El circunnavegador Thomas Coville dice: \u201cHay d\u00edas en los que rompes a llorar\u201d.<\/span><\/h2>\n <\/p>\n
Esta competici\u00f3n exigir\u00e1 todo a los patrones. Cambiar las velas es un trabajo duro y puede llevar hasta 45 minutos. Todo en estos barcos es enorme, pero la gente parece diminuta. Thomas Coville, que dio tres vueltas al mundo sin escalas en multicascos, incluida una en el tiempo r\u00e9cord de 49 d\u00edas, habla de una \u201cdimensi\u00f3n psicol\u00f3gica muy grande\u201d.<\/p>\n
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No puedes imaginar lo dif\u00edcil que es mantenerse mental y f\u00edsicamente al tanto de un proyecto como este y no dejarse abrumar por \u00ablas dudas y la fatiga persistente\u00bb. \u00abHay d\u00edas que rompes a llorar, d\u00edas que gritas, d\u00edas que te vuelves loco. Al final eres una mezcla de euforia, agotamiento y euforia\u201d.<\/p>\n
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Al menos los navegantes pueden beneficiarse del hecho de que las l\u00e1minas act\u00faan como amortiguadores. Gracias al modo vuelo, los cascos no golpean tan fuerte como los monocascos de la clase Imoca, la vida a bordo es un poco m\u00e1s agradable. Otra ventaja: los navegantes cuentan con el apoyo de los meteor\u00f3logos a la hora de elegir su ruta. La ruta atravesar\u00e1 el Atl\u00e1ntico, el Oc\u00e9ano \u00cdndico y el Pac\u00edfico, pasar\u00e1 por tres famosos cabos (Cabo de Buena Esperanza, Cabo Leeuwin y Cabo de Hornos) y rodear\u00e1 la Ant\u00e1rtida.<\/p>\n
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Los trimaranes se construyeron al comienzo de las regatas de vela. Era famoso el Pen Duick IV de la leyenda francesa Eric Tabarly, un trimar\u00e1n de aluminio. El alumno de Tabarly, Alain Colas, compr\u00f3 el Tri, con el que complet\u00f3 la primera circunnavegaci\u00f3n en solitario en un barco de tres cascos en 1974. Sin embargo, se supon\u00eda que el Tri no solo traer\u00eda buena suerte a Colas; En 1978 se hundi\u00f3 con el barco en la primera Ruta del Ron y perdi\u00f3 la vida.<\/p>\n
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A principios del nuevo siglo aparecieron en las carreras trimaranes de 18 metros de largo. En aquella \u00e9poca, los grandes catamaranes y trimaranes de entre 30 y 40 metros de longitud se constru\u00edan principalmente para viajes sin precedentes. El objetivo era el Trofeo Julio Verne a la vuelta al mundo m\u00e1s r\u00e1pida para equipos y navegantes en solitario. En 2006, un dise\u00f1ador lanz\u00f3 un trimar\u00e1n de 31 metros 50 que era m\u00e1s barato y la mitad m\u00e1s ligero que las unidades m\u00e1s grandes. Con este barco de 100 pies, los arquitectos navales encontraron la dimensi\u00f3n que tambi\u00e9n puede dominar un solo marinero. Al final se impuso la clase Ultim, con unas dimensiones de 32 metros por 23 metros.<\/p>\n
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En 2013 apareci\u00f3 un nuevo componente en la navegaci\u00f3n: los foils, que elevan los yates de regata fuera del agua y los hacen volar. Los neozelandeses sorprendieron con esta innovaci\u00f3n en la Copa Am\u00e9rica. La idea fue adoptada por otros yates de regata.<\/p>\n
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Este desarrollo no habr\u00eda sido posible sin el apoyo a largo plazo de algunos de los principales patrocinadores. La construcci\u00f3n de un nuevo Ultim cuesta alrededor de 20 millones de euros, y una campa\u00f1a de cuatro a\u00f1os cuesta la misma cantidad.<\/p>\n
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Todo empez\u00f3 con la familia Rothschild, que se dedicaba a la navegaci\u00f3n desde hac\u00eda d\u00e9cadas en el estudio de dise\u00f1o Gitana. Con el trimar\u00e1n Maxi Edmond de Rothschild, lanzado en 2017, logr\u00f3 construir la referencia de la clase Ultim. Le siguieron los trimaranes de los patrocinadores Lazartigue, Banque Populaire y Sodebo. Hoy hay siete barcos en la carretera que cumplen con la regla de la clase Ultim.<\/p>\n
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