La impostora condenada, que actualmente lucha contra su deportación en los EE. UU., ya ha reunido una «gama de objetos» junto con su «equipo NFT». Incluyendo «camisetas de algodón y braguitas que firmé», como reveló en una entrevista con el New York Post.
Los certificados de autenticidad digitales NFT están causando un auténtico boom en Internet. Pero Anna no quiere vender archivos originales, como se planeó originalmente, sino «boletos de admisión». Boletos con los que sus fanáticos pueden comprar una llamada telefónica o incluso una visita a la prisión, según la categoría de precio. Y durante la visita también habría la oportunidad de comprarle varios artículos personales.
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Se le ocurrió la idea cuando estaba abrumada por las consultas: “La gente me pregunta sobre todo tipo de cosas. Nunca obligaría a nadie a usar mis bragas, pero me lo pidieron». No le teme a los fanáticos locos porque es «el lugar más seguro en el que puedo estar de todos modos».