El r\u00e9gimen comunista castiga severamente la \u201ctraici\u00f3n\u201d<\/span><\/h2>\n <\/p>\n
En noviembre, Anthony Albanese se convirti\u00f3 en el primer primer ministro australiano en visitar Beijing en siete a\u00f1os. Poco antes, el gobierno chino liber\u00f3 al periodista australiano Cheng Lei. Al igual que Yang, naci\u00f3 china y luego obtuvo la ciudadan\u00eda australiana. Cheng trabajaba para la emisora \u200b\u200bestatal china CGTN y fue arrestado, supuestamente por violar un embargo. Por ello estuvo detenida durante m\u00e1s de dos a\u00f1os, pero nunca fue condenada.<\/p>\n
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Las esperanzas en ese momento de que Yang tambi\u00e9n fuera liberado pronto no se materializaron. Al contrario: la pena de muerte condicional super\u00f3 los temores de la mayor\u00eda de sus partidarios. El verdadero \u00abcrimen\u00bb de este hombre de 57 a\u00f1os puede haber sido que, como ex miembro del cuadro del partido, se alej\u00f3 de China y del Partido Comunista. A los ojos de quienes est\u00e1n en el poder, esto es una traici\u00f3n que deber\u00eda ser castigada severamente.<\/p>\n
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En Australia, el duro castigo de Yang se ve desde una perspectiva pol\u00edtica. El director del grupo de expertos Australia Strategic Policy Institute, Justin Bassi, describi\u00f3 el fallo dijo al Sydney Morning Herald<\/a> como diplomacia de rehenes. El portavoz de pol\u00edtica exterior de la oposici\u00f3n, Simon Birmingham, afirm\u00f3 emisora \u200b\u200b\u200b\u200bp\u00fablica ABC<\/a>que la sentencia de muerte es una advertencia sobre cu\u00e1n diferentes son los sistemas legales de Australia y China y qu\u00e9 riesgos existen al hacer negocios y contactos con China.<\/p>\n <\/p>\n <\/div>\n