Buen juicio de ataque abre con sillas vacías


La hilera de detectores de metales digna de un aeropuerto a la entrada del antiguo Palacio de Justicia de París; la larga sala de madera clara erigida en el llamado salón de los pasos perdidos, la gran caja de cristal, las pantallas gigantes; los chalecos azules de la asociación París ayuda a las víctimas, los chalecos rosas de la organización, la tirilla roja o verde de las partes civiles según acepten o no los planteamientos de los periodistas; muchos abogados ya allí en los meses anteriores. El lunes 5 de septiembre, en la apertura del juicio por el atentado del 14 de julio de 2016 en Niza, todo recuerda al de los atentados del 13 de noviembre. Y al mismo tiempo, todo es diferente.

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Fuera del juzgado, la presencia policial ha disminuido; peatones y vehículos circulan libremente por la Ile de la Cité, que ya no es el búnker parcialmente cerrado al tráfico que había sido durante los nueve meses de “V13”. Dentro, en las afueras de la sala, la multitud, el bullicio y el bullicio han bajado dos tonos de un ensayo a otro.

Y cuando, poco antes de las 14:00 horas, el presidente del tribunal de lo penal especialmente compuesto, Laurent Raviot, anunció que «la audiencia penal está abierta», un tercio de la habitación está vacío. Sólo acudieron unas pocas decenas de partes civiles, de las 865 formadas antes de la apertura del proceso. Algunos abogados temían un juicio sin víctimas, dada la distancia de Niza. Es probable que la audiencia flote un poco en esta llamada gran sala de juicios.

ocho acusados

En Niza, no es muy diferente: las dos enormes salas alquiladas por el Ministerio de Justicia en el centro de convenciones Acrópolis sonarán vacías todo el día. Los debates, que se llevan a cabo a 700 kilómetros de distancia, se transmiten en vivo en pantallas gigantes frente a cientos de sillas vacías. El espacio está previsto para 700 personas; al menos 430 partes civiles viven en el departamento de Alpes Marítimos; sólo unos treinta se movieron.

Hace casi un año, en la apertura del juicio del 13 de noviembre, el ambiente era sofocante, saturado de excitación y emoción. Los primeros momentos estuvieron marcados por los exabruptos de Salah Abdeslam, el malestar del acusado Farid Kharkhach, las palabras del presidente Jean-Louis Périès sobre la importancia de respetar la norma en este juicio extraordinario. El ambiente es mucho más tranquilo esta vez.

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Donde once acusados, algunos con currículums impresionantes, se apretujaron en el banquillo, esta vez hay tres, de mucho menor calibre. Otros cuatro aparecen libres. Un octavo, detenido en Túnez a donde había huido, será juzgado en ausencia.

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