviendo la verg\u00fcenza de caminar en una cuarta noche, simplemente me dej\u00e9 llevar. Fui all\u00ed todas las noches durante un mes.<\/p>\n

Cada vez ped\u00ed lo mismo. Cuando entr\u00e9, el personal me reconoci\u00f3 y dijo algo en japon\u00e9s c\u00e1lido y encantador. Sin duda pensaron que estaba loco. Aun as\u00ed, yo era un cliente leal y de buen comportamiento. El Danubio est\u00e1 sucio, pero comer pescado crudo junto a una masa de agua era reconfortante. Sentada al nivel del s\u00f3tano, viendo pasar los pies, me sent\u00ed escondida. Detr\u00e1s de la puerta de la cocina, probablemente en la vivienda de los propietarios, hab\u00eda un ni\u00f1o que siempre estaba llorando. Normalmente odio estar en restaurantes con ni\u00f1os ruidosos, pero de alguna manera esto no me molest\u00f3. Creo que acept\u00e9 el llanto del ni\u00f1o como un peaje por el sushi fresco en un pa\u00eds sin salida al mar.<\/p>\n

A veces las parejas com\u00edan en el restaurante. Siempre ped\u00edan demasiada comida y se sentaban frente a sus tel\u00e9fonos. Hab\u00eda algo en aquel espacio parecido a un b\u00fanker que no se prestaba a conversar ni a reconocer que uno era siquiera consciente de estar vivo. O tal vez as\u00ed era como las parejas com\u00edan juntas ahora. Hac\u00eda muchos a\u00f1os que no estaba en pareja, as\u00ed que no lo sab\u00eda. Una cosa que apreci\u00e9 del sushi fue que no ten\u00eda huesos con los que atragantarse. El verano anterior, mientras com\u00eda solo en una taberna de Grecia, hab\u00eda consumido un plato de sopa de pescado con tantas espinas que sent\u00ed como si estuviera intentando detonar una bomba. La experiencia fue estresante y humillante, especialmente con los camareros griegos mirando. Supongo que no habr\u00eda muerto solo all\u00ed, ni siquiera habr\u00eda muerto. Pero ahora me sent\u00ed agradecido a los japoneses, como si hubieran considerado esas cosas al inventar su cocina.<\/p>\n

No ten\u00eda miedo a la soledad; Despu\u00e9s de todo, estaba en Hungr\u00eda, aprendiendo el idioma de la gente ling\u00fc\u00edsticamente m\u00e1s solitaria de la Tierra. En lugar de \u00abben\/ban\u00bb (la preposici\u00f3n de \u00aben\u00bb), se utiliza \u00aben\u00bb para Hungr\u00eda, que significa \u00aben\u00bb, como en \u00aben una isla\u00bb. Me gustaba vagar solo por las calles, sentarme en los ba\u00f1os termales a leer mi libro sobre la melancol\u00eda, felizmente ignorado. Pero cenar solo ten\u00eda una cualidad m\u00e1s cruda. Me di cuenta de esto por primera vez cuando se me cay\u00f3 un poco de wasabi en los palillos y se me llenaron los ojos de l\u00e1grimas. Siempre hab\u00eda considerado al wasabi un gran nivelador social y lo he usado varias veces para forzar la vulnerabilidad en un compa\u00f1ero de cena masculino. Pero ahora me sent\u00eda mortificada y, para disimular la verg\u00fcenza, me re\u00ed, lo que s\u00f3lo empeor\u00f3 las cosas. Dos noches antes hab\u00eda visto la pel\u00edcula de Barbie en un cine lleno de h\u00fangaros, ninguno de los cuales se hab\u00eda re\u00eddo ni una sola vez. Lo hab\u00eda disfrutado en ese momento, pero al re\u00edrme ahora me sent\u00eda tonto y necesitado. El llanto involuntario me hizo pensar en otras respuestas involuntarias, como asfixia y ataques card\u00edacos. Estaba entrando en p\u00e1nico. S\u00f3lo me sent\u00ed as\u00ed en las turbulencias de los aviones, como si las llamas del infierno lamieran mis pies y no hubiera una mano para apretar, ni nadie con quien besarme. Ninguna persona con quien compartir el horror excepto yo mismo, \u00bfy qu\u00e9 sentido ten\u00eda eso? Estaba a punto de morir. Kierkegaard lo describe en t\u00e9rminos m\u00e1s elegantes como la desesperaci\u00f3n de un yo que no puede relacionarse consigo mismo como tal. Una desesperaci\u00f3n que emerge en la resistencia que uno siente hacia la propia soledad. Una resistencia alimentada por el deseo de perder esa autoconciencia. Perder el yo por completo.<\/p>\n

Vine a Budapest para aprender el idioma y obtener un pasaporte h\u00fangaro. Mi madre naci\u00f3 en Hungr\u00eda y los h\u00fangaros son taciturnos y antip\u00e1ticos en un sentido que aprecio. En Australia, donde nac\u00ed, siempre me sent\u00ed alienada. La gente era amigable, pero esto s\u00f3lo lo hizo m\u00e1s dif\u00edcil. Hab\u00eda algo duro e inflexible en su buen temperamento. No estaban maltratados como los californianos (otro lugar donde hab\u00eda vivido); Los australianos se parecen m\u00e1s a la madera sin terminar. Hab\u00eda pasado los \u00faltimos dos a\u00f1os en Sydney, donde todos los que conoc\u00eda ten\u00edan un hijo de 3 a\u00f1os, y yo no s\u00f3lo no quer\u00eda un ni\u00f1o de 3 a\u00f1os, sino que tampoco quer\u00eda una pareja. Hab\u00eda pasado suficientes noches sentada frente a un novio mientras un abismo espiritual se abr\u00eda entre nosotros y la vida misma parec\u00eda hundirse en un pozo negro sin fondo. Al final me di cuenta de que no era un problema de restaurantes. Era un problema de novios. Tal vez fueron los que yo hab\u00eda elegido, inflexibles incluso con wasabi en sus ojos, o tal vez fui yo. Susceptible a pozos sin fondo; sensible al aire muerto entre personas; experimentando toda desconexi\u00f3n como una verg\u00fcenza paralizante. Pero culp\u00e9 un poco a los restaurantes. Que la vida de una pareja estuviera ligada a la actividad de cenar, que la comida bien presentada en un plato en una atm\u00f3sfera agradable estuviera culturalmente relacionada con el \u00e9xito rom\u00e1ntico. Sentarme frente a mi pareja y elegir entre tres tipos de pasta y pescado me parec\u00eda arbitrario y vergonzoso. O tal vez simplemente quer\u00eda tener sexo con otras personas.<\/p>\n