Cómo Hamás impuso su hegemonía al movimiento nacional palestino


Escondidos detrás de un cartel que glorifica a las Brigadas Ezzedine Al-Qassam en el que se puede leer “camino hacia la liberación”, los niños escuchan el discurso de los representantes de Hamás, que regresan de una reunión en El Cairo.  En Rafah, al sur de la Franja de Gaza, el 17 de agosto de 2014.

Después de las masacres perpetradas el 7 de octubre, por parte de las milicias de Hamás contra civiles israelíes, el Estado hebreo se ha fijado el objetivo de liquidar el movimiento islamista, sin hacer distinción entre su rama política –representada dentro de los territorios palestinos pero también fuera, en particular en Qatar– y su ala militar forjada en la clandestinidad. . El anuncio de este objetivo se produce cuando Hamás acaba de obtener dos victorias. El primero, a nivel militar, consiste en haber derrotado brevemente el sistema de defensa israelí, abriendo el camino a ataques de una escala y una barbarie sin precedentes en la historia del Estado judío. El segundo, de carácter político, era lograr el regreso duradero de la cuestión palestina al primer plano de la escena internacional.

Condenado a la aniquilación por su enemigo, clasificado como “organización terrorista” por muchos países aliados de Israel, Hamás nunca antes había demostrado tal poder. La fase abierta el 7 de octubre constituye así un paroxismo en su historia marcada por tres grandes inflexiones.

Originalmente centrada en la reislamización de la sociedad palestina, la organización tomó por primera vez un giro nacionalista y militar en 1987. Su entrada en política en 2006, en el marco de las instituciones heredadas de los acuerdos de paz de Oslo -que siempre rechazó- lo colocó luego en una oposición violenta al histórico movimiento nacionalista. La tercera inflexión, iniciada en 2017, ve a Hamás intentar establecerse a la cabeza del movimiento nacional palestino.

El giro nacionalista y la lucha armada

Con la pérdida de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán sirios, ocupados por Israel, la guerra relámpago de 1967 no terminó sólo con una aplastante derrota árabe a nivel territorial. También sonó la sentencia de muerte para el socialismo panárabe, encarnado por el carismático presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, y el resurgimiento del Islam militante. A la vanguardia de esta tendencia, los Hermanos Musulmanes se establecieron en la Palestina del Mandato en vísperas de la salida de los británicos en 1948. Han abrazado –incluso militarmente– la causa nacional palestina y están ganando influencia. Luego florecieron varias asociaciones, entre ellas Al-Moujamaa Al-Islami, Centro Islámico”, fundado en 1973, en Gaza, por un jeque tetrapléjico de 37 años, Ahmed Yassine. Su misión es la reislamización de la sociedad palestina, vista como un requisito previo para cualquier otro proyecto.

Te queda el 90% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.



Source link-5