{"id":992453,"date":"2024-02-02T20:16:21","date_gmt":"2024-02-02T20:16:21","guid":{"rendered":"https:\/\/magazineoffice.com\/dramatizando-el-deseo-y-la-adiccion-en-jonah-and-the-white-chip\/"},"modified":"2024-02-02T20:16:24","modified_gmt":"2024-02-02T20:16:24","slug":"dramatizando-el-deseo-y-la-adiccion-en-jonah-and-the-white-chip","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/magazineoffice.com\/dramatizando-el-deseo-y-la-adiccion-en-jonah-and-the-white-chip\/","title":{"rendered":"Dramatizando el deseo y la adicci\u00f3n en Jonah and The White Chip"},"content":{"rendered":"


\n<\/p>\n

\n
\n
\n <\/picture>\n <\/div>\n
\n

Gabby Beans (Ana) y Samuel H. Levine (Danny) en Jon\u00e1s.<\/em>
\n Foto de : Joan Marcus<\/span>\n <\/p>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n

Los escritos de Rachel Bonds en Jon\u00e1s<\/em> Es mejor cuando los personajes describen sus fantas\u00edas. Hay una escena, al principio, en la que Ana (Gabby Beans) ha invitado a Jonah (Hagan Oliveras, con todo el encanto desgarbado de un Chalamet) a su dormitorio de internado y, de una manera adolescente dulce e inc\u00f3moda, se topa con hablando de c\u00f3mo todo le hace pensar en el sexo: \u201cEstaremos estir\u00e1ndonos para jugar al f\u00fatbol y yo solo estoy mirando a alguien, \u00a1a cualquiera! \u2014 m\u00fasculo de la pantorrilla y luego, de repente, \u2014 \u00a1o, o, o mi l\u00e1mpara de escritorio! \u00a1En casa! Parece una teta y luego\u2026 \u00a1o!\u201d \u00c9l sigue y sigue… Para Ana, sin embargo, siempre hay una historia involucrada: quiere imaginarse a un hombre tropezando hasta su puerta bajo la lluvia y confesando que perdi\u00f3 un vuelo por ella, o a un viejo compa\u00f1ero en el periodismo de combate admitiendo de repente que tiene sentimientos. Ella se deja llevar por un torbellino de emociones: \u00abLuego nos miramos fijamente por un momento y nos besamos, como el mejor, el mejor, m\u00e1s completo y m\u00e1s apasionado beso jam\u00e1s visto\u00bb, y luego la consumaci\u00f3n real pasa. en el camino – \u00aby luego supongo que tenemos sexo\u00bb.<\/p>\n

Una din\u00e1mica similar se repite en un contexto posterior, cuando una Ana mayor y otro hombre llamado Steven (John Zdrojeski) comienzan a abrirse sobre sus fantas\u00edas sexuales, aunque las de Steven son diferentes (es un exmorm\u00f3n) y tambi\u00e9n lo son las de Ana. Las formas exactas en que Ana ha cambiado constituyen una especie de spoiler emocional, pero basta decir que en la nueva respuesta de Ana, Bonds nos permite ver c\u00f3mo la experiencia mueve el marco de lo que queremos y lo que creemos que merecemos. Tambi\u00e9n es dif\u00edcil describir c\u00f3mo se relaciona exactamente la Ana de esa conversaci\u00f3n con la Ana que vemos en su dormitorio al comienzo de la obra, como Jon\u00e1s <\/em>En s\u00ed mismo presenta a la audiencia una serie resbaladiza de realidades, incluso cuando sigue siendo emocionalmente aguda. Primero, vemos a Ana enamorada de Jonah en el internado; luego, esas escenas se intercalan con otra Ana, tal vez de la misma edad, con un hermano autoritario, Danny (Samuel H. Levine), en circunstancias mucho m\u00e1s tensas, los dos negociando en torno a un padre abusivo; En tercer lugar, Steven llama a la puerta de otra Ana, mayor. Las escenas con Jonah y Danny se contradicen entre s\u00ed (una de las primeras revelaciones: Ana le dice a Jonah que solo tiene hermanas en casa), y durante gran parte de la obra, Bonds mantiene a la audiencia insegura de c\u00f3mo podr\u00eda resolverse todo esto. \u00bfEs uno m\u00e1s real que los dem\u00e1s? \u00bfQu\u00e9 es un recuerdo y qu\u00e9 es un invento? \u00bfPuede la fantas\u00eda, con suficiente inversi\u00f3n, superar la realidad?<\/p>\n

Para que una presunci\u00f3n como esa funcione, se necesita un int\u00e9rprete que pueda equilibrar todos los platos giratorios conceptuales que le lanza un dramaturgo. Gracias a Dios por Gabby Beans, que puede ir a lo grande y acampar (como en La piel de nuestros dientes<\/em>) o destrozado y quieto (como en Anatom\u00eda de un suicidio<\/em>). Beans y la directora Danya Taymor (a quien le encantan los escenarios oscuros, como se ve aqu\u00ed, en Pasar por alto<\/em>y H\u00e9roes del cuarto giro<\/em>) hacen el trabajo de atribuir las circunstancias evasivas de la escritura de Bonds a acciones y rasgos humanos reconocibles, como si estuvieran amarrando una fragata en una tormenta. A medida que las circunstancias alrededor de Ana cambian, Beans nos hace ver c\u00f3mo ella es la misma mujer en el fondo (intensa, segura de s\u00ed misma, a menudo aprovechada pero decidida a no ser una v\u00edctima) y c\u00f3mo la personalidad de cada uno se adapta a las nuevas circunstancias. Beans, cuando est\u00e1 con Jonah de Oliveras, le da a Ana la confianza del espacio. Adoptando los gestos de una adolescente, ella cruza el escenario pisando fuerte mientras \u00e9l se aleja de ella asombrado y le muestra libremente sus tetas porque lo encuentra lindo. Sin embargo, cuando est\u00e1 con Danny de Levine, Beans se retrae en s\u00ed misma. Parece literalmente m\u00e1s peque\u00f1a, como si intentara encoger los \u00e1tomos de su cuerpo para mayor seguridad, mientras Levine se erige sobre ella. (Su din\u00e1mica, adem\u00e1s, tiende a ser m\u00e1s d\u00e9bil, ya que Bonds, al buscar intensidad, a veces presenta melodrama). Con Steven de Zdrojeski, ella est\u00e1 endurecida como un diamante. Estos hombres, y es una elecci\u00f3n de reparto acertada que Beans sea una mujer negra frente a tres hombres blancos, se sienten atra\u00eddos por Ana, todos esperan que ella cumpla sus propias fantas\u00edas, mientras ella lucha por hacer espacio para sus propios deseos.<\/p>\n

Cautiverio <\/em>conjuntos Jon\u00e1s<\/em> dentro de una serie de dormitorios, todos representados por el mismo decorado de Wilson Chin. Hay una cama con s\u00e1banas de color crema apagado, cortinas del mismo color, un peque\u00f1o escritorio sombr\u00edo y una puerta por la que aparecen y desaparecen los tres hombres. Podr\u00eda ser un dormitorio o un dormitorio en los suburbios, o alg\u00fan otro lugar igualmente an\u00f3nimo y desconcertante. (Tambi\u00e9n me record\u00f3 la sensaci\u00f3n de motel malvado del conjunto de dana h.<\/em>) Como gran parte de la obra, la energ\u00eda del lugar es inquietante y familiar, aunque deliberadamente inespec\u00edfica. Otro tema enterrado dentro Jon\u00e1s<\/em> As\u00ed es como nuestros recuerdos reprimidos tienen m\u00e1s probabilidades de surgir en espacios liminales gen\u00e9ricos. De hecho, la escritura de Bonds tiende a debilitarse cuando, como Jon\u00e1s <\/em>desacelera hacia su conclusi\u00f3n, llega a la ajetreada tarea de aclarar qu\u00e9 le ha pasado exactamente a Ana. En ese momento, el p\u00fablico, intuitivamente, ya parec\u00eda saber lo que ella revelar\u00eda, porque ya lo hab\u00edamos sentido en la actuaci\u00f3n. Quiz\u00e1s tambi\u00e9n estuvo la decepci\u00f3n de saber que lo que hab\u00edamos visto se clasificar\u00eda en \u201creal\u201d e \u201cimaginario\u201d. Puede ser mucho m\u00e1s rico vivir en la incertidumbre.<\/p>\n

Jon\u00e1s Est\u00e1 en el Teatro Laura Pels.<\/em><\/p>\n

\n
\n
\n
\n <\/picture>\n <\/div>\n<\/p><\/div>\n<\/p><\/div>\n

Crystal Dickinson, Joe Tapper (Steven) y Jason Tam en El chip blanco.<\/em>
\n Foto: Matthew Murphy<\/span>\n <\/p>\n<\/div>\n

D\u00f3nde Jon\u00e1s <\/em>es intencionalmente retorcido, El chip blanco<\/em> es notablemente recto en el medio. Considerada como una \u201ccomedia de recuperaci\u00f3n\u201d, la obra es justo lo que dice en la etiqueta: Steven (Joe Tapper) sube al escenario, dise\u00f1ado para parecerse a una reuni\u00f3n de AA, para una charla en un acto sobre sus experiencias en recuperaci\u00f3n con ingenio, encanto y y la ayuda de los otros dos miembros del reparto, Jason Tam y Crystal Dickinson, quienes asumen una variedad de papeles secundarios. Steven creci\u00f3 como morm\u00f3n en Utah, descubri\u00f3 la bebida cuando era adolescente, solidific\u00f3 su h\u00e1bito en la universidad en Florida y luego trat\u00f3 de ocultar su dependencia mientras se convert\u00eda en una estrella en ascenso como director de teatro hasta que sus atracones descarrilaron su carrera. En sus intentos de recuperaci\u00f3n, se gan\u00f3 varias veces el premio blanco (que se otorga cuando tienes 24 horas o la voluntad de dejar de beber), antes de encontrar su propia manera de mantener la sobriedad. Steven enfatiza que comprender la ciencia, y espec\u00edficamente c\u00f3mo el cerebro procesa la dopamina, fue m\u00e1s \u00fatil en su caso que caer ante un poder superior.<\/p>\n

Aqu\u00ed hay un poco de posible confusi\u00f3n. Aunque esto se presenta como una confesi\u00f3n, la verdadera historia no es la de Tapper sino la del dramaturgo Sean Daniels. (Un hombre que sal\u00eda del teatro junto a m\u00ed se sorprendi\u00f3 cuando su amigo le dijo esto). Daniels cofund\u00f3 la compa\u00f1\u00eda de teatro de Atlanta Dad’s Garage y luego se convirti\u00f3 en asociado del Actors Theatre de Louisville, y su personaje dentro de la obra sigue una trayectoria similar. aunque algunos detalles quedan vagos. El encanto p\u00edcaro de Tapper vende el carisma despreocupado que uno puede sentir cuando est\u00e1 borracho y retrocede cuando ocurren circunstancias extremas, pero entregada de segunda mano, la historia pierde peso e inmediatez. La directora Sheryl Kaller mantiene la obra en movimiento a un ritmo vertiginoso: hay una juerga en \u00abRich Man’s Frug\u00bb, completa con movimientos, pero siempre estamos a una distancia segura de los peores resultados posibles, porque sabemos que Steven lo lograr\u00e1. y porque en la mayor\u00eda de los casos sabemos que todo esto es una construcci\u00f3n.<\/p>\n

El otro problema puede ser que muchas historias de adicci\u00f3n se parecen entre s\u00ed, al igual que el teatro sobre ellas (es decir, D\u00edas de Vino y Rosas<\/em>, que vi en Broadway unos d\u00edas antes). La crueldad de la enfermedad puede residir en su mundanidad. Un mentor de AA, por ejemplo, le se\u00f1ala a Steven que es especialmente susceptible porque cree que puede burlarlo. Pero en el teatro la familiaridad es peligrosa. Las historias de recuperaci\u00f3n pueden ser inspiradoras, especialmente para aquellos que est\u00e1n en su propio viaje, aunque del teatro se quiere m\u00e1s que solo inspiraci\u00f3n.<\/p>\n

All\u00ed, al menos, El chip blanco <\/em>tiene la ventaja de su comedia. Aunque la obra repite los ritmos esperados, al menos lo hace con humor y entra y sale r\u00e1pidamente. Incluso cuando su avatar se encuentra en sus peores circunstancias, Daniels hace que Steven encuentre lo absurdo en su toma de decisiones con bromas sobre c\u00f3mo todos los bares del aeropuerto de Kentucky parecen tener bourbon y la experiencia de pasar de un arresto por DUI a juzgar representaciones teatrales infantiles. El alcoholismo, en este caso, act\u00faa como la construcci\u00f3n de un chiste cl\u00e1sico: puedes ver venir el chiste, pero a\u00fan as\u00ed impacta cuando llega.<\/p>\n

El chip blanco est\u00e1 en el Teatro Susan & Ronald Frankel en el Espacio Teatral MCC Robert W. Wilson. <\/em><\/p>\n