Esta es la mayor caída en las exportaciones a China desde febrero de 2020, cuando el país estaba prácticamente paralizado. Se desplomaron un 8,7% en un año, según la aduana china, en un contexto de restricciones sanitarias que han lastrado la economía, según cifras oficiales publicadas este miércoles.
En noviembre, las importaciones cayeron un 10,6% anual. Este es el colapso más fuerte desde mayo de 2020.
Enfrentado en noviembre a su mayor oleada de Covid-19 desde el inicio de la pandemia, aunque las cifras siguen siendo ínfimas en comparación con su población, el país asiático ha continuado con su estricta política sanitaria. Consiste en cribados casi diarios a la población, cuarentenas obligatorias para las personas que den positivo o incluso confinamientos en cuanto aparecen los casos. Estas medidas lógicamente se han apoderado del consumo de los hogares, las cadenas de suministro y la demanda empresarial.
La amenaza de recesión en Estados Unidos y Europa, combinada con el aumento de los precios de la energía, también ha debilitado la demanda de productos chinos. Sin embargo, estas cifras deben ser puestas en perspectiva con respecto al panorama de mediano plazo, porque China parece en los últimos días encaminarse a un cambio de doctrina en torno al Covid-19, con una relajación gradual de ciertas restricciones.
Desde las multitudinarias manifestaciones de finales de noviembre del pueblo chino cansado de los desmanes de la estrategia sanitaria Covid cero, varias ciudades han anunciado el fin de las pruebas PCR masivas obligatorias o la cuarentena para las personas contagiadas. Pero los viajes entre provincias siguen siendo complicados y la recuperación económica podría tardar en materializarse, siendo incierta por el momento la flexibilización de las normas para luchar contra el Covid-19.