{"id":979933,"date":"2024-01-25T08:55:52","date_gmt":"2024-01-25T08:55:52","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/el-largo-zoom-de-las-obscenidades-publicas\/"},"modified":"2024-01-25T08:55:55","modified_gmt":"2024-01-25T08:55:55","slug":"el-largo-zoom-de-las-obscenidades-publicas","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/el-largo-zoom-de-las-obscenidades-publicas\/","title":{"rendered":"El largo zoom de las obscenidades p\u00fablicas"},"content":{"rendered":"


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De Obscenidades p\u00fablicas<\/em>en Teatro para un Nuevo P\u00fablico.
\n Foto de : Hollis King<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n

Las obras tienden a ense\u00f1arte c\u00f3mo verlas dentro de los primeros cinco minutos. Los buenos lo hacen deliberadamente, los no tan buenos, menos. El escritor de ficci\u00f3n Rob Spillman lo llama \u201capret\u00f3n de manos\u201d. Un escritor se presenta y le dice, a trav\u00e9s de la presi\u00f3n y la sensaci\u00f3n de su comprensi\u00f3n: Este es el vocabulario; estas son las reglas.<\/em><\/p>\n

En los primeros minutos de la exquisitamente elaborada canci\u00f3n de Shayok Misha Chowdhury. Obscenidades p\u00fablicas<\/em>, dos personajes conversan casualmente sobre el estilo de direcci\u00f3n. (Chowdhury tambi\u00e9n dirige la producci\u00f3n.) Raheem (Jakeem Dante Powell) es un afroamericano de veintitantos a\u00f1os, director de fotograf\u00eda que visita Calcuta por primera vez con su novio bengal\u00ed, Choton (Abrar Haque). Mientras Choton, un estudiante de posgrado muy nervioso que investiga para un proyecto sobre las \u201clenguas vern\u00e1culas queer y trans\u201d de la India, cambia entre el ingl\u00e9s y el bengal\u00ed, comiendo bocadillos, traduciendo y poni\u00e9ndose al d\u00eda con su t\u00eda (Gargi Mukherjee), Raheem est\u00e1 teniendo una relaci\u00f3n m\u00e1s lenta y tranquila. Conversaci\u00f3n m\u00e1s fragmentada con el t\u00edo de su novio (Debashis Roy Chowdhury). Est\u00e1n hablando de directores de cine del movimiento neorrealista bengal\u00ed, espec\u00edficamente de Subrata Sen y Satyajit Ray.<\/p>\n

\u201cCreo que Sen no es tan art\u00edstico\u201d, dice Pishe, el t\u00edo de Choton, entre bocados de dulces. \u201cTai na?<\/em> No como Ray\u201d. Raheem considera: \u201cSupongo que siento que las pel\u00edculas de Sen son m\u00e1s… pict\u00f3ricas que… Quiero decir, no me malinterpretes, Ray es un genio, obviamente, yo s\u00f3lo… cuando veo sus cosas, siento como… Quiere que olvidemos que hay una c\u00e1mara, \u00bfverdad? \u2026 Esa especie de\u2026 parte de la vida, sobrenaturalista\u201d. Pishe asiente, masticando. \u201cMira, para Ray, esta es la realidad. toh<\/em>. Est\u00e1 mostrando la realidad de la vida en Bengala\u201d.<\/p>\n

Chowdhury, como dramaturgo y director, se ha presentado. En esta casa bengal\u00ed de clase media meticulosamente representada, los personajes de Obscenidades p\u00fablicas <\/em>no aullar\u00e1 ni se pavonear\u00e1. No har\u00e1n soliloquios ni se pavonear\u00e1n ni se dejar\u00e1n destrozar por una devastadora revelaci\u00f3n en el tercer acto. Simplemente vivir\u00e1n.<\/p>\n

Excepto, por supuesto, que vivir no es nada sencillo. Su textura es densa y detallada, rica y extra\u00f1a, incluso cuando los colores est\u00e1n apagados, el tempo se alarg\u00f3 en el calor del verano y el volumen est\u00e1 bajo. En el programa del programa, Chowdhury habla de su fascinaci\u00f3n por los escritores cuyo trabajo a menudo recibe la evaluaci\u00f3n simplista de que \u201cno pasa nada\u201d: Ch\u00e9jov, Annie Baker, Richard Nelson, Amy Herzog e incluso Samuel Beckett. Y aunque a\u00f1ade que \u201cse siente profundamente humillado\u201d mencionarse a s\u00ed mismo en su contexto, tiene todo el derecho y la raz\u00f3n para hacerlo. Con su historia estratificada de identidad biling\u00fce, su preocupaci\u00f3n por las infinitamente variadas verdades de g\u00e9nero y sexualidad que la ley colonial ha tratado de subyugar y regular, y por las estructuras de clase, cultura, familia y deseo que pueden ser al mismo tiempo reconfortantes y opresivas, innato y extra\u00f1o, que conduce a secretos, verg\u00fcenzas, expresiones encubiertas, vidas no realizadas; en su descripci\u00f3n de todo esto, Obscenidades p\u00fablicas <\/em>podr\u00eda haberse vuelto rimbombante y tremendamente engre\u00eddo. Podr\u00eda haber tratado cosas importantes en gran medida, con, como dice Choton burlonamente mientras habla de las pel\u00edculas de Bollywood, \u00abmiradas anhelantes y, como, maquillaje de ojos dram\u00e1tico\u00bb. Pero la gran intensidad de la obra reside en su moderaci\u00f3n, en los momentos que podr\u00edan llevar a gritos y en cambio conducir al silencio y al espacio, la insuficiencia -especialmente en un mundo de traducci\u00f3n constante- del lenguaje.<\/p>\n

Como forastero, y como el que sostiene una c\u00e1mara, siempre consciente de c\u00f3mo se enmarcan las cosas, Raheem es, para los miembros de la audiencia no bengal\u00ed, el conducto hacia el mundo ancestral de Choton. La obra es totalmente biling\u00fce (cuando los personajes hablan bengal\u00ed, hay elegantes supert\u00edtulos en ingl\u00e9s), y Raheem mira y escucha mucho. Todo el conjunto es maravilloso, con la sensaci\u00f3n, en esta segunda transferencia de la producci\u00f3n original de Soho Rep, de haberse instalado juntos en este mundo \u00edntimo y, como Raheem, Powell es particularmente conmovedor. Tiene la atenci\u00f3n tranquila y la r\u00e1pida cortes\u00eda de un invitado respetuoso (\u201c\u00a1Buen chico!\u201d dice Pishimoni, la t\u00eda de Choton, pellizcando su mejilla), pero tambi\u00e9n tiene la curiosidad m\u00e1s amplia y la intensidad m\u00e1s profunda de un artista y el afecto juguet\u00f3n y burl\u00f3n de un dulce novio.<\/p>\n

\u201cO tal vez no uses tu Grindr profesional para drogas\u201d, se burla de Choton, que est\u00e1 hablando por tel\u00e9fono reclutando sujetos para su proyecto de investigaci\u00f3n y tal vez tambi\u00e9n intentando conseguir algo de hierba. La pareja est\u00e1 acostada en la oscuridad en una cama improvisada en la sala de estar, debajo de un mosquitero (un momento manejado magn\u00edficamente por la dise\u00f1adora de iluminaci\u00f3n Barbara Samuels, quien deja a Raheem completamente en la sombra, mientras el tel\u00e9fono de Choton solo ilumina su propia cara). El t\u00edtulo de Chowdhury se refiere a la letan\u00eda de infames leyes de \u201cindecencia\u201d bajo el C\u00f3digo Penal indio de herencia colonial, que sigue vigente hasta el d\u00eda de hoy, pero tambi\u00e9n es un comentario sobre las divisiones culturales: no hay privacidad en el hogar bengal\u00ed. . No hay mosquiteros en las ventanas ni puertas de las habitaciones: s\u00f3lo cortinas, mosquiteros y aire libre. Si todo es p\u00fablico, \u00bftoda intimidad, todo comportamiento \u201cno normativo\u201d se vuelve repentinamente obsceno?<\/p>\n

Preguntas como \u00e9sta son parte de lo que Choton est\u00e1 aqu\u00ed para estudiar, pero Chowdhury est\u00e1 igualmente interesado en las preguntas que Choton no sabe hacer. Una de las escenas m\u00e1s potentes de la obra ocurre cuando Raheem y Choton son capturados en un momento \u00edntimo por Jitesh (Golam Sarwar Harun, maravillosamente sutil y expresivo), quien, para la familia de Choton, ha sido durante mucho tiempo el ayudante del hogar. Raheem est\u00e1 avergonzado, s\u00ed, pero sobre todo est\u00e1 molesto por haber avergonzado tanto a Jitesh. \u00abSiento que deber\u00edamos disculparnos\u00bb, tartamudea, pero Choton, quien, en muchas otras situaciones, es todo una neurosis intelectual nerviosa, se sube los pantalones con exasperaci\u00f3n autoritaria. \u201cSe lo he dicho un mill\u00f3n de veces\u201d, espeta, \u201csimplemente, como… toca. \u00bfSabes?\u00bb Los ojos de Choton est\u00e1n muy abiertos a ciertas identidades e injusticias, pero ciegos a otras. Puede volverse progresista en materia de g\u00e9nero y sexualidad y al mismo tiempo encarnar casualmente el largo legado de las castas. \u201cNo intento ser iniciado en el culto del patriarcado brahm\u00ednico\u201d, le hab\u00eda bromeado anteriormente a su t\u00eda, pero hay ciertas iniciaciones que se llevan a cabo de manera invisible, sin ceremonias.<\/p>\n

Mientras Raheem se tambalea silenciosamente, registrando la inquietante disonancia cognitiva de su amante, podemos sentir el toque delicado y preciso de Chowdhury como escritor y director. Este es exactamente el tipo de escena que, en otra obra, podr\u00eda conducir a una pelea en jaula ideol\u00f3gica a gritos. En cambio, el ce\u00f1o de Powell se frunce; su cuerpo se tensa; podemos sentir la mezcla de arrepentimiento, conmoci\u00f3n, resentimiento y p\u00e9rdida repentina que lo atraviesa. \u201cNecesito un minuto\u201d, logra decir. \u00abVoy a salir a caminar\u00bb.<\/p>\n

Es revelador que, sin Raheem, tanto Choton como la obra tambi\u00e9n pierden sus amarres, en el buen sentido. Despu\u00e9s de todo, el PD se ha retirado. \u00bfHacia d\u00f3nde miramos ahora? \u00bfC\u00f3mo enmarcamos las cosas? \u00abQuiero decir, si quieres que se vea natural, necesitar\u00e1s una luz constante\u00bb, le dijo Raheem a Choton en una escena anterior mientras la pareja se prepara para filmar, ambos reprimiendo su exasperaci\u00f3n por la impaciencia desinformada de Choton y d\u00e1ndonos, al p\u00fablico, un indicio del terreno borroso entre autenticidad y artificio. Sin Raheem, perdemos perspectiva. S\u00f3lo una dosis de cuidado obsceno y bondadoso por parte de uno de los sujetos de la entrevista de Choton, un koti<\/em> Una mujer trans llamada Shou (la encantadora Tashnuva Anan), le impide fracasar. Chowdhury no nos est\u00e1 dando un serm\u00f3n sobre el coraje y la solidaridad de la diversa comunidad no conforme con el g\u00e9nero de la India. Simplemente deja en paz a sus personajes. \u00abEscucha, no s\u00e9 mucho sobre todo este negocio ‘queer'\u00bb, dice Sebanti (NaFis), un amigo mayor de Shou que se identifica como hijra<\/em> y atraviesa la obra en un glorioso estallido de autodominio. \u201cSoy una persona sencilla. Aqu\u00ed est\u00e1 mi bendici\u00f3n\u201d.<\/p>\n

Por supuesto, esa simplicidad es m\u00e1s complicada, m\u00e1s dif\u00edcil, m\u00e1s extra\u00f1a y m\u00e1s salvaje de lo que podemos imaginar. Raheem pasa la mayor parte de la obra con una vieja c\u00e1mara Rolleicord colgada del cuello. Perteneci\u00f3 al abuelo de Choton, el padre de Pishimoni, a quien ella todav\u00eda venera. Un retrato severo de \u00e9l con gafas cuelga sobre un santuario dom\u00e9stico, y su mirada severa pone a Choton los pelos de punta. Pero cuando Raheem descubre un viejo rollo de pel\u00edcula en la c\u00e1mara y lo revela, la imagen de qui\u00e9n era exactamente el abuelo de Choton comienza a cambiar: su enfoque se suaviza, sus l\u00edneas familiares se curvan astutamente. Chowdhury podr\u00eda impulsar este recurso hacia una revelaci\u00f3n melodram\u00e1tica. Nuevamente se contiene. Algunas cosas se niegan a ser traducidas.<\/p>\n

Obscenidades p\u00fablicas est\u00e1 en Theatre for a New Audience hasta el 18 de febrero.<\/em><\/p>\n