Claire Marin: «Podemos hacer sitio al otro sin perder el nuestro»


Autor deestar en su lugar (L’Observatoire, 238 páginas, 18 euros), la filósofa Claire Marin explica cómo es posible “descubrirse en la experiencia de otras formas de vivir”.

¿Por qué en nuestras sociedades se comparte tanto el sentimiento de no estar en el lugar de uno?

Quizás porque cada vez es más difícil ocupar el mismo lugar durante mucho tiempo. En algunas áreas, la rápida obsolescencia del conocimiento, las prácticas, los cambios en las interacciones profesionales y sociales significan que los requisitos se redefinen constantemente y las posiciones parecen estar cambiando: ¿sigo en mi lugar en esta posición, en esta función?

También me parece que los cargos están sujetos a definiciones cada vez más estandarizadas, habría buenas o malas formas de ocupar el cargo de padre, cónyuge, colaborador… Los cargos son de especialización, los mandatos para ubicarse y vivir en ella bien se multiplican, y con ellas, las dudas sobre nuestra competencia, nuestra legitimidad. Estas preocupaciones son particularmente las de las mujeres que aspiran a lugares donde tradicionalmente han estado ausentes. Tienes que demostrarte a ti mismo, estar a la altura.

¿De dónde viene este miedo a ser reemplazado? ¿Y qué tiene una obsesión contemporánea?

El miedo a ser reemplazado, como el de ser abandonado, probablemente no sea nuevo, pero los elementos contemporáneos le dan otra resonancia.

Siempre hemos tenido miedo de ser reemplazados por otros hombres o, más recientemente, por máquinas. Pero la lógica económica que cuantifica las existencias, que considera a los individuos en términos de costo y rendimiento, acentúa este sentimiento de estar constantemente en el lugar si las cifras no son buenas, si los rendimientos no alcanzan los objetivos.

Los cambios en las relaciones afectivas y sexuales, algunas de las cuales ahora están modeladas en la lógica del consumo, no hacen más que reforzar este sentimiento. Ahora sabemos muy claramente que podemos ser desalojados rápidamente, incluso de lugares en los que podríamos habernos considerado únicos e insustituibles.

Leer también Artículo reservado para nuestros suscriptores Claire Marin: «El calvario de la ruptura nos puede dislocar hasta la locura»

Sin embargo, podemos pensar las cosas de otra manera: puedo hacer lugar para el otro sin perder el mío. A veces, incluso en este gesto que acoge al otro y le designa un espacio, encuentro mi propio lugar. El maestro no teme que el alumno lo supere y se vuelva capaz de enseñar a su vez. Las lógicas de transmisión, educación o cuidado piensan en una movilidad de lugares que no puede reducirse al esquema simplista de las sillas musicales.

Te queda el 53,17% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.



Source link-5