COMENTARIO – Después de la reunión de Xi y Biden: las relaciones entre China y Estados Unidos siguen siendo frágiles e impredecibles


Representantes militares de alto rango de China y Estados Unidos se están comunicando nuevamente. Se trata de una medida de desescalada que debería haberse hecho hace tiempo. Pero Xi Jinping y Joe Biden siguen divididos sobre los puntos fundamentales.

Realmente no están en sintonía: el líder del partido y estado chino, Xi Jinping, y el presidente estadounidense, Joe Biden, se reunieron el miércoles.

Xinhua/Rao Aimin/EPA

Primero, las buenas noticias: los presidentes de las dos economías más grandes del mundo, Xi Jinping y Joe Biden, parecen haber encontrado puntos en común. Las fuerzas armadas de los dos países están reanudando la comunicación al más alto nivel. Este paso estaba muy retrasado.

Las señales siguen apuntando a un enfrentamiento

La mala noticia: la estabilización de la relación que Xi y Biden buscaron y lograron es frágil. La relación sigue siendo impredecible. Porque las posiciones difieren diametralmente en los puntos centrales de la discordia. Así lo demuestra un vistazo a las comunicaciones que el Ministerio de Asuntos Exteriores de China y la Casa Blanca publicaron tras la reunión.

  1. Biden deja claro que Estados Unidos está en competencia sistémica con China y una vez más llama dictador a Xi. A Xi, por otro lado, le molesta esta visión de la relación y la contradice. Dice: “La competencia entre grandes potencias no ayuda a resolver los problemas de China, Estados Unidos y el mundo”. En una cena ofrecida por representantes empresariales estadounidenses, Xi reiteró que China está lista para ser socia y amiga de Estados Unidos.
  2. Biden quiere continuar con su política exterior de alianzas. Xi ve esto como un cerco a China, especialmente en el Indo-Pacífico.
  3. Quizás el punto más complicado sea Taiwán. Tanto Xi como Biden mostraron interés en la estabilidad en el Estrecho de Taiwán. Pero ambos se culparon mutuamente de poner en peligro esta estabilidad. Xi dijo que Estados Unidos debería dejar de suministrar armas a Taiwán, mientras que Biden pidió a China que muestre moderación militar.

Hablar es bueno, pero no es garantía de una estabilidad duradera

Sin un acercamiento en estos puntos clave, las dos grandes potencias podrían volver rápidamente a caer en una espiral negativa. Una mirada retrospectiva lo muestra.

Xi y Biden se reunieron por última vez hace un año. Biden calificó la conversación de la misma manera en aquel entonces que ahora: fue “abierta y constructiva”. No tiene por qué haber una nueva guerra fría, aseguró. Unos meses más tarde, un globo espía chino sobrevoló territorio estadounidense y desencadenó una crisis diplomática. Biden amplió la guerra económica contra China. La comunicación al más alto nivel quedó peligrosamente paralizada y tuvo que reconstruirse laboriosamente durante meses.

Después de la reunión en San Francisco quedó claro que los dos presidentes tienen un interés real en la estabilidad y previsibilidad de la relación. Es probable que la motivación de Xi Jinping sea principalmente económica. Su país se enfrenta a grandes problemas y al estancamiento. Ahora quiere impulsar las actividades comerciales y de inversión con Estados Unidos. Biden persigue principalmente objetivos políticos con vistas a las elecciones dentro de un año. Además de retomar las comunicaciones militares, ha llegado a dos acuerdos que demuestran sus dotes diplomáticas: combatir la crisis del fentanilo y el cambio climático. Queda por ver si estos acuerdos se llenarán de acciones concretas o seguirán siendo declaraciones de intenciones.

El conflicto entre las grandes potencias sigue siendo decisivo

Se necesita más para reducir el riesgo de un conflicto entre las dos grandes potencias. Los expertos piden barreras de seguridad que definan el marco de la competición y líneas rojas. Al parecer, estos han estado en desarrollo desde mayo.

Con esto no se puede romper la peligrosa dinámica. La realidad determinante es la siguiente: la superpotencia dominante, Estados Unidos, se ve amenazada por el progreso económico y tecnológico de la gran potencia emergente China, y ha tomado conciencia de los riesgos que surgen cuando un Estado autoritario gana influencia en todo el mundo.



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